Heraldo del Campo

Vitivinicultura

Diversidad y calidad que ya se pueden catar

La Denominación de Origen Cariñena está realizando un complejo análisis de sus suelos, sus viñas y su clima para lograr mayor diferenciación y calidad en sus vinos.

Miembros de la D. O. catan los vinos elaborados en una bodega experimental francesa.
Miembros de la D. O. catan los vinos elaborados en una bodega experimental francesa.
D. O. Cariñena

La Denominación de Origen Cariñena se encuentra inmersa en un ambicioso estudio para descubrir qué variedades de uva y qué técnicas agrícolas son las más adecuadas en cada parcela para elaborar los vinos de mayor calidad y más característicos. Esta investigación no estará concluida hasta dentro de cuatro años, pero en la D. O. ya se han podido conocer, y degustar, los primeros resultados. Los datos los ha presentado el máximo responsable del estudio, Laurent Duret, ingeniero agrónomo, enólogo y asesor en viticultura de la empresa Groupe ICV, que está haciendo un exhaustivo análisis de los suelos, viñas y climatología de ‘El Vino de las Piedras’, la marca con la que se conoce toda la producción de la Denominación, para identificar y caracterizar los diferentes terroirs y, de esa forma, "decidir qué plantar en cada situación". Y como una cata vale más que mil palabras, los técnicos y enólogos de Cariñena también han podido comprobar los avances del estudio a través del paladar, con los seis vinos elaborados con uva de la denominación pero elaborados en una bodega experimental de Montpellier.

Una primera conclusión es que la denominación de origen más antigua de Aragón se caracteriza por "una gran diversidad de terroir, mucho más compleja que en otras denominaciones aragonesas», señala Duret, que comenzó a trabajar con la D. O. en 2017. Una complejidad, detalla el experto, que viene además dada porque Cariñena tiene «muchos suelos diferentes, hay 14 variedades y eso es mucho potencial que tiene que aprovechar para diferenciarse". Pero para eso, insiste, hay que plantar teniendo en cuenta la mejor adaptación de la planta, del tipo de suelo, los niveles hídricos, etc.

El estudio solo ha echado a andar, pero en este primer año de recorrido, en el que se han tomado muestras de 100 parcelas, ya ha identificado y descrito seis principales unidades de terroir. La primera corresponde a suelos aluviales recientes -con suelos pardos limoso-arcillosos profundos y poco pedregosos-, la segunda presenta suelos de terrazas pedregosas de llanura -con suelos pardos o rojizos y muy pedregosos-, la tercera es de suelos rojos oxidados de terrazas -con suelos rojos, arcillosos profundos y pedregosos-, la cuarta unidad es de suelos de semiladeras y vertientes -de suelos pardos heterogéneos, arcillosos y pedregosos-, la quinta corresponde a suelos de mesetas de calizas -con suelos blancuzcos grumosos, muy calizos y pedregosos- y la sexta unidad presenta suelos de laderas con pizarras -de suelos pardos o grises, arcilloso-arenosos y pedregosos-.

Sobre esta zonificación, que se completará en años sucesivos con subdivisiones, ya se han identificado 20 parcelas para formar una "red de referencia", con la que se estudiará el desarrollo de las variedades de uva consideradas de más interés. Laurent Duret recalca que "todas las unidades son interesantes y cada una tiene su potencial", por lo que el estudio de los terroirs permitirá tanto potenciar la elaboración de vinos de calidad pero para un público amplio como los vinos más selectos. En este aspecto, matiza el experto, los primeros datos del estudio ya han destacado las posibilidades de la uva cariñena en dos de los tipos de terreno, los de cascajo y los de pizarras, "que producen dos vinos muy equilibrados, pero muy diferentes, el primero con menos acidez".

Un exhaustivo análisis que se prolongará hasta 2022

El estudio que está realizando en la D. O. Cariñena el ingeniero agrónomo y enólogo francés Laurent Duret se prolongará hasta 2022. Hasta entonces se realizarán visitas anuales a unas 100 parcelas en las que se realizará un seguimiento, a través de la observación y los análisis del suelo, la vid y la uva. El objetivo es clasificar los diferentes terroir, esa palabra francesa que se usa para definir la combinación de factores que caracterizan un viñedo, desde el suelo y el clima hasta el trabajo del hombre, pasando por la pendiente o el tipo de vid.

A ello se sumará las catas, por parte de jurados expertos, de diferentes muestras de vinos para estudiar y clasificar sus condiciones de producción y vinificación. Y todo ello se concretará en unas fichas con recomendaciones de cultivos y vinificación para que los productores puedan plasmarlo en su trabajo diario. El reto final será desarrollar el márquetin. 

100

Parcelas. Duret explica queeste año se han tomado 100 muestras de parcelas, pero todavía es demasiado pronto para que aporten datos de los terroir. El objetivo para las próximas temporadas es realizar visitas durante el desarrollo vegetativo de la viña para identificar parámetros como el vigor de la planta, la sensibilidad al estrés hídrico y la precocidad. Unos datos que se recogerán también durante el ciclo de la viña y en la vendimias.

Resultados

Primer año. Duret señala que los resultados del primer año (análisis de las parcelas y minivinificaciones de 2018 y cata de los vinos de la cosecha de 2017) ya están mostrando datos de interés para las bodegas, como el adelantamiento de la época óptima de vendimia con el aumento de las temperaturas.

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