Cabañas de Ebro: Un bucanero que reta al río y aún se atreve a volar

José Antonio Leza, ‘El Pirata’, pescador fluvial y marino, proclama su amor eterno por la aventura y, al mismo tiempo, ansía soluciones que mitiguen las crecidas del Ebro en su Cabañas.

José Antonio Leza, 'El Pirata' de Cabañas, señala al cielo en la orilla del Ebro. laura uranga Guadalupe Rubio, frente a su casa rural.
José Antonio Leza, 'El Pirata' de Cabañas, señala al cielo en la orilla del Ebro. laura uranga Guadalupe Rubio, frente a su casa rural.
Laura Uranga

Tras setenta y nueve años en ejercicio, El Pirata sigue enganchado a las aventuras aparejadas a su condición de bucanero innato. El tema tuvo el correspondiente catalizador; fue fabricar la primera piragua y convertirse en corsario del Ebro. José Antonio Leza, que así se llama en el DNI, pescaba desde siempre a caña rústica e hilo con sus amigos en las orillas del Ebro. Cada cual tenía su apodo: ‘Cortacierzos’ podría pasar a la historia como uno de los motes más ocurrentes jamás oído. La afición a la pesca la repartiría El Pirata con el paso de los años entre el entorno fluvial de su Cabañas y el marítimo de Colindres, localidad cántabra pegada a la populosa Laredo en la que aún sigue pasando varios meses al año. "Allí me gusta pescar anguilas", apunta. Le avisan cuando estos seres eléctricos empiezan a abundar allá, y pone proa al Cantábrico. Desde que se jubiló es dueño de su tiempo, y la salud le permite seguir muy activo, amén de superar los sinsabores (alguno muy amargo) que también ha traído el destino a este espíritu simpar.

José fue paracaidista, ejerció de hostelero (daba de comer a la plantilla de La Química en su local cuando la fábrica salió de La Almozara y se instaló en Cabañas), vendió cosechadoras y, aunque se prodiga menos que antes, sigue practicando parapente en la actualidad. Como lo oyen. "Saltamos –asegura– en Laredo, en el Puntal, y también en Islares, allá en Cantabria. En Aragón vamos al castillo de Monlora y a Castejón de Sos", dice ufano, mientras asegura que no va a dejar de tentar a la suerte mientras pueda. "Ala propia ya no tengo, porque me la quité después de un buen golpe, pero saltar no lo dejo".

Lo de pescar tampoco piensa abandonarlo. Ahora se prodiga más en aguas cantábricas, pero el Ebro sigue ejerciendo su influjo en José. "Tengo mi barquito allá arriba, y naturalmente se llama ‘El Pirata’. Aquí sigo pescando, tengo mi cebadero; el pez más grande que he sacado del Ebro desde tierra era de dos metros y cuarenta y cinco centímetros, hará unos siete años. Dos horas pasé peleando con él, al final hasta tuve que pedir ayuda a Esteban, un amigo de Pedrola".

Preocupación

Las historias de pesca, las risas y la complicidad no le nublan las entendederas a José Antonio. Cabañas vive siempre con la amenaza de las crecidas del Ebro. Señala a la entrada la marca que recuerda la altura de las aguas en la última gran riada, allá por marzo de 2015. "Cada vez sube más, y nosotros tenemos que levantar más la protección; esos frenos que se le van poniendo al cauce, que no es lo ideal pero que no queda más remedio, hacen que el agua pase por donde pueda. Al hacer aquí el río ese codo, se va comiendo tierra de la otra orilla. Es un problema serio. Es que si no se draga el río, van a seguir pasando desastres".

Tema fluvial aparte, Cabañas apuntala su futuro desde el presente; no todo es agricultura, ganadería o servicios en el pueblo. El polígono industrial Montecicos marca el paso empresarial en el municipio, con empresas como la fábrica de Poliuretanos Rivas o Grupo PIM (mecanización de alta precisión) como referencias; los segundos acaban de abrir proyecto en Tlaxcala (México).

Recuerdos que se agolpan

Pasear con José Antonio por las calles de Cabañas es recabar una anécdota en cada esquina. Su casa familiar era antes el núcleo de una amplia propiedad, reflejo de el impacto económico de su familia en el pueblo. Saluda al cura, que llega de Alagón, y recuerda al pasar por delante de sus puertas el papel que hacen las asociaciones culturales locales, como La Cabañera o Los 300. Su casa natal está al final de la calle de la iglesia. "En los tiempos de mi abuela, Feliciana Abreu, la familia tenía minas de sal en Remolinos, también la panadería aquí. En esa casa nacieron mis hijos. Estaba también el antiguo cine, que cerró cuando llegó la televisión a España hace sesenta años. Mi padre hacía la luz con una turbina para todo el pueblo, cobraba por bombilla y alguno –sonríe– le tenía rabia; ahí vive mi hermano Francisco, que me saca diez años de edad, y mi sobrino tiene puesto su taller".

José es buen amigo de los populares Ebronautas, que tienen su almacén en Cabañas (aunque le empresa tenga su sede oficial en la vecina Alcalá de Ebro) y con los que ha compartido alguna bajada por el Ebro. Y también le une el afecto (familiar, además) a Mari Carmen Lázaro, alcaldesa de Cabañas desde 2011 y sobrina suya. "Trabaja mucho y muy bien, no es fácil lo que tiene encima con el asunto del río. Tenemos que ayudar entre todos".

Guadalupe Rubio, pionera en la hostelería local

Guadalupe es de Barcelona, pero tiene raíces familiares en Cabañas. Hace catorce años dio un golpe de timón a su vida: dejó el trabajo que tenía en la Ciudad Condal y se vino al pueblo para abrir un establecimiento de turismo rural. Lo hizo con un carácter pionero: se trataba del primero en la provincia de Zaragoza adaptado para discapacitados físicos. "Era una casa muy antigua, de adobe –recuerda Guadalupe– y la hice nueva; siempre tuve claro que debía garantizar la comodidad de cualquier personas que viniese. Equalitas Vitae, el portal de turismo accesible, hace cada año una inspección consistente en enviar a un evaluador en silla de ruedas para que compruebe todo, detecte nuevas necesidades y me actualice las regulaciones. Son realmente tres casas unidas; yo estoy al lado para cualquier asistencia imprevista. Me gusta tener detalles con mis huéspedes, que se sientan como en su casa. Y reivindico el Ebro como atractivo turístico; es una maravilla".

LOS IMPRESCINDIBLES

Iglesia de San Ildefonso

Construida a finales del siglo XVIII, es de estilo barroco. Tras la creación de una Escuela Taller del IAE en 2004, el apoyo financiero de DPZ y del Ayuntamiento, se procedió a su restauración integral durante dos años. Reabrió en 2007.

El regaliz

La firma Tur fabricaba en Zaragoza desde 1924 el regaliz Zara. A mediados de los sesenta quebró; Manuel Esteban González abrió en Cabañas la Fábrica Industrial de Regaliz Español (FIRE) y recuperó la marca.

Casta Álvarez

Aunque no nació en el pueblo, residió buena parte de su vida en él. Heroína de la guerra de la Independencia, peleó en las calles durante los sitios de Zaragoza. Fue condecorada con el escudo de ‘defensor de la patria’.

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