Barbuñales: Los Azara, orgullo de su pueblo

Barbuñales rinde homenaje perenne a los miembros de la familia más prestigiosa del lugar, con especial atención a Nicolás y Félix, nombres justamente venerados en la historia española.

Félix Perera, historiador aficionado y ex-alcalde, en las calles del pueblo
Félix Perera, historiador aficionado y ex-alcalde, en las calles del pueblo

El alcalde de Barbuñales, Fidel Cipriano, anda en los ochenta y pico, y vive en Barbastro. Está a un salto de su pueblo, en el que pasa todos los ratos posibles. En Barbuñales tiene a su gran amigo Félix Perera, antiguo alcalde durante dos legislaturas, lector empedernido que conoce todo tipo de detalles sobre la historia remota y reciente del pueblo. Fidel no es de Barbuñales, pero llegó allá hace 55 años. "Vine tras el amor de mi vida, decidí quedarme con ella y acabó siendo lo mejor que he hecho. ¡He sido tan feliz! Ella ya no está, pero mil veces que se plantease la decisión, mil veces repetiría la que tomé".

De alcalde lleva únicamente tres. "He intentado ayudar a quien me lo ha solicitado siempre, pero San Preciso no existe; me dijeron que había que echar una mano, que hiciera todo lo que pudiera, y ahí estoy, aunque ya me apetece que pase la legislatura y llegue alguien más joven, con ganas de servir. Algún locuelo habrá, o locuela… que ahora hay casi el doble de mujeres en el Gobierno. Que vengan con ganas de hacer buenas cosas".

Félix (81 años) también se alegra de haberse asentado en su pueblo, tras muchos años fuera. Su hija María José lleva la Asociación del Pialón con varias compañeras: organizan actos culturales, festivos y actividades lectivas.

"Tanto Fidel como yo –recuerda Félix– pasamos un tiempo en Barcelona. Yo volví en 1981; en los años 50 llegó el agua a nuestras calles gracias a tres fuentes, ya no había que ir con los cántaros a la Fuente de las Calzadas allá abajo, fuimos de los primeros en tenerla en la zona gracias a una canalización desde Ponzano. En los 60 ya llegó el alcantarillado y el agua corriente a las casas, antes también teníamos el Alcanadre, claro".

Actualmente, los motores del pueblo están en la agricultura, cebada sobre todo, también almendra y viña. Todo el pueblo tiene bodegas en las casas, hechas a pico y pala, caseras, se ven los respiraderos en casi todas. Es una tradición que se cuida mucho. "Este es un pueblo muy antiguo, se ha documentado ya el pago de impuestos en 1181. En su época reciente pasó muchas penalidades, la guerra civil fue dura para ambos bandos. Cuando yo era crío, y nací en el 37, venían camiones de Huesca y Barbastro y se llevaban nuestro vino, la gente vivió de eso en la posguerra. Años después, Perón mandó trigo a la provincia para que se sembrase, hubo unos años que no quedó nada aquí, era todo minifundios, no se vivía con eso. Los hijos se marchaban a servir a Cataluña y mandaban perrillas a casa para que los suyos pasasen los años malos", recuerdan Félix y Fidel.

Fidel recuerda que ya hubo alguien que emprendió antes del que el término se pusiera de moda. "No la emprendió a palos, sino con trabajo, y está aquí, –sonríe– puso su granja de conejos. Se llamaba Félix Perera. Hubo otro, que fui yo, que creó una empresa de electrónica de consumo, salía un poco de lo habitual, aunque en su día hubo que plegarla. Ahora hay dos granjas porcinas en el pueblo, con hijos de gente de Barbuñales que viven en Barbastro".

La Fuente de las Calzadas es un símbolo clave en el pueblo. Data de 1571, fue hecha por Simón de Carre y Rodrigo del Camino y por sus cuatro caños brota agua que baja de manantial, y mantiene la temperatura agradable para lavarse; ahora no es potable, pero sus alrededores invitan al paseo y la contemplación de las bellezas que ofrece el entorno natural.

La huella de los Azara

El ilustre apellido Azara está unido indefectiblemente a Barbuñales, gracias sobre todo a los hermanos Nicolás y Félix de Azara, militares y diplomáticos de prestigio nacidos en el pueblo, que vivieron a caballo entre los siglos XVIII y XIX. En el caso del segundo, además, su nombre está asociado para siempre a la ciencia y la naturaleza: de hecho, se sostiene que inspiró los estudios del mismísimo Charles Darwin.

