La noche del atentado, el 092 de Cambrils tuvo acento aragonés

Una policía nacional de Zaragoza que estaba allí de vacaciones acabó haciéndose cargo de la centralita de la Policía Local para que todos los agentes pudieran salir a la calle.

La comisaría de la Policía Local de Cambrils se ubica en el mismo edificio del Ayuntamiento.
La comisaría de la Policía Local de Cambrils se ubica en el mismo edificio del Ayuntamiento.
José Carlos León

El atentado en el que perdió la vida la zaragozana Ana María Suárez, sumado al caos y los tiroteos posteriores hicieron que la madrugada del pasado 18 de agosto la centralita de la Policía Local de Cambrils acabara colapsada. Su modesta sala del 092 no había recibido nunca semejante avalancha de llamadas en tan breve espacio de tiempo, pero es que cientos de vecinos, familiares de veraneantes y periodistas de medio mundo precisaban angustiados de respuestas.

A la mayoría de estas personas, quien se encargó de informarles o simplemente tranquilizarlas con unas palabras amables fue una policía nacional de zaragoza. Como tantos otros aragoneses, la joven disfrutaba allí de sus vacaciones, pero un cúmulo de caprichosas circunstancias y el espíritu de servicio del que acostumbran a hacer gala los miembros de determinadas profesiones hicieron que acabara pasando toda aquella fatídica noche al frente de la central de operaciones de la Policía Local de Cambrils. Se ofreció a hacerlo para que todos los guardias municipales de servicio pudieran salir de inmediato a la calle, dado que, en esos primeros momentos, el caos era absoluto y varios terroristas andaban sembrando el pánico en el paseo marítimo.

Había detenido a dos carteristas

Lo más curioso es la razón por la que esta agente –destinada en el Grupo de Hurtos de la Jefatura Superior de Aragón y que prefiere no dar su nombre porque piensa que solo hizo "lo que tenía que hacer y hubiera hecho cualquier otro compañero"– se encontraba pasada la medianoche en la comisaría de la Policía Local. Pese a estar de vacaciones y no ir armada, la zaragozana había presenciado poco antes el robo de un bolso y no había podido evitar intervenir. Los delincuentes lograron darse inicialmente a la fuga, pero la agente dejó a su familia en la terraza de un bar e inició una discreta persecución. Cuando los tuvo localizados, dio aviso al 092.

"La Policía Local de Cambrils envió enseguida una patrulla, detuvo a estas dos personas y me fui con ellos a comisaría para ayudarles a hacer las diligencias", explicaba esta semana la zaragozana. "No hicimos mas que llegar, cuando escuchamos por la emisora que se había producido un tiroteo y que podía tratarse de terroristas. Aquella tarde había sido el atropello masivo de Barcelona, por lo que todo el mundo se puso enseguida en alerta", recordaba.

Como no podía ser de otra manera, los carteristas detenidos pasaron a ser en ese momento un problema menor. De hecho, se decidió ponerlos en libertad. "Luego se supo que aprovechando el caos estos dos hombres perpetraron otro asalto. Pero, como estaban identificados y había grabaciones, volvieron a ser arrestados", indicaba la funcionaria del Cuerpo Nacional.

Dada la magnitud del problema, la zaragozana decidió ofrecerse a echar una mano a los municipales. El responsable de la central de operaciones pensó que lo mejor sería que ella se quedara atendiendo la emisora y el teléfono junto a otro compañero. Y eso fue lo que hizo hasta pasadas las cinco de la madrugada, cuando, ya abatidos los terroristas y neutralizada la amenaza, un policía local de Cambrils la acompañó hasta el apartamento donde pasaba las vacaciones con su familia.

Durante aquella eterna madrugada, no pudo relajarse ni un minuto. "Los momentos más críticos se vivieron al principio, cuando no se sabía bien qué había pasado o si los yihadistas tenían bombas", recordaba. "Pero todos los compañeros de la Policía Local de Cambrils actuaron con una enorme profesionalidad. De hecho, los que libraban acudieron rápidamente a la comisaría para ponerse el uniforme y salir a la calle", apuntaba.

La zaragozana se quedó atendiendo la central y aunque cerraron las puertas del edificio por seguridad, no dudo en dar cobijo a una joven que atemorizada por lo ocurrido se plantó en la puerta de la comisaría. Sabe que no es fácil que vuelva a afrontar una situación de este calibre, pero no tiene ninguna duda de que volvería a actuar de idéntica manera.

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