Ariño reclama planes de reactivación para garantizar el futuro de la cuenca minera

El Plan del Carbón deja una sensación agridulce entre los mineros aragoneses.

Álvaro Latre, Joaquín Noé y Sergio Urgel, en las instalaciones de Samca en Ariño.
Álvaro Latre, Joaquín Noé y Sergio Urgel, en las instalaciones de Samca en Ariño.
María Quílez

El futuro del carbón, la inversión en la térmica de Andorra, la garantía de suministro, la reindustrialización… En Ariño hace años que no se habla de otra cosa y estos días, tras la firma del Plan del Carbón 2019-2027, las conversaciones se suceden. En general, en los bares y establecimientos de la localidad de la que se extrae más del 60% del carbón autóctono que se quema en todo el país, la sensación es agridulce.

Los trabajadores de las minas saben que tendrán una salida digna gracias a las condiciones que han pactado los sindicatos en Madrid, pero no basta con eso. Saben que el marco es el último y que enterrará el lignito como fuente de energía. Y quieren que sus hijos tengan oportunidades para no tener que marcharse, igual que los jóvenes que todavía quedan en el pueblo, que se resignan a vivir de otra cosa que no sea el carbón, que ha supuesto el sustento de sus familias durante generaciones. Hoy, la actividad minero-eléctrica en la cuenca de Andorra da trabajo –directo e indirecto- a unas 4.000 personas. Además supone el 40% del Producto Interior Bruto de la provincia.

Sergio Urgel tiene 41 años y es de Ariño. Lleva 17 trabajando para Samca en el cielo abierto. Antes, ya estuvo trabajando en las minas de arcillas. Como prácticamente todos los hombres de su generación, vio en la minería una salida profesional desde muy joven y muy pronto terminará su vida laboral. "En el Régimen Especial de la Minería llevo 17 años, por lo que, atendiendo al plan, me podré prejubilar en tres años", explica. Reconoce que es una oportunidad para él pero no deja de preocuparle la situación. "Hay un problema para los que vienen detrás. Hacen falta alternativas porque si no, estos pueblos van a morir. Si Endesa no invierte en la central, esto puede ser desastroso", augura.

Sus reflexiones denotan pesimismo. Son pocos los que confían en que Endesa invierta en la central de Andorra los 190 millones de euros que necesita para alargar su vida útil más allá de 2020. El tiempo va pasando y no se avanza. "Claro que nos gustaría que continuara, por lo menos hasta que haya alternativas, pero es muy complicado", dice.

Urgel se refiere a las alternativas que necesitan jóvenes como Álvaro Latre. Con 27 años suma nueve trabajando en el lavadero de carbón de Ariño. Se encarga de realizar labores de mantenimiento y ya ha pasado por tres subcontratas diferentes. "Me gusta mi trabajo. No querría tener que cambiarlo", explica. Por el momento, no se ha planteado cambiar de vida ni dedicarse profesionalmente a otra actividad pero no se cierra puertas en el futuro. "Nunca se sabe", admite.

Para trabajadores de subcontratas como Latre, el Plan del Carbón también contempla medidas. No están dentro del Régimen Especial de la Minería, por lo que no pueden optar a prejubilaciones ni bajas incentivadas, pero sí se considerarán "excedentes" y las mineras tendrán que contar con ellos a la hora de realizar labores de restauración u otras actividades.

Les acompaña el alcalde, Joaquín Noé. Se acaba de prejubilar tras más de 20 años de mina a sus espaldas. Él es optimista con respecto al carbón. Sobre todo cuando se refiere a la "nueva vida" que plantea Samca para el mineral que se extrae en Ariño. "La planta de fertilizantes prevista puede suponer una salida para los jóvenes como Álvaro", indica. El proyecto, que no contará con ayudas para la reactivación, creará más de 30 empleos en el pueblo.

Sergio, Álvaro y Joaquín son muy críticos con la reactivación. Les indigna que empresas como Samca, con arraigo territorial y que creen en el futuro de la cuenca de Teruel, no puedan optar a las ayudas del Plan del Carbón por su herencia minera. Recalcan lo que ha supuesto el Balneario para Ariño y la ampliación de la residencia de ancianos. "Aquí se han hecho cosas bien pero hace falta más tiempo", subraya el primero. "Con todo el dinero que ha llegado a la zona, se podía haber hecho mucho más", añade el segundo, que lleva toda la vida oyendo hablar de una reindustrialización que llega con cuentagotas.

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