Una asistencia de calidad

Los sindicatos aragoneses de médicos y enfermería han comenzado paros parciales de diez minutos para denunciar la «situación límite» en la que trabajan.

Lidia Serrano y Manuel Gimeno –de Teruel Existe– y Polo –Vecinos–, en la presentación de la protesta del domingo
Lidia Serrano y Manuel Gimeno –de Teruel Existe– y Polo –Vecinos–, en la presentación de la protesta del domingo
J. Escudero

La sanidad pública en Aragón tiene un alto nivel, pero también mucho que mejorar. Con esfuerzo y tesón, los profesionales superan día a día un sinfín de dificultades por los recortes presupuestarios que llegaron tras la crisis económica y el incremento de la demanda por el envejecimiento de la población. Pero desde la Administración hay que dar una respuesta con más previsión y mejor organización.

Los sindicatos aragoneses de médicos y enfermería han comenzado paros parciales de diez minutos para denunciar la «situación límite» en la que trabajan. Reclaman que se asegure una asistencia de calidad a los pacientes y disponer de tiempo y de condiciones de trabajo adecuadas. A esta movilización global se suman estos días reclamaciones concretas: la manifestación del próximo domingo en Teruel por la falta de especialistas, el plante de los anestesistas y las protestas del personal no sanitario del Salud porque el abono del nivel 3 de la carrera está paralizado desde 2010. El sobreesfuerzo que vienen practicando los profesionales en la última década no ha podido evitar un aumento de los tiempos de espera, lo que repercute en el estado de satisfacción de los pacientes.

Los paros y las protestas protagonizadas por médicos y personal de enfermería en diversos lugares de Aragón y del resto de España trasmiten el malestar por un deterioro prolongado, que es preciso abordar con políticas de personal que permitan dimensionar las plantillas a las necesidades y acabar con la precariedad. Superada la crisis económica, es preciso repensar el sistema para que pueda seguir afrontando viejos retos (la dispersión de la población por un extenso territorio) y también los nuevos (el envejecimiento y el elevado coste de las tecnologías). Por ello, la sanidad pública no solo debe restañar las heridas que ha dejado la crisis, sino revisar sus estructuras para ofrecer las garantías que una sanidad de calidad exige.