Los nacimientos siguen bajando en 2017, pero a menor ritmo que en años anteriores

Los profesionales creen que Aragón está entrando en una "zona de estabilidad".

Primer bebé de 2017. Sergio Giménez nació en el hospital Miguel Servet el 1 de enero a las 0.28 y su padre fue el primer aragonés que disfrutó de un mes de baja por paternidad. En la imagen, con su madre Beatriz Esteban.
Los nacimientos siguen bajando en 2017, pero a menor ritmo que en años anteriores
José Miguel Marco

Los nacimientos todavía continúan bajando en 2017, pero a mucho menor ritmo que en años anteriores. Los profesionales sanitarios y expertos en demografía consideran que se ha entrado en una "zona de estabilidad", ya que la reducción de alumbramientos es algo menor que en plena crisis. Aun así, la previsión es que el Miguel Servet, el centro con mayor número de partos de la Comunidad, cierre el año con la mitad de alumbramientos que en 1976, cuando registró el pico con más de 8.000.

En ese hospital durante los cinco primeros meses del año se atendieron 1.487 nacimientos (1.275 vaginales y 212 cesáreas), frente a los 1.548 en el mismo periodo de 2016. Una diferencia de 61 alumbramientos. Si esto persiste hasta diciembre, los profesionales sanitarios calculan que se podría acabar 2017 con entre 3.750 y 3.800 nacimientos frente a los 3.908 de 2016.

El jefe de servicio de Obstetricia del Miguel Servet, Sergio Castán, recuerda que estas cifras están lejos del pico alcanzado en 1976 con 8.150 partos, pero también de la cifra mínima registrada en esa Maternidad en 1996: 3.380. "Hay un descenso menos evidente y por lo tanto la tendencia es a estabilizarse, al menos, así lo creemos", asegura el profesional. En los últimos quince años, es la tercera ocasión que no alcanza la barrera de los 4.000 (en 2013, en 2016 y previsiblemente este).

El balance del Clínico en estos primeros meses tampoco mejora respecto a 2016. Hasta abril, 684 niños han venido al mundo en sus instalaciones, cuando en el mismo periodo del año pasado fueron 701 (17 menos). Aunque no se dispone de datos concretos de Huesca y Teruel, la tendencia parece que se repetiría también en estas dos provincias.

A pesar de que habrá retroceso, los expertos consultados consideran que no será tan acusado como otros años. En 2011 hubo en toda la Comunidad 369 alumbramientos menos que en 2010; en 2012 680 menos que el año anterior y en 2013, 661. Salvo el pico de 2014 donde hubo un pequeño repunte de partos, la cifra de nacimientos en los dos últimos años se ha reducido de una manera más moderada (menos de 300).

Según el sociólogo Juan David Gómez, las cifras tienden a estabilizarse, aunque recuerda que no son las aconsejables. Ni con el ‘boom’ de la inmigración, señala, se consiguió alcanzar las tasas de reemplazo óptimas para cualquier sociedad (dos hijos por cada pareja). "Además, la población que llega a un país tiende a reproducir las pautas de reproducción de la sociedad de origen. Lo normal es que imiten los patrones de comportamiento de España", afirma Gómez, que hace hincapié, además, en que la natalidad no está directamente ligada con el nivel de riqueza de un país. "Está demostrado que los países de más nivel de riqueza tienen menos hijos y los más pobres, más", destaca.

Posibles medidas

¿Y cómo se podría impulsar la natalidad? Para Gómez, en estos momentos esta cuestión se afronta como un "proyecto privado" y no como una cuestión social, como sí la han abordado otros países. "Los políticos solo proponen cosas para sus cuatro años de Gobierno y no plantean medidas a largo plazo", lamenta.

La solución pasaría por aprobar "medidas de conciliación reales y una reorganización de los tiempos de producción para poder disfrutar de la vida" y de la familia. "Hay que hacer un replanteamiento de las jornadas laborales. Racionalizar más los horarios y apostar por la calidad de vida", explica el sociólogo, que recuerda que hay encuestas que revelan que cada vez se pasa menos tiempo fomentando las relaciones sociales y más con aparatos tecnológicos.

El riesgo que se corre, advierte Gómez, es que el sistema de pirámide invertida, en el que los trabajadores sostienen las pensiones de las personas jubiladas, puede llegar a quebrar. "No va a haber población suficiente para soportar los gastos", concluye.

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