Félix muestra con orgullo el caserón de los Azara, que se comunica con la iglesia parroquial de San Lorenzo. "Estos dos son los más conocidos, pero se trataba de una familia muy nutrida, con otros miembros que destacaron en distintas áreas".

Félix fue naturalista y geógrafo, y ha pasado a la posteridad gracias a sus estudios de campo en el Río de la Plata y Paraguay, donde estuvo dos décadas en misión diplomática. Estudió en la Universidad de Huesca y completó su formación como matemático (también era ducho en esta materia) en Barcelona. Ingresó en el Cuerpo de Ingenieros Militares y en 1775 estuvo destinado en Argel, donde fue gravemente herido. En 1781 empezó su periplo paraguayo para establecer los límites entre las posesiones de España y Portugal. En esa etapa fue cuando se dedicó a estudiar la fauna, la flora y la geografía de la zona. Su obra más conocida es ‘Viaje a la América meridional desde 1781 hasta 1801’. También ha marcado escuela su tratado sobre las aves del Paraguay, ‘Apuntamiento para la historia natural de los pájaros del Paraguay y del Río de la Plata (1802-1805)’. Vivió un tiempo en París con su hermano Nicolás, y a la muerte de éste en 1804 volvió a España, aunque Godoy le había ofrecido el virreinato de México. Se retiró a Barbuñales las dos últimas décadas de su vida, y murió en 1821.

El libertador de Roma

En cuanto a Nicolás, cuyo extenso currículum está detallado en una placa situada en el frontal de la casa familiar, hay que recordar que fue mecenas del pintor Mengs, que le hizo un retrato muy conocido, y que estudió en Salamanca. Ha pasado a la historia por su largo servicio diplomático y militar en Roma, donde se destacó especialmente por un hecho; haber convencido a Napoleón para que no atacase Roma. El papa Pío VI, respetuoso de su figura, le pidió que intercediese ante los emisarios franceses y el propio Bonaparte; tras el armisticio, Azara obtuvo el título de Caballero Romano.

Félix y Fidel no son hermanos, sino amigos de muchos años, y sin entrar en comparaciones con sus ilustres antecesores, personifican dos figuras entregadas a hacer un poco más grande el presente de su pueblo. Y todo en la ochentena: la edad es un número.

La elegancia barroca de la iglesia parroquial de San Lorenzo

La parroquia de San Lorenzo y fue construida en el siglo XVII. Es un edificio barroco de planta de cruz latina, con cúpula sobre el crucero, decorado en su totalidad con yeserías de lazo. La cúpula se alza sobre cuatro pechinas decoradas con la parrilla, símbolo y atributo del titular del templo. Desde luego, no hay nada en el austero exterior de esta iglesia que permita imaginar la riqueza de la decoración que se encuentra dentro; la abundante ornamentación enmascara la pobreza de los materiales usados, que son ni más ni menos los que da la tierra: yeso y ladrillo. En el siglo XVII Aragón pasó por guerras, sequías, plagas, malas cosechas, hambruna, y terribles epidemias de viruela y peste: se hacía lo que se podía. Motivos geométricos de tradición mudéjar convierten la bóveda de la iglesia en la bóveda celeste. La decoración con yeserías de lazo supuso una auténtica moda ornamental en todo Aragón en el siglo XVII, y también está presente aquí.

Una de las capillas sirvió de panteón a los Azara, que podían seguir la liturgia desde sus tribunas, elevadas y cerradas por celosías. Los restos de José Nicolás de Azara, primer marqués de Nibbiano, reposan en este templo.

LOS IMPRESCINDIBLES

Las Señoritas de Lizana

También conocidas como ‘dames coiffées’, están en la margen derecha del Alcanadre; son dos columnas de material arcilloso coronadas por una gran roca arenisca, surgidas por la erosión diferencial y sustentadas por una gran losa.

Reliquia guaraní

En el actual Ayuntamiento, que ocupa el antiguo espacio del horno del pan, hay una reliquia enmarcada de origen guaraní que trajo en su día el embajador del Paraguay en España, como reconocimiento a Félix de Azara.

El rito de la bandera

Los mozos del pueblo portan el día de San Lorenzo una gran bandera en el centro de la plaza; tras una reverencia, la costumbre es dar varias vueltas y poner luego derecho el mástil en el centro, como homenaje al Santo.

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