Aniñón: agricultura que vertebra y traspasa fronteras

Con el paso del tiempo, se han diversificado los cultivos en Aniñón, y ahora el melocotón convive con la cereza o el olivo; su cooperativa vende productos de la tierra a 10 países.

Jesús Abad, gerente de la Cooperativa Niño Jesús, y el alcalde, José Manuel Sebastián.
Jesús Abad, gerente de la Cooperativa Niño Jesús, y el alcalde, José Manuel Sebastián.
Jesús Macipe

Mudéjar, servicios, deporte y cultura son algunos de los elementos que forman parte de los rasgos que definen el carácter propio de Aniñón, pero si hay un elemento que da vida a todas las piezas de este particular engranaje es, sin duda, la agricultura. En los últimos años, este sector ha visto cómo se han ido diversificando las explotaciones, lo que ha provocado que aparezcan frutales de hueso de más reciente implantación, como los melocotoneros o la ciruela, que junto a los más tradicionales como el olivar o los cerezos.

"Uno de los principales motores de vertebración del territorio y del desarrollo rural es el sector agrícola y tenemos que hacer más hincapié ahí, lo digo con conocimiento de causa", afirma Jesús Abad, gerente de la Sociedad Cooperativa Niño Jesús. Bajo el paraguas de esta entidad se agrupan cerca de 200 socios, 60 de ellos con producciones de gran calibre. "En Aniñón la agricultura genera un volumen de empleo directo que permite que muchas familias puedan permanecer aquí, arraigarse, tener una calidad de vida y una esperanza de transmisión de lo que han conseguido a las generaciones posteriores".

De hecho –y según los datos que manejan desde la cooperativa– este municipio "es uno de los que más jóvenes agricultores ha inscrito en los dos últimos años, incluidas mujeres, que traen aquí y descargan su producción como un socio más, que es algo que debería ser lo normal, pero que todavía no es habitual".

Así, como apunta Abad, "aquí no hay una sensación de tener que salir fuera para vivir; muchos jóvenes salen fuera a formarse, pero es una formación que retorna para mejorar". En este sentido, y como uno de los responsables de la sociedad, defiende el papel que se realiza desde la cooperativa. "No dejamos de ser una central de compras y ventas, pero garantizamos unos mínimos, y permitimos que pequeños y medianos productores tengan herramientas para que sus productos compitan en el mercado; por sí solos sería imposible que, por ejemplo, pudieran enviar su producto fuera de España".

Variedad y sabor

Además del peso mayoritario que posee la cereza, el melocotón o la ciruela, desde esta infraestructura se centralizan cerca de 600.000 kilos de uva, casi 500.000 de oliva, y entre 300.000 y 400.000 kilos de almendra. "Todo el mundo tiene cereza, y el pueblo está muy vinculado a ella, pero el abanico es amplio y eso nos permite tener varias líneas de negocio", indica Jesús Abad. Entre esos pilares, el gerente de la cooperativa detalla que "tenemos fruta de industria con variedades específicas para coctelería o confitería, fruta de mercado de hueso y de pepita, la bodega, la almazara y los frutos secos. Pocas empresas dedicadas a la agroalimentación pueden decir lo mismo".

Tras constituirse como Grupo Sindical de Colonización y pasar a ser Sociedad Agraria de Transformación, la Cooperativa Niño Jesús ha logrado que sus productos vayan abriendo fronteras a lo largo de sus recién cumplidos 40 años de historia. "No es algo que se haga de la noche a la mañana, es muy complicado", sentencia Abad. De esta forma, argumenta que "hacen falta medios económicos e invertir horas en llamadas, correos, revisión de legislaciones internacionales y asistencia a ferias para hacer contactos".

En la actualidad, los productos de Aniñón están presentes en países europeos como Francia, Italia, Holanda, Alemania o Finlandia. También llegan a otros continentes, como son los casos de Estados Unidos, Colombia y Perú en América o Emiratos Árabes y Singapur en Asia. Dentro del mercado nacional, además de Zaragoza, también salen hacia Madrid, Bilbao, San Sebastián, Barcelona, Baleares o Sevilla.

