Marcos Peña: "Hay que desconfiar de las medidas milagro contra la pobreza"

Se ha tratado de combatir la pobreza de mil formas, pero parece que no hay una fórmula mágica...

Aquí no caben medidas milagro, debemos desconfiar de los predicadores. Es perjudicial pensar que con una ocurrencia esto se resuelve. Las medidas son complejas y han de ser propuestas con mucha seriedad. La desigualdad, en todo caso, es peor que la pobreza. La pobreza de hoy no es la indigencia que conocimos antaño. Luchar contra la desigualdad obliga a blindar los sistemas de protección. A partir de ahí, hay que impulsar acciones que impidan su cronificación y alivien el daño.

Confía en que haya un acuerdo de Estado, ¿no es excesivamente optimista?

Todo es muy difícil. En política, una mínima reforma exige un esfuerzo hercúleo. Imponer la racionalidad aún es mucho más difícil. Ese es el combate de nuestros días, entre la razón y la sinrazón. A veces, las denuncias respecto a la pobreza parecen más un anuncio publicitario que mueve a la indignación que un instrumento de alivio del problema.

¿Han estado las instituciones a la altura?

Son lo más importante que existe. Hay que hacer un esfuerzo por reforzar el compromiso institucional, la lealtad y la coherencia. El avance, no nos engañemos, es descomunal. Deberíamos estar un poquito orgullosos de lo conseguido. Si no estamos contentos con lo que tenemos, esto no mejora. Desde la indignación y la ira no se avanza. En estos 40 años, España ha tenido una evolución pasmosa y ahora hay que mantenerla.

¿Cómo se están haciendo las cosas en Aragón?

Con muy buena fe. Todo aquel que gobierna quiere hacerlo de la mejor manera posible, pero se echan en falta mecanismos de coordinación. Esto ocurre también con la Educación o la Sanidad. No existe coordinación, información y evaluación de las políticas. El exceso de buena voluntad es entrañable, pero no suficiente.

¿Qué ocurrirá dentro de 20 años con los niños que viven ahora una situación de pobreza?

¿Y con nosotros? No lo sé. Lo que importa es que esos niños, aparte de que tengan la salud asegurada, puedan acceder a la escuela, aunque las carencias lo dificultan. Es una situación cronificada, ya que suelen pertenecer a familias que tampoco han pasado por la educación. España no está ni mucho menos en la indigencia. No resolveríamos ningún problema si partiéramos de la alarma social.

¿Cómo imagina el CES el escenario poscrisis?

Dependerá de dos cosas. La primera, la evolución del trabajo por cuenta ajena, que está sufriendo mutaciones de una intensidad notable. Está, por otro lado, la formación de los sujetos sociales (partidos, sindicatos, patronales). O manejan ellos la gobernanza y consiguen hacer una globalización con reglas o se nos va de las manos.