sucesos
Los forenses de la Guardia Civil utilizan drones y la inteligencia artificial para resolver delitos
Expertos en Criminalística describen nuevos métodos frente a los crímenes, desapariciones e identificaciones
Un dron hubiera ayudado al hallazgo de los dos alemanes ahogados en el pantano de Mequinenza el pasado mes de junio. La Guardia Civil buscó los cadáveres a ciegas hasta utilizar un sonar de los pescadores para localizar siluros. El comandante José Carlos Cordero, del servicio de Criminalística del laboratorio central de la Guardia Civil, explicó ayer en la Universidad de San Jorge que las nuevas tecnologías como los drones submarinos, los secuenciadores masivos genéticos y la inteligencia artificial son «una revolución» para resolver crímenes, desapariciones e identificaciones. «Si hace diez años hubiéramos tenido los drones se hubiera podido detectar mejor una fosa», resolvió el comandante al preguntarle sobre el caso de Publio Cordón, el empresario secuestrado por los Grapo en 1995 en Zaragoza y cuyo cadáver se buscó en el Mont Ventoux, en Francia.
«Todas las unidades operativas de la Guardia Civil (la Policía Judicial, Información...) se apoyan en el servicio de criminalística para resolver los delitos e investigaciones periciales. Nosotros hacemos pruebas directas y científicas que ayudan a culminar la investigación», defendió el comandante Cordero.
La Guardia Civil organizó ayer una jornada con el Servicio de Criminalística con motivo del 175 aniversario de la Benemérita. El comandante Cordero es uno de los 600 expertos que trabajan en toda España, de los cuales 300 están destinados en el servicio de biología para el ADN, químicos o balísticos en el laboratorio central de Madrid. En cada provincia de Aragón hay tres peritos que resuelven el 35% de los 200 informes que llegan al laboratorio de Zaragoza. Los demás se derivan a Madrid.
El cabo Luis Brinquis, que trabaja en la capital aragonesa, apuntó que su competencia es recoger indicios en las inspecciones oculares y remitirlos a los laboratorios correspondientes, a balística, grafística, ADN-biología, o químicos. «Hay casos combinados porque recojo huellas en un coche, parte lo hacemos aquí y otras van a Madrid», detalló. Lo que más trabajo les da son los robos o delitos contra la propiedad y contra las personas.
La investigación de los criminalistas ayuda a reabrir muchos casos antiguos sin resolver. El comandante se centró en la resolución de un hombre ahogado en Melilla hace 19 años. El ADN no les sirvió al principio para identificarlo porque faltaban marcadores adecuados en el análisis genético, pero recientemente con nuevas tecnologías lo lograron.
En 2017, emitieron 12.000 informes y de ellos, unos 5.000 o 6.000 fueron pruebas de ADN. Predominan las huellas o identificaciones, así como análisis químicos sobre incendios o explosivos.
El capitán José Pérez Alcaraz destacó en su conferencia la necesidad de mejorar la comunicación de la criminalística para que la sociedad conozca mejor en qué se gastan sus presupuestos. Expertos en las relaciones con los medios de comunicación, el capitán advirtió que quieren potenciar este servicio y establecer algún protocolo para comunicar convenientemente cómo se informa a los periodistas sobre algo tan delicado.
Utilizó el ejemplo del reciente juicio de la semana pasada por el niño Gabriel para indicar que los medios transmitieron más datos del trabajo de campo, que de la investigación científica o criminalística. «Hubo ocho o diez peritos forenses prestando declaración en el juicio sobre las fibras examinadas, muestras de ADN, huellas e indicios que se tomaron en la escena del crimen, pero no tuvieron relevancia», señaló. Pero a veces los datos de la criminalística son determinantes para resolver una investigación.
