Rayos, aludes, calor... ¿qué posibilidad hay de morir por un fenómeno de la naturaleza?

Un total de 36 aragoneses han fallecido en lo que va de siglo debido a sucesos naturales.

Rayos sobre Ontinar del Salz
Rayos sobre Ontinar del Salz
José Romeo

Aunque haya caído en cierto desuso, la expresión '¡que me parta un rayo!' sigue siendo recurrente. Se emplea para mostrar sorpresa o un especial descontento ante una situación. Y, aunque parezca casi imposible que un rayo caiga del cielo y alcance a un viandante, la realidad es que existen ciertas posibilidades de que la frase se materialice.

En lo que va de siglo, tres aragoneses han perdido la vida después de que un rayo les alcanzase, según se desprende de los datos sobre muertes por fenómenos naturales registrados por el Instituto Aragonés de Estadística. El último en morir de esta manera en la Comunidad fue un turolense de 37 años natural de la localidad de Cubla y vecino de Valencia. Fue alcanzado cuando circulaba con su bicicleta por la carretera comarcal que une las localidades de Cascante del Río y Valacloche. El fatal accidente se produjo cuando empezaba una fuerte tormenta con un gran aparato eléctrico.

Aragón es una de las Comunidades que más descargas eléctricas registra. Las comarcas de Gúdar-Javalambre y Maestrazgo, en Teruel, son las áreas más afectadas de la Comunidad. Según la estadística nacional, que cuenta con los datos de la red de detección de rayos de Aemet, Teruel es la provincia española donde se produce un mayor número de descargas eléctricas. Pese a ello, la posibilidad de perecer de una forma tan fulminante es remotísima: una entre diez millones. Y la muerte 'solo' llega, pese a lo que cabría imaginar, para uno de cada tres alcanzados.

Del compendio estadístico aragonés en torno a las muertes por fenómenos naturales se desprende que el fallecimiento más habitual a manos de la naturaleza son los aludes. En total son 18 las vidas que se han perdido por este motivo, una al año, en sucesos que suceden especialmente fuera de las estaciones de esquí. Así sucedió el pasado mes de marzo en Formigal, cuando un joven monitor de esquí fue sepultado cuando se encontraba practicando deporte fuera de pista.

Tras los aludes, el fuego es la segunda causa natural que más víctimas mortales genera en la Comunidad. Son nueve los muertos aragoneses en incendios forestales desde 2001. En el otro lado de la balanza se encuentran los deslizamientos de tierra, el motivo con menos cadáveres a sus espaldas: tres. Uno de ellos ocurrió en 2007, frente a otras dos vidas segadas por esta razón en 2016, siempre según las estadísticas registradas.

También el calor se cobra sus víctimas, pese a que en pleno siglo XXI las recomendaciones paa esquivar las altas temperaturas están más que machacadas. Desde 2001, cuatro aragoneses han fallecido como consecuencia de olas de calor, ante las que las autoridades y la lógica más elemental aconsejan beber agua en grandes cantidades y resguardarse del sol, sobre todo en las horas centrales del día.

Y, aunque en algunas épocas del año parezca mentira, especialmente en los municipios aragoneses que salpican el valle del Ebro, el viento no ha provocado ninguna muerte. Al menos de forma directa y según reflejan los datos oficiales (que no contemplan, por ejemplo, la fallecida hace unos años tras ser golpeada por la rama de un árbol durante la celebración de la Cincomarzada). El otro fenómeno natural que de vez en cuando deriva en muertes en España son los temporales marítimos. Aragón, ajustándose a la lógica más elemental, se libra por el momento de lamentar ninguna muerte por este motivo.

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