Hay magia en Lascuarre: palabra de gastrónomo

Óscar Pérez aplica los conocimientos adquiridos en visitas a grandes restaurantes españoles a la hora de ofrecer un ‘gin-tonic’ excepional (traído de El Bulli) en el local social de su municipio.

Óscar Pérez, en la barra de su bar.
Hay magia en Lascuarre: palabra de gastrónomo
Ángel Gayúbar

Hay que tomar un pequeño ramal desde la A-16055, el Eje del Isábena, para llegar hasta la antigua villa de Lascuarre, algo apartada de la carretera. Este relativo aislamiento hace que esta histórica población se haya convertido en una ilustre desconocida. No siempre ha sido así: fue plaza fuerte amurallada, villa de abolengo en los convulsos tiempos de la Alta Edad Media y, hasta bien entrado el siglo XX, una de las poblaciones más importantes como núcleo de servicios en la Ribagorza central.

En los últimos sesenta años, Lascuarre sufrió un acelerado proceso de despoblación, del que actualmente trata de salir con una nueva generación de vecinos. Además, se está haciendo un importante esfuerzo para adecentar calles y casas.

"Somos 136 empadronados, pero prácticamente todos los días tenemos gente de fuera que vienen aquí a trabajar", comentan unos parroquianos en el local social, corazón de la vida del pueblo. Una afirmación que suscita debate: el encargado del local, Óscar Pérez, apunta que en la actualidad se está produciendo el fenómeno "hasta hace poco inexistente" de lascuarrinos con profesiones liberales que residen en el pueblo y se desplazan para trabajar fuera. "Es una apuesta por vivir aquí que denota una voluntad de pervivencia muy ilusionante", sentencia.

Óscar es un auténtico dinamizador social que se multiplica como alguacil, cuidador de las piscinas e instalaciones deportivas... también es gerente del local social y su oferta de restauración. "Este es un pueblo agrícola y ganadero, pero se está empezando a impulsar un cierto sector turístico; hay varias viviendas de turismo rural con notable demanda como casa Catones, casa Lombardo, casa Santini o casa Puicerós", apunta.

Gran aficionado a la gastronomía, hasta hace poco era uno de los escasos ribagorzanos que había comido en todos los restaurantes españoles poseedores de las tres estrellas Michelín. La reciente incorporación de dos nuevos establecimientos a esta selecta lista le ha hecho ya programar sendos viajes a Cataluña y a tierras gaditanas para conocer sus propuestas gastronómicas. "Somos un grupo de amigos que visitamos estos establecimientos siempre que podemos, y ya estamos preparando el viaje a El Puerto de Santa María para poder comer en el A Poniente", señala.

Su costumbre de visitar los mejores restaurantes nacionales comenzó en 2008, y le ha deparado momentos inolvidables. "Surgió por el placer de disfrutar de la gastronomía, por supuesto, pero también por el interés de llevar el nombre de Lascuarre y abrirnos hacia la gente, explicándoles donde vivimos y que estamos aquí con ganas de mantener este territorio vivo".

De estas visitas se ha traído uno de los mejores ‘gin-tonics’ del panorama nacional. "Pudimos visitar El Bulli en 2012, poco antes de que lo cerraran, e hicimos muy buenas migas con Julio Barluenga, quien era sumiller allá; me enseñó a hacer el ‘gin-tonic’ que ellos servían y, dentro de mi modestia, lo estoy preparando en Lascuarre", explica Óscar. El resultado tiene felices a los aficionados al trago largo de la zona. "Lo ha probado muchísima gente y tiene una gran aceptación", confirma Óscar.

Este gastrónomo reconoce "la atención exquisita, la decoración muy cuidada, la puesta en escena sublime, el respeto por el cliente y un enorme saber del personal, que hace que todo resulte perfecto" como avales de todos los establecimientos que lucen las tres estrellas Michelín. Y aunque puede parecer una afición elitista, Óscar señala que su grupo de gastrónomos ribagorzanos es gente "sencilla y sin más pretensiones que disfrutar de la comida. Yo, por ejemplo, he estado ahorrando todo el año para permitirme este pequeño lujo", comenta.

Feliz en el pueblo

Al margen de esta práctica, Óscar se siente muy a gusto en Lascuarre. "Es una vida muy tranquila en invierno; en verano cambia mucho con el aumento de población y el trabajo añadido de tener las piscinas e instalaciones deportivas en perfecto estado".

Óscar se muestra concluyente al apuntar que vivir en un pueblo es, muchas veces, bastante menos idílico de lo que puede parecer en algunas ensoñaciones de urbanitas desencantados. "Si te haces al tempo del discurrir de los acontecimientos, sobre todo en invierno, es una vida más que gratificante", sostiene.

Lascuarre se encuentra en plena vorágine de renovación y adecuación de infraestructuras urbanas y de acceso. "El pueblo tira para adelante y, a pesar de todos los pesares, sigue siendo un referente para el Valle del Isábena y la comarca de Ribagorza; además se está frenando la emigración de gente joven y están llegando nuevos pobladores que garantizan a medio plazo el futuro", concluye Óscar.

La iglesia de la Asunción enseñorea el conjunto urbano del pueblo

La monumental iglesia parroquial de Lascuarre, dedicada a la Asunción de la Virgen, es uno de los más representativos ejemplos del gótico aragonés de transición al renacimiento de todo el Alto Aragón. Levantada sobre un anterior templo románico, ocupa parte del solar del antiguo castillo de la localidad que tuvo una gran importancia estratégica hasta el siglo XIII pero que en el momento del inicio de las obras de la fábrica del actual templo había perdido esa prevalencia y, a tenor de las crónicas, se debía encontrar en ruinas.

El tercer libro de Serlio, tratadista y arquitecto manierista boloñés, dice que la iglesia de La Asunción fue construida por un arquitecto llamado Anduxe entre los años 1552 y 1556, siendo el maestro picapedrero de la obra un tal Juan Tellet. Frente a ella está la coqueta ermita románica del mismo nombre, que se ha acondicionado para acoger la celebración de las eucaristías y celebraciones religiosas, dado el pequeño número de residentes habituales en Lascuarre y, por consiguiente, de feligreses que asisten a los oficios.

LOS IMPRESCINDIBLES

Torre de los Moros

A un par de kilómetros del pueblo, se cree que fue un punto de vigía estratégico. No obstante, algunos consideran que la actual estructura es una vivienda del XVII, dados ciertos detalles en las puertas y ventanales labrados en piedra.

Casa Catones

Está considerado como uno de los mejores establecimientos de turismo rural en la Ribagorza. La exquisita atención y la cocina de Elena, su responsable (foto), son las bazas de una oferta adapta a las demandas modernas.

Arquitectura urbana

Abundan los escudos, piedras labradas, casas señoriales, torres, pasadizos y arcos de paso que recuerdan su estructura fortificada y ofrecen una singular muestra de urbanismo medieval en muy buen estado de conservación.

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