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Elidio Rodrigo Revilla: "La verdadera política es la seriedad y el trabajo"

Los gurús de la economía desbrozan algoritmos en busca de fórmulas mágicas. Este empresario de 80 años sigue apostando por la receta tradicional.

"Donde no hay gente de palabra, no merece la pena estar; y donde no hay seriedad, tampoco. Esos son los valores básicos de una empresa", dice Elidio.
"Donde no hay gente de palabra, no merece la pena estar; y donde no hay seriedad, tampoco. Esos son los valores básicos de una empresa", dice Elidio.
Raúl Lahoz

¿Compramos un número de lotería?

Muchas gracias, pero con este café descafeinado estoy servido.

Igual nos toca...

Me parece fenomenal que la gente juegue a la lotería, pero yo no creo en el azar, sino en el trabajo diario.

¿Cuánto ha cotizado?

Desde los 14 años hasta que con 70 años mi hijo Pepe me dijo que ya valía...

¿Empezó a trabajar con 14 años?

Antes. Fueron años duros, Nací en Ólvega a los pocos días de acabar la Guerra Civil: el 22 de mayo de 1939.

¡Felicidades! Hoy cumple 80 años.

Gracias. Ya le digo que había que trabajar mucho ayudando a mis padres. A los 14 años entré en Electricidad del Queiles. En un principio, no ganaba nada.

¿Y por qué trabajaba si no le pagaban?

Porque así podría aprender a escribir a máquina y contabilidad. Era aprendiz. Luego me pusieron como botones. Mi siguiente trabajo fue en Embutidos Moncayo.

¿De contable?

De todo: deshuesador, haciendo embutidos... De ahí pasé a la empresa de mi padre. Lo dejé cuando me marché a la mili a Ceuta.

¿Le cambió la mili?

No mucho. Regresé y seguí trabajando. Mis hermanas también trabajaban en la empresa familiar. Yo era contable, matarife, vendedor... También tuve que crear una red de ventas en Aragón y Rioja. Igual estaba matando un cerdo o una ternera que vendiendo o transportando carne en una furgoneta DKV...

Esto que me está contando no se aprende en la universidad...

No lo sé, pero esta es mi vida. Lo de las ventas se me daba bien. El siguiente paso fue junto a mi primo Emiliano Revilla, que entendió que podía dinamizar la zona de ventas de Revilla en La Coruña y Valencia. Iba muy bien la cosa, pero tuve que dejarlo.

¿Por qué?

Por mi familia. No veía a mi mujer, Carmen. Tampoco a mis hijos, Elidio, Pepe, David y Diego. Por eso regresé a Ólvega, donde monté una empresa de transporte frigorífico. Cuando Diego tenía seis años, en 1980, vinimos a Zaragoza. Quería que los chicos estudiaran.

Aquí montó otra empresa.

Distribuciones Rodrigo. La llevan mis cuatro hijos. Somos cien trabajadores. Trabajamos en el sector alimentario, que es una de las fortalezas de Aragón.

¿Hablamos de política?

No atiendo mucho esos temas. La verdadera política es la seriedad y el trabajo.

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