Aragón ha recibido desde 2015 a más de mil refugiados procedentes de 50 países

Casi un tercio son sirios que huyen de la guerra y un 38% del total son menores.

Sofía Zambrano y Amin Rivas, en la heladería que abrieron hace una semana en Zaragoza.
Sofía Zambrano y Amin Rivas, en la heladería que abrieron hace una semana en Zaragoza.
Raquel Labodía

Aragón ha acogido desde finales de 2015 a más de un millar de refugiados y solicitantes de asilo que esperan la resolución de sus expedientes. Según los últimos datos actualizados por el Gobierno de Aragón, a fecha de 1 de junio, 1.042 personas han participado en el programa de acogida e integración para solicitantes y beneficiarios de protección internacional, que depende del Ejecutivo central y es gestionado por entidades sociales a las que subvenciona para dar atención integral a los usuarios.

Pero la cifra no deja de aumentar, debido, en parte, a que cada vez son más las plazas conveniadas en la Comunidad. Las llegadas han crecido de forma exponencial. Si en 2015, coincidiendo con el estallido de la crisis de los refugiados sirios, llegaron 39 personas, en 2016 vinieron 153 y en 2017 fueron ya 517, un número que previsiblemente se superará este año: a 1 de junio, las entidades aragonesas ya habían recibido a otros 333. En los próximos días podrían recalar en la Comunidad más, en función con la situación y el destino que se dé a los 629 migrantes del buque ‘Aquarius’. Ni la DGA ni las organizaciones humanitarias han recibido aún información, a la espera de las decisiones del Gobierno central.

Por nacionalidades, el grupo más numeroso en Aragón procede de Siria, con 314. Pero en la lista aparecen personas de hasta 50 países. Los segundos en el ranquin son los venezolanos, con 194 refugiados o solicitantes de asilo, y en el tercer puesto se sitúan los ucranianos, con 105 casos. Colombianos, georgianos, salvadoreños, palestinos y hondureños son los siguientes en el listado. En cuanto a su edad, un 38% (395) son menores y solo tres superan los 64 años.

De los 1.042 registrados por la DGA, 711 siguen incluidos en el programa, que por regla general tiene una duración global de 18 meses –puede prorrogarse a 24–, dividido en tres fases. De ellos, casi la mitad están en el periodo inicial de acogimiento, medio año en el que permanecen en alojamientos de las entidades, que en ocasiones comparten varias familias. En la segunda, pasan a vivir en pisos alquilados a su nombre y cuentan con ayuda económica para comenzar su integración en la sociedad y en la tercera, el objetivo es que puedan trabajar y sean completamente autónomos. En todo el proceso les atienden equipos multidisciplinares de trabajadores sociales, psicólogos, profesores, orientadores laborales, abogados, mediadores culturales...

Los problemas del sistema

Hay casi 400 plazas para alojarlos en esa primera fase, todas ocupadas, pero el número de participantes crece conforme los usuarios van pasando a las siguientes etapas. De las cinco organizaciones que trabajan en este programa en Aragón, la que más plazas tiene es la Fundación APIP-ACAM, que cuenta con 62 entre Huesca y Monflorite, disponibles desde finales de 2016, y otras 72 en Zaragoza que pusieron en marcha un año después. En la capital no solo acogen a familias con dos progenitores, también a madres solas con niños.

"Estamos contentos con los resultados, bastantes de los primeros que llegaron ya están trabajando", comenta la directora territorial en Aragón, Patricia Urzola. Al igual que Marta Maestro, de Diaconia (Iglesia Evangélica Española) –que tiene 17 plazas en Jaca desde enero–, reconoce que "todavía falta sensibilización social para romper estereotipos y prejuicios". Lo notan, por ejemplo, al buscar los pisos de alquiler cuyos contratos figurarán a nombre de los refugiados.

La segunda con más plazas (60 en Zaragoza y 36 en La Almunia de Doña Godina) es Accem, que acogió a los primeros solicitantes de asilo en octubre de 2015 y ya ha atendido a 532 personas de 40 nacionalidades. Además, tiene un convenio con el Ayuntamiento de la capital para cubrir las necesidades de aquellos que al acabar el itinerario todavía no tiene posibilidades de inserción laboral mientras tramitan ayudas como el IAI.

Su responsable en Aragón, Julia Ortega, subraya que hay situaciones muy distintas: "Los sirios reciben por sistema protección subsidiaria, pero para algunos, como militares desertores o activistas políticos, no es suficiente porque cuando acabe la guerra se invalidará esa protección para todos y ellos no pueden volver, ya que serían represaliados". Pero también hay "victorias", como haber logrado el estatuto de refugiados para dos rusos por su orientación sexual. Además, explica, han recurrido judicialmente otro caso de un iraní por persecución religiosa. Por su parte, APIP-ACAM ha llevado hasta la Audiencia Nacional las denegaciones a varios venezolanos y ucranianos.

La Fundación Cepaim, que comenzó a trabajar en este programa en verano de 2016, gestiona 30 plazas en Zaragoza y otras tantas en Teruel. Además, según explica Pilar Bernadó, coordinadora del centro aragonés, esta misma semana han acabado de acondicionar y de realizar los trámites para abrir en la capital otro piso con el que sumarán 6 nuevas plazas.

La oferta se completa con las 87 de que dispone Cruz Roja en las tres capitales de provincia: 46 en Zaragoza, 21 en Huesca y 20 más en Teruel.

De la oposición antichavista a una heladería junto al Pilar

Los venezolanos Sofía Zambrano, de 36 años, y Amin Rivas, de 37, son licenciados y tenían trabajo estable en su ciudad, Puerto Ordaz, además de regentar cuatro empresas. Pero la situación del país y su condición de opositores al régimen chavista lo complicó todo: "Vimos que no aguantábamos más, eran demasiados problemas". En diciembre de 2015 viajaron con sus dos hijas mayores, ahora de 9 y 3 años –la pequeña, de 1, nació en España–, a Asturias, donde vive una hermana de él, para informarse y hacer los trámites para venir a estudiar. En esos días, Amin fue despedido de la empresa estatal en la que trabajaba y decidieron no regresar a su país. En 2017 presentaron la solicitud de asilo, aún sin resolver, entraron en el programa de refugiados y el 30 de julio los enviaron a Zaragoza, acogidos por Cruz Roja. Ya entonces planeaban montar una heladería, A tu rollo, que abrieron el día 9 en la calle de Prudencio con la ayuda de la Fundación el Tranvía. Es la primera de helados a la plancha en la ciudad. Están "encantados" aquí y confían en que Venezuela "despierte de una pesadilla de 18 años de destrucción".

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