Benabarre: sabores mancomunados

La localidad ribagorzana ha vivido en los últimos años un movimiento mancomunado de esfuerzos emprendedores en el terreno alimentario, con los quesos como elemento más conocido.

Cabras de La Fondaña disfrutando de sus pastos bajo la vigilancia del pastor.
Cabras de La Fondaña disfrutando de sus pastos bajo la vigilancia del pastor.
Laura Uranga

Benabarre es una referencia absoluta en la Ribagorza. Por historia, actividad económica, riqueza en el paisaje e impacto allende su termino municipal. Un censo superior a los 1.000 vecinos, la notable oferta hostelera (los excelentes restaurantes ARP, Can Pere o Mars, los alojamientos Casa Carmen y Hostal Delgado) y la pujanza del Camping, abierto desde abril y hasta diciembre con amplia capacidad para tiendas y caravanas, hacen del municipio (que incluye nueve pedanías) un destino muy atractivo. Los viernes hay mercado en la plaza mayor, que conforma un coqueto conjunto arquitectónico, y la visita a las hermosas Lagunas de Estaña es un plan perfecto para los amantes de la naturaleza, que en otros puntos del área pueden disfrutar de maravillas como la ‘muralla china’ de Finestres o el Congost de Montrebei.

Benabarre tiene una pléyade de notables. Destacan tres nombres sobre los demás: Jaime Piniés, antiguo embajador español en la ONU, es uno de los más trascendentes; algo similar ocurre a un nivel más local con Manuel ‘Manolito’ Riu, pionero en los años setenta en cuanto a comercialización de productos locales, con hincapié en los embutidos y jamones. Vicenta de Garona, por su parte, destacó durante décadas por su habilidad con los pinceles y su conocimiento exhaustivo de la historia local. En la gasolinera, por cierto, venden sus productos los chavales de Crisálida, el proyecto de inserción laboral de discapacitados intelectuales con sede en la cercana localidad de Camporrells.

Benabarre: sabores mancomunados

Dados estos elementos patrimoniales y referentes humanos, el pulso del pueblo radica en la unión de sus emprendedores más señalados, que ha hecho la fuerza bajo el paraguas de la marca ‘Benabarre Sabor’. Detrás de todo ellos, y al frente cuando se tercia, están Juan José Baró y Pili Marqués, un matrimonio de espíritu luchador, corredores de fondo y estajanovistas como soñadores, que fundaron y sostienen Quesos Benabarre desde la Granja La Fondaña, a las afueras del pueblo.

Trabajo en equipo

"Hacemos buen equipo, Pili y yo –apunta Juan José con una gran sonrisa– y también con el resto de miembros de Benabarre Sabor. Somos varios, te enumero: Daniel Grao, que empezó a los setenta años y hace cinco con su azafrán Estaña, regresó a la tierra de su familia después de toda una vida en Francia; está la cerveza Dos Bous de Marín Samper, que comenzó en 2012, y ahora han probado también con azafrán en cooperativa de cinco personas; está Chocolate Brescó, nuestros vecinos aquí al lado de la granja… salimos en conjunto a las ferias, promocionamos todos los producto del otro, nos ayudamos. Yo empecé con las ferias en 1994, trayendo siempre personas al territorio, y ahora lo hacen más ellos".

Por La Fondaña, situada en un alto que preside grandes campos de pasto, pasan visitas a menudo; colegios, grupos del IMSERSO, familias... allí se puede ver a los rebaños que conducen Dugo y Ben, se sigue el proceso de confección de los quesos, se apadrinan cabras –una de ellas, Mari, tiene incluso pàgina propia en Facebook, aunque se sospecha que Pili le ayuda un poco con las actualizaciones– y se degusta una serie de variedades queseras de increíble sabor, cada una con sus matices... además de tener a disposición del cliente productos de los otros colegas de Benabarre Sabor.

Juan José echa la vista atrás. "En casa había ovejas y cabras, yo ayudaba a mis padres desde muy niño tras la escuela, pero mi padre murió joven y el ganado se acabó en casa. Cuando volví de la mili recuperé la idea, y empecé en el pastoreo y cría en 1980 con mi madre y mi tío, con 33 cabras; también llevaba un camión, y mis días se repartían entre ordeño y carretera. En 1984 hicimos entre 22 una agrupación de ganaderos de Huesca, y ya entonces pensamos en que hacer queso en el futuro exigía que nuestros rebaños tuvieran una salud perfecta. Llegamos a pedir al ministerio campañas sanitarias voluntarias".

Pili, de Benabarre como Juan José, se incorporó en 1986 al invento: en su casa también había tradición ovejera. "Sin ella, esto no hubiera sido posible; recuerdo que trabajábamos de sol a sol, en fiestas bailábamos en la granja mientras otros lo hacían en la plaza. A finales de los 80 hubo una gran crisis con la leche, muchos compañeros plegaron, pero nosotros seguimos. Comenzamos a hacer pruebas de queso, las vendíamos frente a la panadería de Tolva, que atraía a muchos vecinos y turistas. Los hacíamos manualmente y eran muy coloridos, porque se remataban con patatas, ajo, jamón... llamaban la atención".

