Por
  • José Luis Valero

El efecto invernadero del cierre de la térmica

La térmica de Andorra cerrará en junio de 2020, según ha confirmado Endesa
La térmica de Andorra cerrará en junio de 2020, según ha confirmado Endesa
Laura Uranga

La ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, quiere recuperar su prestigio perdido en la lucha contra el cambio climático tras el fiasco del caso Castor, cerrando las centrales térmicas de Andorra y de Compostilla (León) y a costa de aumentar la despoblación, quebrar la economía de más de treinta municipios, dos comarcas y dos provincias y poner contra las cuerdas el futuro de miles de familias. Lo triste es que su falta de miras no arreglará para nada el efecto invernadero del planeta, mientras que va a causar un destrozo socioeconómico de terribles consecuencias. Ello, sumado a la metedura de pata sobre el diésel y la gasolina que está provocando un serio descosido en la automoción, evidencia que la ministra no está a la altura de las circunstancias y que más allá de gestos simbólicos de cara a colectivos ecologistas. Ribera carece de una política global que equilibre la defensa del medio ambiente con la del carbón como sector estratégico y con las políticas sociales para luchar contra la despoblación y mantener la calidad de la educación, la sanidad y las prestaciones asistenciales en todo el territorio. De hecho, esa carencia de visión política y su debilidad es lo que ha aprovechado Enel (Endesa) para acelerar un cierre impresentable que debería costarle más que un plan de compensaciones que siempre será insuficiente.