Una política útil para los aragoneses

El año que se nos va será recordado por el regreso de los bienes de Sijena a Aragón. Una batalla ganada gracias al tesón de muchos aragoneses que no perdieron la esperanza ni el aliento y consiguieron que se hiciera justicia ante un independentismo insensato que hace una lectura de las sentencias judiciales en función de sus intereses.

Por lo demás, se podría decir que ha sido otro año perdido por el Gobierno de Lambán para dar impulso a nuestra Comunidad, otro año con mucho ruido y pocas nueces. El año comenzó sin presupuestos y con las tradicionales discusiones de una pareja PSOE y Podemos mal avenida y en descomposición, no sin antes provocar un problema en la educación aragonesa que culminó con una de las mayores manifestaciones que se recuerdan.

Así es que presupuestariamente el año comenzó en mayo tras pasar los partidos que apoyan al Gobierno la apisonadora a las propuestas del resto de grupos parlamentarios. Por si fuera poco la apuesta del presidente por la perdedora de las primarias socialistas dejó a Lambán con la obligación de trabajarse su propia candidatura aragonesa hasta el punto de que incluso tuvo que usar el Gobierno de Aragón como arma de presión. Todo eso se llevó por delante unos cuantos meses en los que se habló muy poco de los problemas de los aragoneses y mucho de los del presidente, problemas que parecieron solucionarse tras la elección socialista de octubre y la marcha de Echenique a la capital del reino.

Igual que el anuncio de Bon Àrea de instalarse en Épila o el funcionamiento del aeropuerto de Caudé suponen un punto en el haber de este Gobierno, la crisis catalana y la salida de empresas tras el golpe separatista ha puesto en evidencia la falta de atractivo inversor de nuestra Comunidad, en buena parte debido a la fuerte presión fiscal de un Ejecutivo prisionero de un partido que no cree en la iniciativa privada. Resulta muy difícil explicar que siendo la comunidad vecina, teniendo los lazos económicos, culturales y familiares que tenemos con Cataluña, estando situados donde estamos y con las comunicaciones con el resto de España que tenemos, tan pocas empresas hayan decidido instalarse entre nosotros.

Ahora que ya estamos en el último año completo de legislatura, y por tanto en periodo casi electoral, esperamos que este Gobierno se dé cuenta que bajar los impuestos a los más desfavorecidos es la mejor política social, que reducir la presión fiscal a las empresas es la mejor manera de crear empleo o que suprimir trámites burocráticos es el camino más corto para emprender. No podemos permitirnos seguir apareciendo en los informes del Banco Mundial como una de las dos comunidades españolas en las que más difícil es hacer negocios.

Ahora que la legislatura va de bajada esperamos que por fin se consiga llegar a un pacto por la educación en Aragón que evite la incertidumbre de las familias, se reduzcan las listas de espera y se solucionen los problemas de atención sanitaria en el territorio o se produzca la necesaria reforma territorial que simplifique y haga más eficiente nuestra Administración, reduzca la carga política de las comarcas y suprima los privilegios políticos.

Tras el año que iba a ser y no fue, esperamos que se negocie entre todas las comunidades autónomas una financiación más justa, solidaria y sostenible sin cuponazos que supongan privilegios ni líneas rojas que perjudiquen a Aragón.

El desafío independentista ha marcado la política aragonesa y española y eso se ha visto reflejado en las últimas encuestas publicadas por HERALDO en las que se deja muy abierto un cambio de rumbo en las principales instituciones aragonesas al mismo tiempo que respalda el trabajo de Ciudadanos. Nosotros vamos a seguir trabajando por una política útil para los ciudadanos y para que los cambios importantes lleguen cuanto antes a Aragón.