Gargallo: la huella del soñador más despierto

Don Miguel Gargallo, empresario hostelero de amplio calado en Cataluña, es de la localidad turolense que lleva en el apellido, y en la que ha abierto un ambicioso museo.

Víctor Puch, guía del Museo Gargallo, muestra una moto Lube en las dependencias externas del espacio.
Víctor Puch, guía del Museo Gargallo, muestra una moto Lube en las dependencias externas del espacio.
Laura Uranga

Escuchar las explicaciones del andorrano Víctor Puch en el Museo Gargallo es revelador; aunque el espacio no cumple aún el año de apertura –comenzó a funcionar en julio de 2017– parece que lleve toda la vida en la tarea. El Centro de Interpretación de la Guerra Civil y Costumbres Antiguas Aragonesas, nombre literal del espacio, aúna el análisis del insoslayable –hay quien dice que aún no ha acabado– conflicto bélico español con un empeño etnográfico que trasciende la apuesta habitual en otros entornos rurales. El Grupo Gargallo, principal referencia hostelera de Aragón con una fuerte y añeja entrada en el mercado catalán, es el responsable del esfuerzo. Se han invertido tres años de trabajo previo y un millón doscientos mil euros, que cristalizaron en 650 metros cuadrados distribuidos en cuatro pisos; exhiben un detallismo y variedad apabullantes. Don Miguel Gargallo, nacido en el pueblo en 1932, es un empresario de gran prestigio en toda España; junto a su esposa, doña Filo, son los benefactores entusiastas que han impulsado este nuevo bastión cultural para el municipio.

"El Grupo Gargallo adquirió la casa hace cuatro años y la preparó a conciencia para este objetivo –apunta Victor– para dejarla como legado al pueblo. Yo vine aquí a través de un amigo de Alcañiz, que sabía que me gustaba investigar en el tema bélico: como iba a haber una atención a la guerra civil en los contenidos, probé y vine el verano pasado para trabajar como guía. Ahora se ha decidido abrir buena parte del año; en principio hasta el 4 de noviembre. En verano, probablemente, vendrá otra compañera de refuerzo para guiar a la gente a este viaje desde finales del siglo XIX hasta los setenta".

Gargallo: la huella del soñador más despierto

El paseo es impresionante. Un puesto de operadora de telefonía originario de Barcelona recibe al visitante en la entrada, detalle que da paso a un cuidado y minucioso arsenal de objetos y espacios ambientados de modo fidedigno a las épocas que recrean.

"Todo lo que veis es un interés personal de don Miguel; cada vez que viene trae nuevas ideas y cosas que quiere colocar. Su esposa, Doña Filo es de Altorricón; ella se ha encargado de pulir muchos detalles en la decoración. Hay una salita dedicada a ellos, con un vídeo explicativo del grupo Gargallo y la vida de don Miguel, desde estampas de su juventud en el pueblo hasta su marcha a Barcelona y la apertura de los primeros hoteles".

Un emporio desde cero

Miguel Gargallo llegó a Barcelona a los 21 años para trabajar en una fundición de plata. En el pueblo había esquilado ovejas desde chaval. Empezó con la pensión Santa Marta en 1953, y luego la Lyon; pronto pasaron a ser hoteles. Luego llegarían el Suizo y el Rialto en los sesenta; en el primero se alojaba siempre José Antonio Labordeta cuando iba a Barcelona; se hizo muy amigo de Don Miguel, Su hermano Tomás también haría ese viaje, con idéntico empeño hotelero, aunque sus establecimientos no están en el grupo. A ambos les ayudó en sus primeros pasos barceloneses su hermana Josefina.

El empresario turolense no tardó en reinvertir en su tierra las ganancias obtenidas en Cataluña con el famoso hostal de la Trucha y la piscifactoría de Villarluengo; luego llegarían más hoteles como el Reina Cristina y Civera en Teruel, el Pedro I de Huesca, el Casanova de Fraga… en total, el grupo tiene diecinueve establecimientos hoteleros. Se intenta abastecer las necesidades del grupo con recursos propios; en Alcorisa hay una fábrica de embutidos, Los Alcores, y se cuenta con una gran finca agrícola en Fraga con una ingente cantidad de frutales.

