Picasso en Albarracín

Catedral de Albarracín.
Catedral de Albarracín.
Jorge Escudero

Bajo la nieve de primavera, y a la luz nocturna, la catedral de Albarracín aparece imponente, como preparada para un escenario de ‘Juego de Tronos’ o para ser la ciudad rosa en ‘El señor de los anillos’. Cada casa, cada iglesia, cada rincón de la ciudad monumental es único, pero todo tiene el hilo conductor de un estilo elegante y alegre: grecas y cenefas conviven con retablos dorados, expresión del barroco y del poder de la magnífica sede episcopal del XVIII.

El espíritu del Siglo de las Luces pervive en Albarracín. Los veintidós años de trabajo de la Fundación Santa María, con el incansable Antonio Jiménez al frente, se han basado en una respetuosa recuperación y conservación del patrimonio como gran baza diferencial. Este cuidado por el mínimo detalle unifica un conjunto deslumbrante, que habitan mil vecinos y que tiene otras mil plazas hoteleras.

En este contexto, es lógico que la programación cultural, que se presenta en primavera (este año de la mano del periodista Sergio Martín) sea uno de sus grandes atractivos. Desde el sábado pasado, parte de la Colección Circa del Gobierno de Aragón, habitualmente expuesta en el Museo Pablo Serrano de Zaragoza, se exhibe en Albarracín. Obras de Picasso, Saura o Bacon conviven con naturalidad con la centenaria arquitectura popular. Y pone la música, durante 22 años ya, el Ciclo de Conciertos que se celebra en la Iglesia-Auditorio de Santa María y que coordina Intermezzo.  Arte y música para celebrar el amor por el patrimonio, un modelo que Albarracín exporta al mundo.