El día a día en un piso de acogida

Los menas viven tutelados por la DGA. Los más jóvenes están supervisados las 24 horas y a partir de los 17 años gozan de más libertad en su transición a la vida adulta.

Luis Manzano y Elvira Roque, en la sede de Accem.
Luis Manzano y Elvira Roque, en la sede de Accem.
Raquel Labodía

Llegan solos. Cada vez más. Un 70% vienen de Marruecos, aunque también los hay de Argelia, Senegal y Guinea-Conakry. En muchos casos su viaje es un proyecto migratorio familiar y los suyos han pagado hasta 3.000 o 4.000 euros para que puedan subirse a una patera.

Elvira Roque, psicóloga que trabaja con menores no acompañados (menas) en la organización Accem de Zaragoza, describe así el perfil mayoritario de este colectivo. La presencia de chicas es testimonial. Este fenómeno migratorio no ha hecho más que crecer desde finales de los noventa del siglo pasado en Andalucía. En 2018 se manifestó con fuerza en Aragón y puso a prueba el sistema de acogida de menores de la DGA. En el último medio año la Comunidad ha creado 140 plazas específicas para atenderlos a través de conciertos con entidades sociales.

Una de ellas es Accem, que desde principios del pasado octubre gestiona tres pisos para seis jóvenes cada uno (la capacidad máxima) de 17 años de cara a favorecer su integración y la transición a una vida independiente. Es un recurso pionero que ha puesto en marcha la DGA, con un total de 50 plazas conveniadas con distintos organismos. El coste de cada plaza por día asciende a 37,37 euros.

Para trabajar con estos menas, Accem tiene un equipo educativo de cuatro profesionales (psicóloga, educador social y dos trabajadores sociales) que les supervisan en sus hogares y les ayudan. "Les acompañamos gran parte del día y cada semana llevamos uno el teléfono de guardia para cualquier problema que surja cuando no estamos. Ellos hacen la compra y estamos allí comprobando lo que adquieren, su alimentación y sus menús, por ejemplo. Vamos con ellos al centro de salud o donde haga falta", explica Roque sobre el día a día de estos alojamientos.

Aprender español es su principal objetivo ahora y reciben clases en las instalaciones de Accem mañanas y tardes. También hay voluntarios que acuden al piso a conversar con ellos. Quieren trabajar y, más adelante, la mayoría se formarán en ciclos o talleres de FP. Las organizaciones quieren que lo hagan en algún recurso educativo de los existentes y así se lo han planteado a la DGA. Han formado un equipo de fútbol, que entrenan dos voluntarios, y hasta han hecho alguna prueba en un club local.

Los menas están supervisados durante las 24 horas en los pisos de adolescentes de entre 14 y 16 años, como los que se abrieron en Borja. Su régimen de funcionamiento es muy similar al de un centro de menores. En Borja, por ejemplo, en cada uno de los pisos de seis muchachos  hay durante el día tres profesionales y uno por la noche, además de otro de guardia localizado. Los chavales se escolarizan en los institutos de la zona, tienen un horario y pueden salir con libertad.

Estos hogares en Borja forman parte de la apuesta del Instituto Aragonés de Servicios Sociales (IASS) por ubicar estos dispositivos también en el medio rural.

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