ENTREVISTA

Fernando Sánchez: "Erik el Belga era un expoliador, no un ladrón de guante blanco"

El inspector Fernando Sánchez (Zaragoza, 1977) habló sobre protección del patrimonio histórico en un acto de la Fundación Tarazona Monumental.

Fernando Sánchez, jefe del grupo de delincuencia organizada.
Fernando Sánchez, jefe del grupo de delincuencia organizada.
Oliver Duch

¿El patrimonio histórico está suficientemente bien protegido?

Sí, pero la mayoría de los delitos fueron cometidos años atrás, lo que dificulta las investigaciones. Llegan a nuestras manos obras de arte de particulares que descubren que esa pieza fue robada hace 20 o 30 años o incluso más, como pasa con muchos bienes de Sijena sustraídos en la Guerra Civil.

¿No prescriben?

Sí, pero la propiedad no. Los bienes de Sijena fueron declarados Monumento Nacional de Interés Cultural en 1923, con lo cual todo lo que sea posterior a esa fecha tiene esa protección.

Al hablar de robo de arte nos viene a la cabeza Erik el Belga.

De hecho tuvimos una investigación de una tabla renacentista recuperada en Zaragoza que fue sustraída en 1979 de una ermita de un pueblo de Palencia y sospechamos que fue el autor del robo.

¿Cómo llegaron a esa conclusión?

Un coleccionista privado encontró en un catálogo de 1984 comprado en un mercadillo una foto de un cuadro que tenía en su casa. Como los buenos amantes del arte, no quería una obra robada. La investigación descubrió que en esa zona y esa época había actuado Erik el Belga. Nos pusimos en contacto con él, pero no pudo ni certificarlo ni negarlo.

También dejó su huella en Aragón.

Así es. Teníamos un jefe en la unidad central de patrimonio histórico que decía que tenía una fama de ladrón de guante blanco que no le correspondía. Era un expoliador que iba a iglesias abandonadas a robar. Además, era un gran falsificador.

Los saqueadores se cebaron con el medio rural...

Un ejemplo claro de expolio fue el de los cascos celtibéricos de Aranda. Hay gente que desconoce que no se puede llevar a su casa una pieza arqueológica. El gobierno alemán alertó a las autoridades españolas cuando se intentaron subastar aquellos cascos.

¿Qué hace falta para recuperar una obra en paradero desconocido desde hace décadas?

Muchas veces es un cúmulo de casualidades. Salen a la luz porque el propietario, de buena fe, quiere introducir la obra en el mercado o exportarla, y al pedir permiso se detecta. Así ocurrió con la tabla de Bulbuente.

¿Qué operación recuerda con más cariño?

Sin duda, la recuperación de la cuna de plata de Sijena, que fue interceptada en una subasta en Barcelona. Al ser una donación realizada con posterioridad a 1923 se consideró nula de pleno derecho. Gracias a esa investigación tuve el placer de ser pregonero ese año en las fiestas de Sijena.

¿Tienen apoyo de los anticuarios o de las casas de subastas?

Sí. Los anticuarios disponen de un libro de policía que refleja todas las compras y ventas que realizan, y está sujeto a inspección por nuestra parte. Además, una o dos veces al año se hace una inspección al azar. Las casas de subasta tienen la obligación legal de informar del catálogo con anterioridad a las autoridades para que tengamos constancia de las piezas.

¿Qué seguimiento hacen de los rastros?

Es mucho más difícil, pero normalmente muchos son anticuarios. Por otro lado, en los rastros se suelen vender objetos que no pasan de los 100 años de historia, por lo que se consideran viejos. No llegan a ser antigüedades.

¿Recientemente se ha descubierto alguna pieza en Aragón?

Tenemos una investigación en curso, de la que por ahora no se pueden dar detalles, de una obra que ha sido recuperada. Hay que ver cómo ha aparecido en manos privadas. Pudo ser sustraída de una iglesia durante la guerra.

¿La investigación requiere reconstruir la historia?

Es como hacer un árbol genealógico, pero en vez de con familias, con propietarios. Implica mucho trabajo, remontarse muchos años atrás, y a veces es difícil demostrar su origen. Para mí es un ‘hobby’ dentro de mi trabajo. Yo empecé aquí por casualidad pero he llegado a hacerlo con mucho gusto. En Aragón tenemos un patrimonio r

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