Capdesaso: los ganchines y el gran José Antonio Villellas

Dicen que en Capdesaso intentaron atrapar la Luna con un gancho, y de ahí les quedó el gentilicio popular; el municipio cuenta además con uno de los joteros más reconocidos de Huesca.

El jotero José Antonio Villellas, de Capdesaso, posa en la plaza de la iglesia; es la zona conocida como El Soltador.
El jotero José Antonio Villellas, de Capdesaso, posa en la plaza de la iglesia; es la zona conocida como El Soltador.
Patricia Puértolas

Hay localidades que huyen de su apodo. Todo lo contrario ocurre en Capdesaso, donde sus vecinos lucen con orgullo el sobrenombre de ganchines. De hecho, hasta forma parte de la denominación de su principal asociación, Ganchina El Soltador, que es el motor social y cultural de esta pequeña población de Los Monegros.

La explicación conduce a una historia conocida, ya que ha sido utilizada en fábulas y poemas. Se trata del fallido intento de atrapar la luna a través de su reflejo. En la versión de Capdesaso, el protagonista es un vecino y el utensilio utilizado, un gancho, particularidad que da pie al tierno apodo. Además de este sobrenombre, la asociación incluye la denominación popular de la actual plaza de la iglesia, El Soltador. Antes de ser acondicionado, este espacio era un descampado al que cada familia conducía su ganado; desde allí, se llevaba al monte de la mano de un pastor, es decir, "era el lugar de suelta y recogida de los animales", explica la concejal del municipio, Blanca Borbón, que lleva casi 30 años ejerciendo esta responsabilidad. Un cargo que mantiene con un único objetivo. "Sumar y colaborar; sin ningún interés de carácter político", señala. Su amor al pueblo es fácil de demostrar. De hecho, reside en la localidad  junto a su pareja, a pesar de que ambos trabajan en la ciudad de Binéfar, situada a más de 60 kilómetros. "Me gusta vivir aquí, donde conozco a la gente y tengo tranquilidad", añade.

Capdesaso: pueblo de los ganchines y del gran José Antonio Villellas

Desde hace tres años, también reside en este municipio monegrino una de las integrantes de la junta gestora de la asociación Ganchina El Soltador, Julia Campdepadros, que procede de Villanueva de Sijena. El colectivo suma alrededor de 150 socios, es decir, casi tantos como vecinos. El perfil es muy variado, desde niños hasta mayores, lo que ayuda a "reforzar el sentimiento de unión y convivencia de la población", señala la joven, otra gran defensora del medio rural. "Aunque faltan algunos servicios, contamos con lo necesario y disfrutamos de un importante red de apoyo familiar y vecinal", subraya. A lo largo del año, la asociación organiza todo tipo de actividades, desde viajes hasta charlas, sesiones de cine o talleres. Casi todas sus celebraciones incluyen una buena comida o cena. Por ejemplo, la noche de San Juan conlleva el reparto de productos a la brasa; en la jornada anual de reforestación, toca reponer fuerzas con dos sartenadas.

Gancho de Honor

Dentro de sus celebraciones, el colectivo lleva ocho años reconociendo la labor de sus vecinos, fundamentalmente de aquellos que han apostado por crear un negocio en el medio rural o han destacado en diferentes disciplinas. Todos los premiados reciben el Gancho de Honor. El primero en obtenerlo fue el jotero José Antonio Vilellas, natural de Capdesaso, donde pasó su infancia y juventud; ahora reside en la cercana localidad de Sariñena. A la vuelta de la plaza está la que fue su casa, que todavía exhibe el apodo de sus moradores, El Cerilo; es un sobrenombre que luce con orgullo y atribuye a uno de sus antepasados.

