La Hoz de la Vieja: tejer la vida con alegría y endulzarla con mimo, por lo que pueda venir

El optimismo y la ilusión por hacer cosas no tiene edad en La Hoz de la Vieja, con el proyecto Macuteje.com y la miel Hermanos Polo como puntas de lanza entre los emprendedores y divulgadores de ilusión.

Carmen Esteban y Mercedes Pastor posan ufanas después de hacer acopio de verdura fresca.
Carmen Esteban y Mercedes Pastor posan ufanas después de hacer acopio de verdura fresca.
Laura Uranga

La alegría de vivir es más un estado que una meta, y suele alcanzarse cuando no se persigue. Algunos afortunados mortales parecen poseerla de un modo tan natural que casi generan envidia (o sin casi) antes de despertar una sincera admiración. El fenómeno parece muy extendido en La Hoz de la Vieja; las duplas compuestas por los hermanos Polo y el matrimonio de docentes que forman Macu González y Antonio San Bernardino son dos excelentes ejemplos de lo comentado. Si hubiera una fórmula, y una vez conocida su actitud ante la vida a pesar de los sinsabores que incluye, sería la que aplican estos cuatro en el día a día; entusiasmo por lo que hacen y afición a extender esa contentura allá donde pasan. La cosa no queda allí; caminar por las calles y conocer a Carmen, Mercedes, Teodoro o Antonio es una cura para el escepticismo; comprar acelgas y posar en un solo gesto es posible, lo mismo que caminar con bastón hacia el bar y bailar súbitamente para recibir a la lluvia. Luego se suman a los talleres e iniciativas que arma Macu; hay tiempo y ganas.

Macu (viene de Cantabria, pero está enamorada de las Cuencas Mineras) y Antonio han trabajado como profesores en Aragón durante varias décadas, y se acaban de jubilar. Impartieron clases en pueblos de la zona (Alacón, Oliete) y llegaron a La Hoz hace veinte años en busca de una casa para restaurar e instalarse. "Queríamos una vida más natural, y este pueblo –apunta Macu– tenía sabor, lo supimos enseguida. Así que compramos nuestra casa y nos pusimos a rascar maderos, a sacar la piedra… también empezamos a rescatar piezas antiguas de artesanía popular que no recibían la valoración adecuada, así que fuimos comentando con los vecinos sobre las posibilidades de aprovechamiento de esas piezas. Por otro lado, enseguida supe que este lugar era perfecto para hacer a mi aire cosas que me encantan, como tejer en pleno monte".

La Hoz de la Vieja: bienvenidos al campo de los sueños

Inagotable

Macu se entregó poco a poco a diversas actividades divulgativas, con el apoyo de su marido, a quien le apasiona la restauración de piezas de artesanía. "El trabajo del profesor, tenga el alumno la edad que tenga, es transmitir; que quien recibe la enseñanza esté orgulloso de aprender, que se sienta bien. Hay que escuchar al alumno, saber que le interesa, y luego motivarlo".

"Ahora –anuncia Macu– hemos planteado ajardinar el ribazo del lavadero con chavales muy jóvenes, de bachillerato, tienen ya macetas y luminarias y piensan acabar el trabajo para Todos Los Santos: ese lavadero se restauró en 2011 y se hacen exposiciones en él. Ahora haremos unos murales fotográficos; mientras tanto mostramos el Museo del Pan, creamos conciencia medioambiental... la idea es sentirse bien desde que te levantas, sonreírle a la vida por encima de los reveses". "Es una tormenta de ideas, un volcán –apunta Antonio, con ojos de enamorado– siempre está con una nueva ocurrencia". En su taller (tiene web: macuteje.com) recibe a los curiosos con su pequeño telar adaptado a la curiosidad de los niños, una muestra de muñecas y adornos, cajón de lana para cardar... hace prendas de vestir, tapices y complementos.

La miel de los Hermanos Polo

José Antonio y Carlos Polo, ambos hijos de La Hoz, están a punto de bautizar comercialmente su producción mielera. Se llamará Hermanos Polo, y la idea es que salga la primera producción formal antes de Navidad. "Dejamos nuestros trabajos en Zaragoza –aclara José Antonio– para esta aventura. Nacimos aquí, nuestros padres trabajaron el campo, la ganadería y la apicultura; salimos fuera a estudiar a los 14 años y ya no volvimos, exceptuando visitas familiares y vacaciones. Hacia 2011, el tema laboral estaba complicado: yo era ingeniero en una empresa eléctrica que acabó cerrando, y mi hermano Carlos era taxista, pero quería un cambio de aires: el trabajo del fin de semana le impedía ir al pueblo tanto como quería. El monte nos tiraba mucho, y aquí estamos".

La miel andaba ya el ADN familiar. "Mi padre se jubilaba, tenía 160 colmenas y hubo que decidir si nos las quedábamos o las vendíamos… al principio dedicamos los días libres a las abejas, hasta que en 2014 ya nos pasamos definitivamente a la apicultura. De 160 hemos llegado a casi 1.000; estamos armando una nave para envasar el producto y salir al mercado. Los apicultores de la zona solían vender a granel el recipientes de 300 kilos; nosotros no sacamos mucha miel, pero sí de alta calidad, de proceso rigurosamente artesanal. No pasteurizamos la miel, así que la nuestra sí cristaliza con el tiempo, pero no pierde propiedades. Manejamos este año tomillo, romero y encina, aunque se puede sumar o quitar alguna variedad según lo que dicte el monte. También varía un poco de color, por ese mismo mandato de la naturaleza. Es una miel única de un terreno árido".

LOS IMPRESCINDIBLES

Museo del Pan

Antiguo horno, también fue peña y trastero. En el año 2000, la asociación cultural local restauró el espacio a concejo, con apoyo municipal. Se hacen allí tortas en sartén para Santa Ana. En septiembre se regularizarán las visitas.

Las auroras o ‘cornetas’

Son unas oraciones llamadas ‘cornetas’ porque se pregonaba con este instrumento. Pili, la última pregonera (antes lo fue su madre) dejó la tarea hace un tiempo. Una vez al año se sale a cornetear, hacer jabón y visitar el lavadero.

Alojamientos

El albergue municipal situado en pleno centro del pueblo, es la alternativa actual de alojamiento para visitar este hermoso pueblo regado por el río Armillas. También hay una casa rural lista, en trámite de oficializar su actividad.

Ir al espacio 'Aragón, pueblo a pueblo'

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