Alba: el peluquero de las Naciones Unidas

Ramiro Andrés lleva casi 33 años como peluquero de su pueblo, Alba, una localidad que alberga numerosos ciudadanos del resto del mundo y que presume de su carácter acogedor.

Ramiro Andrés Hernández, frente a su peluquería en Alba.
Ramiro Andrés Hernández, frente a su peluquería en Alba.
Laura Uranga

Desde hace casi 33 años, la peluquería de Alba tiene a Ramiro Andrés Hernández con las tijeras y los secadores en ristre. Su madre, que le precedió en el negocio y con la que compartió afanes profesionales, ya está retirada. A Ramiro, la pasión por la peluquería le viene definitivamente del lado materno. "El hermano de mi madre empezó en la profesión allá por década de los cincuenta, luego fue mi madre la que siguió en los sesenta y después continuaron la tradición primos míos, sobrinos y yo… en Valencia hay varias personas de la familia en el gremio. En Aragón solo estamos mi madre y yo, aunque en ejercicio quedo ya solo. El 5 de marzo cumpliré 33 años como peluquero; aún no había hecho los 21 cuando empecé".

Ramiro estudió el oficio a fondo, y no ha dejado de prepararse nunca. "Tengo el título profesional, convalidado para toda Europa, y sigo haciendo cursos anualmente para mantenerme actualizado. He tenido buenos maestros en esos cursos, celebrados en casas como Llongueras, Cebado, Rizos, Romero, Pivot Point, Gemis… ahora mismo tengo uno en Madrid, de tres días; un intensivo de caballero y señora, con detalle en recogidos, color y cortes. Siempre es útil aprender, para cualquier entorno".

Sí, en Alba; ¿por qué no?

La pregunta –prejuiciosa, desde luego– acerca de la elección de entorno para la realización profesional de un peluquero orientado a la modernidad estriba en el porqué. Hechuras de alta peluquería en un entorno que quizá no lo demanda. ¿Locura, romanticismo, cariño a la profesión y al pueblo? "Todo. Sí, es mi pueblo, para empezar. Y sí, no es fácil muchas veces, pero hoy en día no resulta tan complicado como al principio, aunque haya menos gente como clientela potencial. Yo rompí tópicos en su día; era muy chaval cuando comencé, pero la ilusión de entonces sigue intacta ahora. Trabajar aquí me da la opción de ser más libre, además, me agobia mucho la ciudad, el bullicio solamente lo aguanto de paseo. El segmento de población que consume peluquería de moda es pequeñito aquí, hay pocos jóvenes, pero mi clientela es fiel y aprecia las cosas bien hechas como cualquiera. Son del pueblo y de los alrededores, incluso de la ciudad; los que viven fuera reservan para que les arregle el fin de semana, viernes y sábado son los días pico. Aunque los pueblos de alrededor son casi todos pequeños, en Santa Eulalia sí hay compañeras peluqueras y entre los que estamos hay trabajo para todos".

El futuro del negocio va ligado a Ramiro. "Mis hijos han cogido otros derroteros, y yo los apoyo en su elección, cada cual debe elegir la cuchara con la que quiere comer. La mayor es licenciada en enfermera, el pequeño está en bachiller y no les va esto".

La plaza principal de Alba es un crisol de referencias: bar, casa rural, iglesia, escultura. En el centro está el emblema del pueblo en forja; una escultura de Manuel Simón Lasheras que expresa la especial naturaleza de Alba; un corazón del que brota una rosa. Más arriba, una fuente remozada con historia; conserva columnas de la antigua construcción, y vino a sustituir al abrevadero de ovejas que, a pesar de su utilidad, dejaba sucio el centro del pueblo, dadas las costumbres instintivas de sus usuarias.

Eladio es el boticario del pueblo, lleva seis años aquí y vino de Burjassot, en Valencia, donde tuvo farmacia durante casi tres décadas. "La de aquí quedaba en venta porque la anterior farmacéutica se iba a Teruel, y aproveché la oportunidad. Económicamente no es comparable a la ciudad, pero personalmente me compensa, sabía dónde venía y estoy feliz. Mi papel también tiene algo de consejero, es algo muy típico del farmacéutico, se adquiere una relación distinta a la que genera el médico con el paciente; es que tenemos más tiempo para charlar, y si hay que contarse la vida, se cuenta la vida".

Yoselín Fuentes es uruguaya, y lleva once años en el pueblo, al que llegó por amor. Lleva el pequeño supermercado de la cadena Trady’s en Alba. "Estuve treinta años como tejedora a máquina allá. Vine a España, y enviudé; luego conocí a mi actual marido y aquí estamos. En la tienda ya llevo tres años; es difícil, pero vamos aguantando, vendemos el pan desde que cerró el horno".

La fibra sensible

A Ramiro se le arrasan los ojos al hablar de su pueblo. "Tenemos mucha historia: el castillo, una ermita del XVI, la torre vieja de origen árabe, las viejas salinas, el poblado del Villarejo en el Cerrico Redondo, al que llaman el de la Cisterna… somos gente tranquila y amable, hospitalaria, que acoge al que viene. Los servicios básicos de un municipio pequeño están bien cubiertos, y gracias a la gente que ha venido de fuera hay cosas que siguen vivas. Somos un poco la ONU –sonríe orgulloso– porque en un pueblo tan pequeño hay dominicanos, brasileños, uruguayos, marroquíes... todos remamos por el bien del pueblo, y así seguirá siendo".

La andada de los Amigos de Alba, a por la cuarta cita

El próximo mes de septiembre, la Marcha Senderista de los Amigos de Alba (la principal asociación cultural y deportiva del municipio) cumplirá su cuarta edición. El primer año de celebración, allá por 2015, el éxito fue tal que la iniciativa recibió el título de mejor andada popular de Aragón. Al año siguiente quedaron quintos, y la celebrada el último 10 de septiembre aún está pendiente de evaluación oficial... aunque la oficiosa volvió a ser alta. En dos distancias, 15 y 25 kilómetros, es paseo contó con la colaboración de todos los vecinos, desde la señalización a los avituallamientos, y la implicación de lo hijos e hijas del pueblo que residentes en otras localidades volvió a ser decisiva. "No hay que olvidarse de ellos –apunta Ramiro Andrés– porque aquí es tradición entre los que viven fuera el llevar siempre el nombre del pueblo en la boca y la mente. Nos enorgullece que esta marcha sea tan bien considerada en Aragón; este año trataremos de superarnos".

LOS IMPRESCINDIBLES

El Castillejo

El castillo de Alba ya existía en la época de Jaime I; correspondía a la corona  el nombramiento de los Alcaides. La reina Leonor mandó reparar el castillo en 1357 y dotarlo de un aljibe para disponer de agua ante un largo asedio.

La Invención de la Cruz

La parroquia es un edificio de tres naves de cuatro tramos con pilares cruciformes y arco triunfal de medio punto. La nave central está cubierta con bóveda de medio cañón con lunetos. Torre mudéjar de planta cuadrada.

La Casa del Alba

La ele en la tercera palabra de este titular evita las comparaciones odiosas con la nobilísima familia de Cayetanas y Cayetanos. Se trata de una casa rural perfectamente equipada para sacar el máximo partido a las bondades del pueblo.

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