Torla-Ordesa: el padre Lizito, desde Cabo Verde a las puertas de otro paraíso

El municipio de Torla-Ordesa es la entrada por antonomasia del Parque Nacional, y las calles del pueblo cabecero un regalo para la vista. El padre Lizito Fernandes lleva tres años en la localidad.

El padre Lizito Fernandes, cura de Torla-Ordesa desde 2014, junto a sus perros Tico y Chesa.
El padre Lizito Fernandes, cura de Torla-Ordesa desde 2014, junto a sus perros Tico y Chesa.
Laura Uranga

Desde hace tres años, el municipio de Torla es Torla-Ordesa. Nombre compuesto con guión, que además de sonar a apellido de alta cuna sirve de identificador geográfico para la tradicional puerta de entrada al paraíso de Ordesa.

De Torla salen en Semana Santa y verano (verano extendido hasta el Pilar) los autobuses que llevan hasta la pradera de Ordesa. En Torla están los hoteles (desde clásicos como el Villa de Torla, el Ballarín o el Edelweiss al remozado Silken Ordesa, pasando por las diversas casas rurales), los restaurantes, las tascas y las tiendas de recuerdos, la historia viva de Casa Matietas o la Casa Vieja, el bucardo disecado en el Centro de Visitantes del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido... los rincones de interés se acumulan, con la plaza Aragón y la calle Francia como enclaves comerciales más concurridos. Un núcleo de ensueño, con magia en cada esquina, que sin embargo vive cada año un apagón turístico invernal:_la visita al parque con frío extremo queda únicamente para los iniciados, y la competencia de las estaciones de esquí alpino en los valles contiguos hace que la hostelería opte (salvo contadas excepciones) por el cierre estacional tras el puente de la Inmaculada.

Torla-Ordesa: el padre Lizito, desde Cabo Verde a las puertas de otro paraíso

Una de las opciones manejadas para paliar esta realidad anual es, precisamente, el esquí... de fondo; el proyecto de una estación en Bujaruelo, en las lindes de Ordesa, podría ser el tercer vértice de una red de estaciones en el Sobrarbe que se completase con las ya existentes en Fanlo –ubicada en Cuello Arenas– y Bielsa, en el valle de Pineta.

Entre sueños e hipótesis de futuro, el padre Lizito Fernandes se encarga de atemperar las almas de sus feligreses y predicar la palabra de Dios en la iglesia de Torla (donde tiene su hogar desde hace tres años) y en algunos pueblos más. El padre Lizito es joven: nació en 1985 en mitad del Atlántico, en Picos (Ilha de Santiago, Cabo Verde) y lleva doce años en España. Es sacerdote diocesano y se preparó en el Centro Regional de Estudios Teológicos de Aragón, en Zaragoza, aunque su vocación venía de antes. "A los catorce años ya empecé a acercarme a la vida religiosa; unos cuantos vinimos a España para formarnos, y yo estuve en el Seminario de Zaragoza. Me ordené en 2014 y mi destino fue la diócesis de Jaca, gracias al requerimiento del actual obispo de Jaca, don Julián Ruiz Martorell, que había sido mi profesor en Zaragoza".

Feliz en el valle

El anterior sacerdote de Torla tuvo un accidente hace tres años y Lizito lo suplió; era un destino coyuntural, pero la salud de su predecesor empeoró y le llevó a la jubilación, lo que dejó al caboverdiano como párroco en el pueblo. Ejerce oficialmente en veintitrés enclaves, contando los despoblados de sobrepuerto. Su ministerio habitual llega a ocho localidades, aunque acude a otras seis cuando hay requerimientos especiales. Cada fin de semana oficia la eucaristía en cuatro pueblos en una rotación total de ocho, tarea en la que le apoyan varias religiosas; ellas hacen la celebración de la palabra y la comunión, práctica aprobada por la iglesia para paliar la escasa vocación sacerdotal actual. "Atiendo a los feligreses de Fragen, Linás, Viu y Torla por aquí arriba; abajo tengo Oto, Broto, Sarvisé y Fiscal. Además de las misas y la catequesis, también doy clases de religión en los colegios de Torla, Broto y Fiscal. En Broto hago misa diaria a las cinco de la tarde".

Lizito extiende su labor a terrenos seglares con naturalidad. Verle tomar una caña con parroquianos en El Rebeco es algo tan habitual como la nieve en invierno; si había algún recelo hacia su persona por cuestión de juventud o raza, se disipó pronto. Dios también está en las tabernas. "Y entre los pucheros, como decía Santa Teresa –apunta Lizito– o allá donde haga falta una charla sobre lo humano y lo divino. Nunca he tenido problemas en este valle: me dijeron que la gente era muy cerrada, y mi experiencia ha sido contraria a eso; me sentí bien recibido desde el primer día. No sé cuánto tiempo estaré aquí; según el derecho canónico, debería quedarme al menos cinco años. Por mí estaría muchos más, pero voy allá donde me necesiten, claro".

Sobre la presencia decreciente de la fe católica entre las nuevas generaciones, Lizito enarbola una teoría que no se circunscribe a lo religioso. "Dejar de centrarse en las apariencias y ser auténtico es el mejor modo de servir a los demás. ¿Que para eso no hace falta ser cristiano? Quizá, pero el amor que derrochó Jesús por nosotros es un gran ejemplo, una llave para cambiar el mundo".

Un ‘carnabal’ de muerte con juicio sumarísimo

La fiesta es con ‘uve’, pero el personaje es con ‘be’ y su regreso a las calles del pueblo justo antes de la cuaresma es un rescate reciente, en el que han colaborado jóvenes y veteranos, aunque durante la dictadura se siguió celebrando muchos años. Carnabal es un mozo del pueblo al que se cubre el torso y la cabeza con pieles y sacos, disfraz rematado por dos grandes cuernos. Representa faltas y culpas de los vecinos; huido por los montes de Ordesa, será apresado por el tenedor, el encargado de vigilarlo y llevarlo atado con una cuerda al pueblo. Cuando llega a Torla, le está esperando un grupo de personas ocultas tras un disfraz, para recitarle un romance que narra cómo va a ser juzgado y muerto para pagar sus culpas. El tenedor pasea a Carnabal por las calles del pueblo: el personaje asusta a los niños e intenta escapar continuamente. Después de ‘bien farto y con buenos tragos de más’, se le hace un juicio popular, acusándole de todas las desgracias acaecidas durante el pasado año; él intenta exculparse, respondiendo en verso a cada acusación. Un tribunal lo condena a muerte y se lleva a cabo la ejecución ficticia, que da paso al baile y la fiesta.

LOS IMPRESCINDIBLES

El Parque Nacional

A Ordesa se puede acceder a pie desde Torla todo el año, o en vehículo particular hasta la pradera de acceso en los meses sin bus desde Torla:_el servicio regresa en abril. Capacidad máximas de visitantes simultáneos: 1.800 personas.

La Cocinilla y el Rebeco

Entre las diversas opciones culinarias del pueblo destaca La Cocinilla, lugar perfecto para degustar carnes asadas con brasa de roble y encina;_en el centro del pueblo, las copas y las tertulias menudean en el Rebeco.

Coro A Buxeta

Fundado en 2011 en el municipio, lo componen una veintena de personas y están especializados en los villancicos, repertorio que han llevado a distintos puntos del Sobrarbe. Actuaron en las últimas fiestas del Pilar en Torla.

-Ir al especial 'Aragón, pueblo a pueblo'.

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