José Antonio Villellas tiene pose de jotero. A cada paso da la sensación de que está sobre el escenario, esperando a que suene la bandurria para avanzar unos metros, inclinarse sobre el público y elevar su voz al cielo. De hecho, lleva una mano sobre la cintura y exhibe una sonrisa. Durante muchos años, ha sido una de las voces más reconocidas del folclore aragonés y en su momento, recibió el premio ordinario del Certamen de Jota Aragonesa de Zaragoza. Hombre sencillo y de pocas palabras, utiliza la jota para expresar sus sentimientos. A través de hermosas letras, habla de la que fue su profesora, la gran Camila Gracia, y de su labor al frente de decenas de escuelas de la provincia de Huesca, donde formó a más de 300 joteros. Del conjunto, dos han llegado a ser campeones de Aragón, Javier Badules y Elena Casaña. "Todo un orgullo", dice el monegrino, un "apasionado" de la jota, "de ese cantar tan nuestro".

Fresas y frambuesas

Al igual que muchos de sus paisanos, el jotero fue agricultor, un sector que sigue siendo la principal actividad económica del municipio de Capdesaso. Desde hace varios años, los extensos campos de cultivo conviven con los numerosos invernaderos instalados por un única empresa con sede en Valtierra (Navarra). En total, ocupan unas 25 hectáreas, muchas de titularidad municipal, lo que supone una importante fuente de ingresos para el consistorio. Además, la firma genera empleo, en su mayoría temporal, dando prioridad a los habitantes del municipio; a pleno rendimiento, llegan a los 200 trabajadores. Los invernaderos están dedicados a la producción de plantas de fresa y frambuesa.

Mariano Constante, un monegrino que sobrevivió al campo de Mauthausen

El alcalde de Capdesaso, Clemente Jaime, ha vivido siempre en el número 13 de la calle Alta de este municipio monegrino, la misma en la que nació uno de los más conocidos supervivientes del campo de concentración nazi de Mauthausen, Mariano Constante (1920-2010).

Hasta su fallecimiento, ambos mantuvieron una estrecha relación, viéndose cada vez que el histórico preso visitaba España, según detalla el primer edil. "Nuestro último encuentro tuvo lugar un año antes de su muerte. Muchas veces recuerdo aquellas conversaciones, que suponían una gran lección de vida", señala Clemente, "feliz" de los momentos compartidos. Todas las conversaciones acababan en Mauthausen, recuerda, ya que Mariano Constante nunca pudo ni quiso olvidar los horrores vividos. De hecho, dedicó gran parte de su vida a dejar constancia de aquella terrible experiencia.

La biblioteca del municipio está dedicada a este histórico republicano, que fijó su residencia en la localidad francesa de Montpellier y que escribió varios libros como ‘Los republicanos españoles en Mauthausen’, ‘Los años rojos’ o ‘Yo fui ordenanza de los SS’. Mariano Constante combatió en la Guerra Civil en la 43 División del Ejército Republicano Español y al finalizar la contienda, se exilió a Francia, donde se enroló en una compañía de trabajadores extranjeros al servicio del ejército francés. El monegrino fue apresado por los alemanes en junio del año 1940 y diez meses después, ingresó en el campo de Mauthausen, donde permaneció hasta su liberación el 5 de mayo de 1945. A su salida, había perdido 40 kilos, lo que evidencia las penalidades sufridas, y lo que es más importante, decenas de conocidos y amigos. Un total de 841 republicanos aragoneses fueron internados en Mauthausen; tras sus muros murieron 474 de ellos.

LOS IMPRESCINDIBLES

Ermita de Santa Elena

El templo está situado en el monte de Santa Cruz. Se trata de un edificio sencillo, de nave única, que cuenta con un altar de obra. Desde allí, se observan unas magníficas vistas de los alrededores. Se abre al culto con motivo de las fiestas.

Fiestas patronales

La localidad tiene dos fiestas, una en mayo y otra en septiembre; ambas son en honor de la misma patrona, la Santa Cruz, algo curioso. El programa incluye comidas populares, actos infantiles, conciertos y sesiones de baile.

La Ruta del Belén

Dentro de su amplio programa de actividades, la asociación Ganchina El Soltador también incluye una popular Ruta del Belén, en la que cantan villancicos y además disfrutan de deliciosas viandas de casa en casa.

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