Es uno de los primeros rectores de la Iglesia. Nacido en la Toscana en el año 10 después de Cristo, estudió en Volterra antes de reubicarse en Roma, donde conoció a San Pedro y se convirtió al cristianismo. Al parecer, San Pablo y San Pedro encomendaron a Lino la función de obispo de Roma, cargo que ejerció tras el martirio de los dos apóstoles, sucediendo a Pedro. Lino ya había sufrido persecuciones bajo los designios de Nerón. En el año 69 de nuestra era, con la llegada de Vespasiano, se cortaron por lo sano las insidias en Roma y su hijo Tito destruyó el templo en Jerusalén. En esos años, Lino comenzó a organizar la Iglesia, ordenó obispos y sacerdotes y dio algunas reglas. Lo más posible, dada la imprecisión de fechas que presidió en las crónicas de aquellos años, es que Lino fuera Papa durante doce años, aproximadamente del 64 al 76; también cabe la posibilidad de que ejerciese su cargo del 67 al 76, si se coloca al martirio de San Pedro en el 67.

A Lino se le ha venerado como mártir, aunque no se ha comprobado que lo haya sido puesto que a mediados de aquella década de los 70 del siglo I la Iglesia conoció un período de paz. Según el Liber Pontificalis fue sepultado en la colina del Vaticano junto al apóstol Pedro en el año 76.

San Lino y su vinculación con Aragón

Hay un templo en Zaragoza dedicado a San Lino. Está en la calle Gerona, en el barrio de San José; se trata de una iglesia de reciente creación, erigida en 1961 por iniciativa del arzobispo Casimiro Morcillo, que anteriormente había sido obispo de Ahtopol (Bulgaria) y Bilbao, y luego lo sería de Madrid. La parroquia se distingue por su atención a los desfavorecidos y las actividades de tiempo libre que promueven entre los jóvenes del barrio.

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