Ciencia

Alma, corazón y vida

La ciencia, la investigación es tan importante como respirar. Los presupuestos la olvidan o relegan, y sin
ella morimos. Siempre

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Archivos de Micropaleontología
José Miguel Marco

¿Qué es ciencia, pinchar 300 ratones? ¿Biopsiar? ¿Analizar una proteína? ¿Secuenciar un ADN? ¿Buscar financiación para un proyecto de investigación? ¿Hablar con laboratorios? ¿Hacer una página web donde divulgar tus trabajos? ¿Navegar en los archivos de San Juan de la Peña? ¿En las joyas de Santa Orosia? ¿Sentar en un bar de roqueros como La Ley Seca a quienes sus manos son ciencia y charlar sobre neurocirugía, cáncer, el espacio...? Para Julián Pardo, del Instituto de Investigación Sanitaria de Aragón (IIS Aragón), ciencia lo es todo, como para Alberto Jiménez Schuhmacher, jefe del Grupo de Oncología Molecular del Instituto de Investigación de Aragón o Juan Calatayud, jefe del Servicio de Neurocirugía del Hospital Clínico de Zaragoza. Tres lujos para la ciencia en Aragón de una larga lista de personas anónimas que sólo quieren hacer ciencia.

Julián lleva desde 1999 estudiando la inmunoterapia en cáncer infantil, aplicada a leucemia y neuroblastoma. Aspanoa se fijó en él y desde el año pasado financia con 200.000 euros una investigación a cinco años, que podría cambiar para siempre la vida de los menores afectados. Gracias a esos fondos ha logrado movilizar hasta 600.000 € con otras subvenciones y generar trabajo y recursos además de investigar. Químico por la Universidad de Zaragoza, se doctoró en Inmunología y pasó tres años en Friburgo (Alemania) junto a su mujer Eva Gálvez, científica del Instituto de Carboquímica del CSIC en Aragón, para regresar en 2008. Siempre supo que quería investigar, no solo el cáncer y las células ‘asesinas naturales’, sino enfermedades autoinmunes inflamatorias reumatoides, sepsis o colitis ulcerosa.

Para él la ciencia lo es todo, es investigar, leer, divulgar. Como para Alberto Jiménez Schuhmacher, que sin pestañear explica que los investigadores trabajan para que diez años después los médicos curen, porque la investigación es un fondo de inversión. Biólogo, Hijo predilecto de Zaragoza, trabajó en el Memorial Sloan-Kettering Cáncer Center de Nueva York y con Mariano Barbacid en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) y, entre otras investigaciones (y financiaciones), con Aspanoa batalla contra un raro tumor cerebral infantil.

La ciencia que transforma el mundo
viene de la lenta investigación básica

Alberto busca nuevas formas de diagnosticar el puñetero cáncer, y solo pide estabilidad, que se ejecute un 20% de la inversión en ciencia, "porque la ciencia que transforma el mundo viene de la lenta investigación básica", porque ciencia es tener tiempo para pensar en todos los datos que te ofrece hasta una pipeta. Desarrolla una nueva técnica de diagnóstico bautizada como ‘biopsia virtual’ y desde hace unos meses, trabaja junto con el servicio de Neurocirugía del Hospital Clínico de Zaragoza, que dirige Juan Calatayud, en la creación de un banco de tumores del sistema nervioso central, es decir de cerebro y columna, lo que permite a Alberto ver pacientes, y "escuchar a otros, que también es ciencia"; junto a un equipo que rezuma ciencia, porque, dice Calatayud, "si la ciencia avanza, avanza la tecnología". En una rara y necesaria colaboración, porque mientras Alberto investigó en el CNIO no estuvo con ningún médico e incluso ahora envía tejidos nada menos que a su maestro Barbacid.

Julián y Alberto son dos cerebros impagables, dos investigadores de primera línea que optaron por regresar, hacerlo a Aragón y en malos momentos de crisis. Porque en lugar de estar pendientes de que sus investigaciones vuelvan a contar con financiación y no se tengan que parar hasta que llegue, o ver cómo se atasca el papeleo administrativo, o cómo las convocatorias se retrasan durante meses, o llegan los rumores sobre qué becas se van o no a conceder... hoy podrían ser catedráticos en Alemania, como dice Alberto, "pero regresé porque quería formar una familia, porque quería acompañar en sus últimos momentos a mi padre".

Suspendidas

Ellos son solo dos de los muchos investigadores que trabajan muchas veces por cuatro duros por evitarnos sufrimiento y dolor; por proporcionarnos vida en todos los ámbitos imaginables; por eliminar esa cara amarga que es una muerte indigna por inacción. Porque en Aragón hay más de 3.000 investigadores en el sector público y unos 1.000 en el privado, y aproximadamente unos 300 grupos públicos de investigación, pero la Universidad de Zaragoza ha quedado fuera de la clasificación mundial QS, en la que han suspendido casi todas las universidades españolas por la falta de financiación en investigación, y sonroja ver que no hay institución española entre las 150 mejores del mundo, lo que da mucho que pensar. Mucho. Aunque desde la Universidad de Zaragoza se reste importancia y se insista en que el nivel de investigación "sigue siendo muy alto".

Juan Calatayud, también profesor en la Universidad de Zaragoza, mantiene que todo es por una falta de planificación, de organización, pero a la vez de sentimiento, porque la ciencia, "como la medicina tiene que tener alma, corazón y razón (raciocinio), porque la medicina es algo más que gente que sabe responder a preguntas tipo test". Porque ser médico es llevar la ciencia en el corazón y en las manos.

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