Literatura contra el calor

El autor repasa algunas de las presentaciones de libros de los últimos días en Zaragoza y aprovecha para felicitar a los autores y editores audaces

Estos calores le quitan a uno las ganas de todo, incluso de escribir estos ‘sacos’. Pero fraguado uno en la educación franquista, da un paso al frente y a cumplir.

No les he hablado de que hace ya unos días presentamos en la Biblioteca de Aragón el último libro de Encarnación Ferré, ‘Desde la cima bifronte’, una recopilación de aforismos y pensamientos varios en los que la autora –gran dama de las letras, aunque el ‘establishment’ baturro lo ignore– habla de la "brega vital" que nos hace humanos, esa lucha que es vivir, con sus éxitos y sus fracasos, por decirlo de alguna manera, porque en la vida, así son las cosas de relativas, a veces ambos conceptos se confunden y a la postre no podemos saber si el éxito fue un fracaso, o el fracaso, un éxito.

Dirá la autora que "fracasar es privilegio del audaz", que el que no es audaz no fracasa, pero tampoco vive. Ella ha sido audaz y ha vivido y este libro es el espejo de una luchadora, que además no se ha cansado "de peregrinar en pos de la sapiencia". Su despliegue sapiencial está hecho de realidades cotidianas, pero también de una percepción que va más allá del mero acontecer prosaico. Si no levantamos los pies del suelo, solo suelo pisaremos. Y se hace preciso volar, no como las águilas sino como humanos, en nuestro vuelo posible y deseable, soñador al fin. Porque la vida está cruzada de enigmas y de otras desazones íntimas que reclaman nuestras preguntas. Y aquí la autora se interroga, y cuando sabe o intuye una respuesta la ofrece. Porque es audaz, no tiene miedo, se arriesga. Y tal vez esta sea el mensaje que el libro ofrece: no hay que tener miedo a pensar, con ese pensamiento libre que nos ha hecho lo que somos.

Hay que felicitar también al editor del libro, Javier Cinca, tan audaz como Encarnación, y capaz de denominar a su editorial Sindicato de Trabajos Imaginarios. Pues que siga la imaginación.

La presentación del libro de Encarna me impidió acudir a la cita del chileno Jorge Edwards, esa misma tarde, en el Pablo Serrano, donde presentó sus ‘Prosas infiltradas’ y conversó con Antón Castro. A Edwards lo conocí hace muchos años, cuando vino a la Facultad de Filosofía, traído por Ana María Navales, para su curso de literatura hispanoamericana. Comimos con él y lo entrevisté. Años más tarde, hacia 2003, coincidimos en Alicante, en un curso de verano, donde también estuvieron Vargas Llosa, Cabrera Infante y Caballero Bonald.

Según me contó Mónica, mi amiga chilena, Edwards estuvo encantador, hablando de su vida diplomática, de exiliado en Cuba tras la caída de Allende, de sus dificultades con aquel ‘Persona non grata’ que lo distanció del castrismo pero lo descubrió como escritor… Me hubiera gustado saludarlo.

El propio Antón Castro presentaba un par de días más tarde una nueva edición de uno de sus más bellos libros, ‘Golpes de mar’, al que ha añadido nuevas prosas con ese lirismo eminentemente galaico de su corazón y de su pluma. Si no pueden ir a la costa, lean este libro. Es más refrescante que cualquier rincón playero.