En la sala del Museo dedicada al grupo hay imágenes reveladoras del talante de su fundador. En las fotos se suceden los personajes de relumbrón, desde el humorista Eugenio a la actriz Beatriz Carvajal –gran amiga de doña Filo–, el cantante Julio Iglesias, el ex alcalde de Barcelona Pasqual Maragall, el papa Juan Pablo II o los reyes eméritos don Juan Carlos I y doña Sofía.

Don Miguel Gargallo tiene además una gran simpatía por el Magreb. Su empresa Europabus llevó desde la estación de Francia de Barcelona a las primeras corrientes migratorias que llegaban desde el norte de África a las principales ciudades europeas.

El espacio bélico

En el piso dedicado a la guerra civil española se ha tenido especial cuidado en no caer en tentaciones partidistas. Gargallo tuvo polvorín y hospital militar. El espacio del museo está equilibrado entre los dos bandos en contienda, desde los carteles las imágenes, los uniformes... también hay abundantes mapas, donados por el coronel Juliá. A los visitantes les llama mucho la atención la colección de máscaras antigás, los teléfonos de trinchera, los cascos usados en el conflicto civil y llegados de otros puntos de Europa... un desfile muy completo.

El espacio de guerra presenta otros elementos curiosos como bayonetas de la guerra de la Independencia, maquetas de aviones, proyectiles de todos los calibres –incluso antiaéreos– y dioramas. También hay un croma y fotografías fijas en las que se puede insertar materialmente a los visitantes tras hacerles una foto, en la que se puede jugar a interactuar con las personas presentes en las fotos añejas. Las imágenes compuestas se envían luego por correo electrónico; un recuerdo muy original.

Reinversión en el pueblo para atender a los vecinos

Yolanda Merlo es de Barcelona, pero lleva casi una década en Teruel. En la capital catalana hay muchos hijos de la emigración llegados desde Gargallo. Ella ha hecho el camino contrario; buscaba trabajo y le salió la oportunidad de Los Alcores, el secadero de jamones que el Grupo Gargallo instaló en el pueblo y cuyos productos entran dentro de la denominación de origen Teruel; además de su calidad, cumplen el requisito ineludible de estar a una altura superior a 900 metros: 949, para ser exactos. El supermercado adjunto, Casa Pantaleón, se llama así por el padre de don Miguel Gargallo; a la familia, de hecho, les llaman ‘los pantaleones’. Abre de lunes a domingo, sus empleados trabajan a turnos y está a la entrada del pueblo viniendo desde Andorra. Es una referencia para toda la zona. "llevo ocho años trabajando aquí y estoy muy contenta –apunta Yolanda– porque aquí se trabaja muy a gusto. Al principio era una tienda muy pequeña con productos de la zona, pero luego don Miguel lo amplió con productos de uso habitual para que quien quisiera no tuviera que salir fuera a comprar". Hoteles aparte, el grupo Gargallo tiene los restaurantes Asador y Portal del Guadalaviar en Teruel, y ha ejecutado promociones de obras exitosas en la costa tarraconense. También posee Embutidos Los Alcores en Alcorisa y una gran finca agrícola en Fraga.

LOS IMPRESCINDIBLES

La Piedad

Es un templo barroco, construido en mampostería y sillería, que cuenta con tres naves. Se cubren todas las naves con bóvedas baídas y el crucero con cúpula elíptica. A los pies tiene coro alto y se sitúa la torre. Está fechado en 1707.

Venta La Pintada

Con orígenes en los años cincuenta, este establecimiento pasó a ser hotel, cafetería y restaurante, con una veintena de habitaciones y un amplio comedor. Como especialidades destacan los escabechados y las setas de temporada.

Molinos harineros

Hay tres: el molino Alto está a dos kilómetros aguas arriba, data de 1581 y se encuentra en ruinas. Los molinos bajos se encuentran aguas abajo de Gargallo, uno situado en el paraje de Las Abadías y otro en Las Calderas.

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