Un grave quebranto para Aragón

El cierre temporal de la vía principal de llegada al Pirineo, el puerto de Monrepós, y las problemáticas condiciones de los otros accesos dejan muy mal comunicada buena parte del Alto Aragón. Es imprescindible terminar cuando antes y con la máxima calidad las obras de la A-23, la autovía que articulará la Comunidad de norte a sur.

Un tramo del Monrepós se hunde tras un deslizamiento de tierra y obliga a cortar el tráfico.
Un tramo del Monrepós se hunde tras un deslizamiento de tierra y obliga a cortar el tráfico.

Las extraordinarias crecidas del Ebro y otros ríos aragoneses están teniendo graves consecuencias. Para empezar, la muerte de un pastor de Codos (Zaragoza), que desapareció el jueves por la riada del Grío y cuyo cadáver apareció este viernes en las inmediaciones del punto en el que al parecer estaba cruzando el río con su rebaño. Pero, además, las lluvias están detrás del deslizamiento de una ladera en el puerto del Monrepós, lo que ha obligado a cerrar al tráfico esta carretera. La alternativa al paso más utilizado para acceder al Pirineo aragonés es la A-132, por el puerto de Santa Bárbara, donde este jueves se produjo un desprendimiento que limitó la circulación de vehículos.

Aragón sigue sufriendo un severo problema de comunicaciones. Así, resulta muy lamentable que aún estemos pendientes de que se terminen las obras de la autovía, la A-23 de Sagunto a la frontera francesa por Somport, que debe articular la Comunidad desde el Pirineo hasta el sur de Teruel. Esta infraestructura debería estar ya concluida. Sin embargo, la crisis económica que comenzó en 2008 llevó al Gobierno de Rodríguez Zapatero a parar las máquinas en 2010 para ejecutar un recorte de gasto del Ministerio de Fomento para toda España. En los últimos años se han retomado los trabajos y, si las previsiones de Fomento se cumplen, en la primavera de 2019 Monrepós al completo será autovía después de 12 años de obras. Sin embargo, los 30 kilómetros que suman el trazado desde Lanave a Sabiñánigo oeste y la variante de Jaca siguen sin estar ni licitados. Además, la inconclusa A-23 ya registra una abultada nómina de incidentes estructurales y un acusado deterioro del firme en algunos tramos. Algo totalmente impropio en una vía tan nueva.

La demora en las obras de construcción, el deterioro de algunos tramos ya operativos y, ahora, el cierre del paso por Monrepós suponen un grave quebranto para la Comunidad. Y no se trata solo del daño a la movilidad de los ciudadanos, a la economía, a las comunicaciones con Francia o al turismo, hay también un evidente deterioro de las condiciones para actuar en caso de urgencia. En pleno siglo XXI, una Comunidad moderna como la aragonesa necesita imperiosamente unas vías de comunicación seguras y de calidad que consoliden su bienestar y su desarrollo.