El paloteo de Longares, 350 años de historia

La gran mayoría de los vecinos han participado en un dance que llena de emoción las calles y que en 2018 está de aniversario. En 2017, Serapio Jaime dejó de participar tras 50 años.

Serapio Jaime, con los tradicionales palos del dance, una fiesta de interés turístico de Aragón.
Serapio Jaime, con los tradicionales palos del dance, una fiesta de interés turístico de Aragón.
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Desde hace 350 años, en el corazón de lo que hoy está constituido como la comarca de Campo de Cariñena, la llegada del mes de septiembre significa mucho más que el ocaso del verano. "Aquí –dice Serapio Jaime señalando a la Puerta Somera de Longares– se recibieron en 1668 las reliquias de los santos mártires Vicente y Gonzalo que venían desde Roma". En una muestra de alegría sin premeditar, varios vecinos de la época comenzaron a bailar, y lo que entonces empezó como un acto espontáneo, ha acabado por ser un rasgo identificador de la localidad. "Desde entonces nunca se ha dejado de hacer", subraya mientras traspasa el arco centenario, una de las entradas al casco urbano.

El discurrir del tiempo ha hecho que se haya "institucionalizado": se ha incorporado música, los palos y un uniforme. En la actualidad, se realiza los días 2 y 8 de septiembre, el primero en honor a los santos y el segundo en honor a la Virgen de la Puerta, patrona del municipio. Y participan cerca de 200 personas, más si las fechas caen en fin de semana. "Es una cosa que llena, que pasa de generación en generación", explica Serapio. En su caso, tras 50 años saliendo a palotear, en 2017 decidió dejar de hacerlo. "Me sentí como si me faltase algo, al oírlo te entran ganas de volver a hacerlo. Es como si te entrara el mono cuando dejas de fumar", argumenta.

Junto a él, también se hicieron a un lado otros dos amigos, mientras el cuarto tuvo que buscar un nuevo grupo. Para realizar el paloteo, se tienen que formar grupos de cuatro personas que realizan una serie de movimientos repetitivos al son de la música mientras se realiza un recorrido de unos 400 metros con inicio y final en la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. "Todos los años sueles hacerlo los mismos cuatro", indica Serapio, quien hasta su jubilación se dedicaba al cultivo de la vid, principal actividad económica de Longares. Según relata: "Es algo que al vivirlo desde pequeños, te genera la necesidad de participar".

Esa misma sensación era la que también tenía de joven Concha Angós, pero que en su caso no pudo satisfacer: "Sí que me hubiera gustado participar, pero hasta hace unos años las mujeres no participaban". De hecho, no fue hasta los años 70 cuando se abrió la participación a las féminas, "incluso antes tenían que haber pasado el servicio militar", explica Concha, casada con Serapio, con quien ha tenido tres hijos. Uno de ellos es el actual alcalde de la villa, y quienes les ha llevado la alegría de 5 nietos. "Desde la mayor hasta el de 5 años están deseando participar", revela Serapio con orgullo.

En medio siglo de participaciones en el paloteo, este longarino, que se ha enfundado su vestimenta con orgullo año tras año, reconoce haber empleado entre 8 y 10 pares de palos. "Cuando eres joven le das muy fuerte, ya después te vas moderando".

Los repuestos salen del pueblo

Cuando una pareja de palos se rompe o unas nuevas manos están preparadas para salir a palotear, es momento de llamar a los Carreteros. "Mi abuelo Eduardo me enseñó el oficio, fue quien me animaba a que le ayudara", rememora Fernando Bayonesta desde el mismo taller que empleaba su abuelo. En ese lugar le explicó que "la madera hay que cortarla en la luna menguante de enero, para evitar que se vea afectada por la quera". Desde allí se han hecho centenares de palos siguiendo el mismo proceso: primero, cortar el listón de madera en la sierra de cinta; pasarlo por el torno para que alcancen su forma redondeada; y, finalmente, pintarlo.

