"Nuestra historia es un cuento de hadas comparada con el sufrimiento de muchos venezolanos"

Ignacio, Holanda y sus dos hijos llegaron hace tres meses a Zaragoza huyendo de la crisis y la inseguridad de su país.

Ignacio Abasolo y Holanda Castro, venezolanos que llegaron a Zaragoza hace tres meses con sus hijos.
"Nuestra historia es un cuento de hadas comparada con el sufrimiento de muchos venezolanos"
P. F.

Holanda dice que a veces aún tiene miedo al caminar de noche por la calle. Ignacio reflexiona ahora, en una cafetería tranquila de Zaragoza, que no sabe cómo podían sobrevivir en Caracas. Ignacio Abasolo, Holanda Castro y sus dos hijos de 10 y 5 años, llegaron hace tres meses a Zaragoza huyendo de la crisis económica y la inseguridad de su país. Se declaran "enamorados" de Zaragoza, donde están empezando una nueva vida.

Su vida allí era la de una pareja de clase media empobrecida, con buenos trabajos (ella, profesora de Universidad; él, informático) y colegio privado para sus hijos. "Cada vez era más difícil trabajar y vivir. El país se ha deteriorado muy rápido. Nosotros nos organizábamos para llegar pronto a casa y no salir por la noche. Hay mucha violencia en las calles. El desabastecimiento de comida y medicamentos va a más. Lo que más nos preocupaba era la inseguridad: en Caracas hay 150 muertos cada fin de semana. Muchos amigos y compañeros de nuestros hijos se han marchado en los últimos meses. Nosotros decidimos también marcharnos por la seguridad de nuestros hijos", cuenta esta pareja.

No conocían Zaragoza ni tenían aquí familia; eligieron la ciudad tras estudiarla por internet. "Buscábamos una ciudad tranquila, con buenos servicios. Queríamos que estuviera por el norte de España porque no nos gusta el calor. Llegamos a Zaragoza y nos enamoramos de la ciudad inmediatamente. Cada día nos gusta más. Es una ciudad bonita, cómoda, moderna, con mucho potencial, la gente es muy amable", afirman. "De la ciudad nos gusta todo, hasta el cierzo", añaden.

Antes de venir contactaron con la asociación de venezolanos en Aragón, que les ayudó mucho las primeras semanas. Están muy agradecidos, y ahora también colaboran ellos para hacer más fácil la adaptación de los recién llegados. "Nuestra historia es un cuento de hadas comparada con el sufrimiento de muchos venezolanos", aseguran. En Zaragoza viven unos 1.500 venezolanos, según los últimos datos del padrón. En el último año ha crecido mucho la llegada de venezolanos a Aragón y ya son más de 2.300 en la comunidad.

Los primeros días vivieron en un hostal hasta que encontraron un piso de alquiler que les quisieran alquilar sin tener una nómina. Viven en Torrero, cerca del Parque Grande, que les parece "precioso". Les gusta mucho pasear por la ciudad y conocer su historia. Se apuntan los nombres de las calles por las que pasan para luego buscar la historia de estas personas (les fascinan Pignatelli, Agustina de Aragón y el Tío Jorge).

Cuando tuvieron piso, buscaron colegio para sus hijos. El servicio provincial de Educación les adjudicó el Luis Vives, uno de los colegios de Zaragoza con más inmigrantes. "Aquí todos son diferentes", les dijo su hija mayor el primer día. "Los niños están muy contentos, les encanta el colegio. Es un centro pequeño en el que nos han acogido muy bien. En Zaragoza hay mucha diversidad cultural, nos parece una riqueza y un potencial", reflexionan.

Ignacio tiene la doble nacionalidad española y venezolana, lo que ha facilitado algunos trámites. Él ya se ha dado de alta como autónomo y trabaja desde casa con su empresa de asesoría digital que ya tenía en Caracas. Los dos son muy emprendedores. Ella forma parte de una red de mujeres que da formación online. Están esperando a que les convaliden sus títulos universitarios en Venezuela, pero la gestión está bloqueada.

Ignacio y y Holanda son optimistas, y recuerdan que sus abuelos también tuvieron que emigrar. "Mi abuelo paterno era de Bilbao, antifranquista. Lo detuvieron en la guerra y cuando lo iban a fusilar consiguió escapar. Cruzó los Pirineos, llegó a Francia y de ahí se fue a Venezuela. Se casó por poderes con mi abuela, que estaba en España, y se reunieron en 1939 en Venezuela. Allí él fue un constructor. Mis abuelos maternos eran andaluces y también emigraron a Venezuela. Allí nacieron mis padres. En mi casa siempre hemos mantenido muchas tradiciones españolas. Y ahora la historia da la vuelta y nos toca a nosotros empezar de nuevo", cuenta Ignacio.

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