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Anna Biedermann: "Es muy duro ver que en Auschwitz se seguía un proceso casi industrial"

Anna Biedermann, profesora del Departamento de Ingeniería y Fabricación de la Universidad de Zaragoza, ha trabajado en el diseño de la muestra ‘Seeing Auschwitz’, que este miércoles se inauguró en París.

Anna Biedermann en Zaragoza.
Anna Biedermann en Zaragoza.
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El próximo 27 de enero se cumplen 75 años de la liberación del campo de Auschwitz, ¿cómo se llega a diseñar una exposición de este momento histórico?

El germen de este proyecto se inició en 2017 cuando Musealia y el Museo Estatal de Auschwitz-Birkenau impulsaron en Madrid la muestra ‘Auschwitz. No hace mucho. No tan lejos’. Ellos me contrataron a través de la Oficina de Transferencia de Resultados de Investigación (OTRI) de la Universidad de Zaragoza y, tras más de un año, la muestra llegó al Museo de la Herencia Judía de Nueva York. Fue entonces cuando los miembros de la ONU decidieron hacer otra en sus propias instalaciones de Nueva York: ‘Seeing Auschwitz’.

La misma que este miércoles se inauguró en la sede de la Unesco en París.

Exacto. Cuando el director de Musealia Luis Ferreiro me planteo la posibilidad de trabajar en el diseño de la exposición, junto con el comisario, Paul Salmons, abordamos el significado de los imágenes y decidimos cómo debía interactuar con el espacio en el que se iba a exponer. Finalmente hemos tenido que narrar la misma historia pero adaptándola a dos espacios. Además, todo ello lo hemos abordado en dos idiomas diferentes. En la muestra de Naciones Unidas la información está en inglés, pero en la Unesco también se ofrece en francés. Aunque ha sido un reto, lo importante es que ambos idiomas sean cómodos para que los visitantes puedan entender la historia.

Profesionalmente, ¿qué ha supuesto para usted abordar el tema del genocidio?

Ha sido muy difícil ver cómo se fotografiaba todo el proceso desde que los judíos entraban en el campo de concentración, a excepción de los crímenes. Lo trataban como un proceso casi industrial. Además, te das cuenta que todos los planos, todas las estructuras... todo cumplía la normativa. Es difícil asimilar cómo aspectos que puedes enseñar en un aula (refiriéndose a la construcción y planificación de edificios) pueden utilizarse para un fin perturbador. Los avances tecnológicos son muy importantes, pero hay que analizar qué usos y qué consecuencias pueden tener.

De eso precisamente habla la última parte de la exposición.

Finaliza con una imagen actual del campo, mostrando la responsabilidad que tenemos de tomar las riendas y no permitir situaciones similares. El de Auschwitz no es el único genocidio.

¿Qué se pretende mostrar al visitante en esta exhibición?

No es una exposición histórica como tal. La intención es aproximarnos a cómo percibimos este hecho, cuál es nuestra actitud, cómo lo vemos... Para ello comenzamos con la parte de documentación, centrada en los mapas de los campos de concentración y de los trenes que los unían. Posteriormente mostramos las imágenes tomadas por los nazis, donde se documentaba la llegada Auschwitz, la selección de personas, montañas de ropa y zapatos... Esto es posible gracias a una víctima que encontró el ‘Álbum de Auschwitz ‘ y lo guardó al salir de campo. A lo largo de la exposición también se muestran otros aspectos: el antes, con imágenes de familias felices; el mundo nuevo que querían construir, con familias de alemanes en ratos de ocio; y los barracones en llamas cuando el Ejército Rojo Soviético entró al campo.

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