Como vestigio de otros tiempos queda hoy el centro de interpretación Casa Molino del Aceite, que con cuatro salas repartidas en dos plantas alberga parte de la maquinaria y sirve para recordar los procesos que allí se llevaban a cabo. Antonio Nuño, antiguo guía del centro, explica que este inmueble –que estuvo en funcionamiento hasta la campaña de 1995– recoge ahora otros elementos como trillos o un viejo proyector de cine, haciendo las veces de museo etnográfico, como explica

Del trabajo que allí se hacía sabe también el alcalde, José Manuel Sebastián, que ha trabajado durante 25 campañas extrayendo aceite. "Aquí tenemos una categoría virgen extra, con poco uso de productos fitosanitarios porque casi no hay incidencia de la mosca del olivo; se recoge todo a mano, y ninguna del suelo porque no caen", explica. Ahora, con la vista puesta en el futuro, el primer edil confía, con una mezcla de ilusión y esperanza", en conservar el potencial operativo actual y en que "pueda llegar una empresa relacionada con la agroindustria".

Honores para el presidente de los ‘Magníficos’, Waldo Marco, y otros hijos ilustres del pueblo

Hay media docena de asociaciones culturales, deportivas y de ocio que conviven en el municipio, y una actividad que se ha consolidado: la fiesta ‘Aniñón Como Antes’. "Se empezó recuperando actividades como la siega o la vendimia, y desde hace unos años se ha hecho hincapié en otros aspectos, como las tareas del hogar o la música", explica Antonio Nuño, presidente del Grupo Cultural y Centro de Estudios Armantes.

Dentro de esta entidad, están Mª Jesús Marín y Mª Dolores Ibáñez, quienes han asumido parte de las labores de organización. "Este año queremos que se centren en el fútbol, concretamente en el equipo local, que cumple 40 años en 2019, y en la figura de Waldo Marco, que nació aquí y fue presidente del Real Zaragoza de los Magníficos", apunta la primera. Las fechas están por determinar, pero defiende que es importante mantener esta actividad porque "la juventud tiene que conocer estas historias". Así, también se buscará rendir homenaje a personas de otros ámbitos relacionadas con el pueblo, como Manuel Lassa, Comandante Lezcano o mosén Antonino Peiró.

Seis años de feliz hermanamiento con la localidad francesa de Saint Clar

Aunque las localidades de Saint Clar (Francia, a 75 kilómetros al noroeste de Toulouse) y Aniñón estén separadas por los Pirineos y casi 500 kilómetros, tienen un vínculo que reduce la distancia de forma considerable. "En 2010 recibimos una carta de allí en la que nos explicaban que querían hermanarse con un pueblo de España, porque allí había mucho descendiente de migrantes de la Guerra Civil y proponían conocernos", detalla Francisco Ponce, vocal de la Asociación que gestiona el hermanamiento. Hubo dos visitas de acercamiento; una francesa a tierras españolas, durante la festividad de San Isidro, y otra aragonesa a Saint Clar durante la fiesta del Ajo. En 2012 se firmó el hermanamiento entre los municipios; pasados seis años, las relaciones son estrechas. "Además de las fechas más institucionalizadas, las visitas son ser fluidas. Los vecinos están encantados", apunta Ponce. Aunque les unen jornadas gastronómicas o incluso de cuentacuentos, este representante de la entidad reconoce que "todavía faltan más actividades para estrechar los lazos que tenemos". Así, en cartera todavía tienen un torneo de fútbol o establecer relaciones comerciales para vender alimentos en Saint Clar.

LOS IMPRESCINDIBLES

Nuestra Señora del Castillo

Declarada como Bien de Interés Cultural en 1981, se trata de un templo del siglo XIV, situado en lo alto del cerro que domina la localidad, ampliado y reformado en el siglo XVI; es uno de los exponentes del mudéjar en la comarca.

Puerta de la Villa

Una de las dos puertas que franqueaban el paso al interior del casco urbano de Aniñón y la única que se conserva, ya que desapareció la llamada Puerta de Aranda. Se trata de la salida hacia el antiguo camino de Calatayud.

La música

El calado de la rondalla se ha extendido a lo largo de la historia local a bandas, orquestas y charangas. Manuel Lassa (1863-1938), vecino ilustre del pueblo, fue el autor de la letra del llamado ‘Himno a Aragón’.

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