Generalmente, los propios palos siguen una escala de medidas, repartida según género y edad. Así, para los hombres adultos las medidas suelen ser de 63 centímetros de largo por 3 de diámetro; para las mujeres, de unos 58 por 2,5; y para los más jóvenes, de 49 de largo por 1,5. Sus colores, salvo algunos pintados con los tonos de la bandera de Aragón, son el rojo, el blanco y el azul. "Primero se pinta de rojo y se deja secar colgado de unos orificios, después 7 centímetros de cada extremo se pintan de blanco y se añade una línea azul", detalla Fernando.

En el almacén anexo guarda, según sus cálculos, cerca de 1.000 pares, tradicionalmente hechos con madera de carrasca. "Mi abuelo dejó ya muchos hechos", reconoce Fernando mientras retira los embalajes de un palé en el que se apilan buena parte de ellos. "Cuando nació en agosto mi hijo Lucas ya le dimos un par de palos, para que los vaya conociendo", confiesa con una sonrisa de oreja a oreja. Si esa tradición arraiga en el pequeño, Serapio Jaime advierte: "Es un sentimiento que ya no se pierde nunca".

La momia de doña Isabel de Ledesma, en la iglesia de la Asunción bajo el altar de San Pedro

Cada uno de los rincones de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Longares, declarada monumento histórico-artístico en 1967, guarda una historia. Uno de esos espacios es el que forma la capilla de San Pedro, donde reposa la momia de doña Isabel de Ledesma. "Al levantar el suelo de la cercana capilla del eccehomo, se encontraron unos sarcófagos, uno el de Lupercio Escolano y otro el de ella", explica Lola Mastral, vecina de la localidad y guía del templo.

Ambos son los padres de don Diego Escolano, fiscal de la Inquisición, responsable sucesivamente de las diócesis de Mallorca, Tarazona, Segovia y Granada, y quien gestionó la llegada de las reliquias de los santos hasta Longares. "Él, originario del pueblo, fue aposentador en la corte de Felipe IV y ella, dama de la infanta Margarita de Austria", detalla Mastral. "Cuando encontraron los sarcófagos entre aguas y lodos el de don Lupercio se volvió a enterrar porque estaba deteriorado y el de ella, el original salvo la tapa de cristal, se colocó aquí", explica girándose hacia el altar de la capilla.

El Rudero: dos décadas de una asociación que dinamiza la vida social y cultural

En abril de 1988, nacía en Longares la Asociación Cultural el Rudero, que apela a un cauce seco muy conocido en este pueblo de la zaragozana comarca de Campo de Cariñena por el que baja agua en caso de tormentas.

"Desde la Asociación se intenta fomentar la vida cultural, para dinamizarla y poder hacer cosas distintas", explica la tesorera María Antonia Salvador. En este sentido, Lola Mastral, también presidenta de esta entidad, indica que "este año hemos organizado para las fiestas una exposición con motivo del 350 aniversario del paloteo". Muchas de sus actividades, concursos, charlas y viajes, se recogen en una revista cuatrimestral que acumula ya 59 números.

Anteriormente, este colectivo que lleva dos décadas trabajando por la vida cultural y social de la localidad se encargaba de organizar durante el mes de enero una matacía popular, pero esta ha sido sustituida desde hace unos años por una comida de migas el día de San Jorge. "Era mucho trabajo y mucho ajetreo", asume Carmen Losilla, de 74 años. Como tradición, indica que "cuando se hacía en casa era una fiesta grande, porque allí nos juntábamos toda la familia".

LOS IMPRESCINDIBLES

La torre mudéjar

Patrimonio de la Humanidad de la Unesco desde 2001, se estima que su construcción se materializó en el siglo XIV. Su planta es cuadrada. En su interior se disponen hasta 6 pisos, pero desde el exterior se perciben tres cuerpos.

Las puertas de la villa

La villa de Longares se encontraba rodeada por una muralla. En ella había cinco aperturas que se correspondían con otras tantas puertas: Baja, Arbellón, Somera, de Zaragoza y de Cariñena (o Valencia), que son las que quedan en pie.

La fuente de los machos

Realizada en piedra de sillería forma parte de un conjunto de fuentes similares del siglo XVI que hay en la zona. Proyecto del arquitecto Francisco Rocha, se sitúa en el cruce de la carretera de Longares a Calatorao, junto a la plaza de toros.

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