Estrategia coordinada

La última crecida del Ebro, que ha causado pérdidas millonarias en la agricultura aragonesa y ha vuelto a descubrir la enorme exposición a la que están sometidos los pueblos y las infraestructuras ribereñas, obliga a la puesta en marcha de un plan coordinado de actuación que garantice, desde el respeto medioambiental, el establecimiento de una serie de medidas que reduzcan la peligrosidad y permitan una convivencia más amable y natural con el río.

La crecida del Ebro el 16 de abril de 2018.
La crecida del Ebro el 16 de abril de 2018.
Oliver Duch

La reclamación del Gobierno de Aragón, que atiende a las quejas de los afectados y a las pérdidas millonarias causadas por la última crecida, cobra sentido y adquiere criterio de oportunidad. El Ebro requiere de una actuación coordinada de cuidado y mantenimiento que permita una convivencia mucho más ajustada. El incremento en la frecuencia de las riadas, pese a la postura más distante de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), exige, tal y como propone al consejero de Agricultura, Joaquín Olona, la ejecución urgente de distintas obras. En cualquier caso, y al margen de las obras de limpieza y adecuación del dominio hidráulico, es imprescindible que se asuma que debe existir una actuación compartida sobre el río, ya que de bien poco sirve que en Aragón se ejecute si en el resto de comunidades se ignora la importancia de estos trabajos. Por ello, y al margen de la demandada estrategia coordinada con las autonomías vecinas, es urgente aplicar los criterios para que el río pueda estar regulado y atender así las situaciones de especial emergencia. De este modo, el recrecimiento de Yesa, sin ir más lejos, pasa de ser una necesidad a una urgencia que requiere de una agilización de los trabajos.