En 1993 llegó el gran cambio para la firma. "Aprovechamos una ayuda europea y nos embarcamos en la quesería, que estuvo lista en agosto de 1994 –recuerdan Pili y Juan José– y al principio seguimos haciendo todo los dos solos, sin reloj… ahora nos repartimos entre granja y confección de queso, y contándonos a nosotros, somos nueve. Desde el principio nos movimos por todos los mercados de la provincia, desde Monzón a Binéfar, Barbastro, Jaca, Puente La Reina… teníamos autorización veterinaria para esos espacios, pero todavía no podíamos llegar a las tiendas. También solíamos acercarnos un domingo al mes en la plaza San Bruno de Zaragoza".

Premios y alcance

La Feria de Biescas constituyó el primer gran espaldarazo para Quesos Benabarre... o quizá habría que decir campanazo. "En octubre de 1994 oímos la convocatoria por la radio, pedimos plaza... y estaba completo. Parece que les caímos bien, porque dos días antes llamaron para decirnos que había un hueco; movieron a un vendedor de esquillas para campanas a otro espacio y nos pusieron en su plaza. Fue divertido, porque la gente se acercaba buscando esquillas y veían quesos... en Biescas nos han dado siempre muchas alegrías: fueron los primeros premios importantes que conseguimos. También en la Seo de Urgel nos ha ido bien".

Desde la granja se cultiva la hierba para el ganado y se maneja un rebaño de 500 madres para leche, junto a un par de centenares de cabras más jóvenes que van cogiendo el relevo. Los pastores actuales vinieron de fuera y han echado raíces aquí, con hijos nacidos en Estadilla y Benabarre. En el contexto de las ferias, Juan José continúa moviéndose como pez en el agua, aunque se prodigue menos: labia no le falta. Pili se centra más en la elaboración. En cuanto a la venta, están en diversos puntos de Aragón, Barcelona y Tarragona, además de hacer envíos particulares a toda España. "Tenemos clientes fijos en el País Vasco, Baleares o Madrid que hacen pedidos después de haber conocido la granja o tener testimonios de conocidos. De todas maneras, el 70% de las ventas son directas, en casa".

Pili y Juan José atesoran una cualidad extra a su probada capacidad artesana: el profundo calado afectivo que tienen entre sus vecinos. Todo el mundo sabe lo que han hecho y lo que hacen por llevar el nombre de Benabarre a todas partes. Desde luego, han creado escuela.

Jabones mimosos con todas las pieles

Jabones del Pirineo lleva algo más de un lustro de funcionamiento en el centro de Benabarre. El matrimonio formado por Ana María García y Sergio Baños tiene su tiendecita/obrador en el centro del pueblo, un reducto con magia que, huelga decirlo, huele maravillosamente. La idea viene de lejos: Ana María siempre fue aficionada a los productos naturales, aplica esta querencia a su propia filosofía de vida, y encontró la complicidad de Sergio en esta huida hacia adelante, tras años complicados en el terreno laboral. Un problema de dermatitis atópica de una de sus hijas cuando apenas era un bebé de meses llevó a Ana (Sergio se encarga más de la parte mercadológica y divulgativa) a investigar soluciones caseras. Se puso a hacer jabones en casa, los llevaron un año a la feria de Benabarre y funcionaron muy bien. "Ahí estuvo el punto de partida –comenta Ana María– porque en 2012 empezamos con la empresa. Nuestros jabones usan productos de proximidad para conseguir un punto diferenciador, con base de aceite de coco, muy beneficioso para la piel. La saponificación en frío hace que se conserven casi intactas las propiedades de todos los ingredientes. También usamos leche de cabra de Quesos Benabarre, vino, cera de abejas... todo de aquí mismo". Con cuatro variedades básicas, Jabones del Pirineo cubre las principales necesidades de su clientela habitual: rosa mosqueta con manteca de karité, cera de abejas y avena, caléndula y arcilla verde. "Hay más variedades, pero con esas cuatro cubrimos todo el espectro más demandado, desde las pieles jóvenes a las más curtidas. También cuidamos mucho la presentación, y hemos abierto mercado en bodas y grandes celebraciones, vendemos también ‘online’ y personalizamos para todo tipo de ocasiones".

LOS IMPRESCINDIBLES

El castillo

Sus orígenes e remontan a finales del siglo X, bajo dominio musulmán. El lugar fortificado llamado Ibn Awar fue conquistado por el rey aragonés Ramiro I a finales de 1062. De esa época data la defensa perimetral del cerro en que asienta.

San Medardo

El 8 de junio se celebra el patrón con el baile dels palitrocs y una pastorada en ribagorzano. Se comentan chascarrillos del pueblo, adornados y exagerados. Se ha recuperado también el Ball dels Salvatges, tras medio siglo sin hacerse.

Pere García

Pintor del siglo XV, representante del estilo hispano-flamenco, trabajó en Aragón y Cataluña. Los primeros documentos sobre él lo situaron en Zaragoza como probable discípulo del maestro Blasco de Grañén.

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