Benasque, campo de pruebas para la Antártida

Los militares españoles que viajarán al continente helado, la mayoría destinados en Aragón, se adiestran estos días en el Pirineo para soportar sensaciones térmicas de -30º.

Los militares, ayer en Zaragoza antes de partir a Benasque
Los militares, ayer en Zaragoza antes de partir a Benasque
Oliver Duch

El glaciar de las Maladetas, en Benasque, servirá de campo de entrenamiento para los militares españoles de la próxima campaña a la Antártida, la misión más veterana de las Fuerzas Armadas y también la más lejana. Antes de partir a final de año a Isla Decepción, preparan la fase de montaña en el Pirineo, adiestrándose en nieve y hielo, en el manejo de raquetas, piolets y crampones o en la conducción de quads.

El grupo de la 31ª campaña antártica, formado por 12 hombres y una mujer, se concentró ayer en Zaragoza para viajar por la tarde a Benasque, donde permanecerán hasta el viernes. El valle con más tresmiles de la cordillera les permitirá aclimatarse a las condiciones del continente helado, con termómetros bajo cero, fuertes rachas de viento que provocan sensaciones térmicas de -30º y un tiempo muy cambiante.

"Benasque es el lugar del Pirineo que más fácil acceso tiene a la nieve. En mayo e incluso en junio se puede encontrar en las Maladetas, un lugar único para practicar el movimiento en glaciares", destacó el comandante Valentín Benéitez, jefe de la campaña, destinado nueve años en unidades de montaña, en Jaca y en Pamplona. Recibirán formación teórica y práctica sobre seguridad, primeros auxilios, conducción de quads, uso del GPS, nudos, empleo de material de montaña, recuperación en grietas y montaje de tiendas. Todo ello en un entorno invernal que les permitirá aclimatarse y aprender rutinas sobre cómo abrigarse o beber y comer antes de las marchas.

Su misión es abrir la base Gabriel de Castilla (una de las dos que tiene España), gestionada por el Ejército y cerrada durante el invierno austral, para prestar apoyo a los científicos en sus investigaciones. "Nos ocupamos de su alimentación y de los servicios sanitarios y los acompañamos por la isla en sus investigaciones, bien por mar, con las zodiac, o cuando van por nieve o hielo", explicó Benéitez.

Casi 200 voluntarios

Cinco de los 13 integrantes están destinados en Aragón y el resto proceden de Andalucía, Baleares, Galicia, Melilla, Madrid y Valencia. Es una misión muy demandada como prueba el hecho de que se presentaran casi 200 voluntarios, y es que "pocas veces se tiene la oportunidad de viajar a la Antártida".

El jefe de la misión se ha ocupado de seleccionarlos. "He buscado que sean los mejores en su puesto y polivalentes. El cocinero también deberá tener capacidad para acompañar por la isla a los científicos", aclaró. Pero también ha tenido en cuenta su carácter. Y es que, dijo, "es una convivencia muy íntima, en un lugar muy alejado y con unas condiciones de vida un poco penosas. El espacio es el que hay (la base tiene capacidad para 28 personas) y es importante que sean personas afables y preparadas para vivir en grupo. Es como un Gran Hermano". Se trata de especialistas en comunicaciones por satélite, mantenimiento o navegación. También viajan cocineros, un médico, un veterinario y un experto en movimiento en nieve.

El momento más crítico

Partirán en noviembre o diciembre y estarán hasta marzo. Irán en avión a Punta Arenas (Chile) o Ushuaia (Argentina) para viajar en el buque Hespérides a Isla Decepción. En el barco irán los equipos del Depósito de Material Antártico, que tiene sus instalaciones en la agrupación logística LOG 41 de Zaragoza.

El primer cometido será abrir la base, "el momento más crítico", por las condiciones en que ha quedado tras el invierno austral. "Lo más peligroso es que la bahía se quede congelada y a lo mejor no se pueda acceder. Quizá encontremos desperfectos por el viento o la nieve, y lo peor es que el viento haya podido romper alguna instalación y haya entrado la nieve", indicó Benéitez. Antes de desembarcar en las lanchas neumáticas, una avanzadilla comprobará que no hay actividad en el volcán, ya que la isla es un cráter. El objetivo es que en 24 horas esté la base en orden y en 48 o 72 se cuente con las telecomunicaciones, incluido internet.

Uno de los problemas puede ser que alguien se ponga enfermo. Para ello, el sanitario dispone de aparatos de telemedicina. No obstante, la dotación pasa previamente un estricto reconocimiento médico donde se vigila incluso que nadie tenga una piedra en el riñón o en la vesícula que pueda derivar en un cólico.

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