¿Quiere ahorrar en la luz?

Tras un inicio de año de infarto en los precios de la electricidad parece que poco a poco está volviendo la calma. Sin embargo, cara o barata, el consumidor no puede hacer gran cosa para mitigar el impacto que el comportamiento del mercado eléctrico tiene en su bolsillo. La razón principal es que una parte muy importante de lo que se paga (en torno al 60% del total del recibo?) son costes fijos que comprenden peajes e impuestos que están regulados y fijados por el Gobierno central y que son imposibles de eludir. Es sobre el 40% restante donde puede actuar el consumidor.

Según asegura José María Yusta, ingeniero industrial y profesor de la Universidad de Zaragoza, lo primero y más importante para lograr ahorrar en el recibo de la luz es controlar y ajustar la potencia contratada. Si un consumidor se fija en su factura, este concepto es uno de los que más contribuye a aumentar la cuantía final del recibo. "Por cada kilovatio que se baje de potencia contratada –explica Yusta– un ciudadano puede ahorrar más de 50 euros al año. Hay que ajustar este concepto porque en muchos casos lo que ahorramos con esta reducción es más de lo que podemos abaratar nuestro recibo con las ofertas que nos hacen las distintas empresas que comercializan electricidad". Claro que hay que conocer cuáles son las necesidades de consumo de cada domicilio: en general, 3,3 kW es una potencia media suficiente para la mayoría de las viviendas.

Además de esto, hay que saber que existen dos opciones para contratar la luz: el mercado libre y el regulado. En principio, esto deberían tenerlo presente todos los consumidores, ya que el mercado eléctrico está liberalizado desde hace años, pero la realidad es que muchos ciudadanos aún tienen dificultades para distinguir entre las diferentes comercializadoras.

Yusta no tiene dudas sobre las ventajas e inconvenientes que cada fórmula tiene para el ciudadano. En su opinión, optar por una u otra depende del "perfil del consumidor. Y con esto me refiero –dice– al nivel de conocimiento que cada cual tenga del funcionamiento del mercado eléctrico. Si es escaso tirando a nulo... Entonces, yo recomendaría la tarifa regulada". Con ella se traslada al consumidor el coste de la energía ?(y como la tarifa es horaria se traspasa lo que ocurre en el mercado hora a hora), con todos sus peajes, más los impuestos correspondientes. "Hay que ser conscientes de que en el regulado –apunta el profesor de la Universidad de Zaragoza– estamos sujetos a la volatilidad del mercado y a las fluctuaciones de los precios, pero el balance, fijándonos en el resultado durante periodos largos de tiempo, es favorable". En este caso, el precio del kilovatio consumido es igual en todas las comercializadoras de referencia (que son las que ofertan esta tarifa).

En el mercado libre, el consumidor debe elegir entre las ofertas que hacen las diferentes compañías y todas tienen "letra pequeña". En este caso, lo más recomendable es comparar los precios finales que le van a cobrar por kW contratado y por kWh consumido (descontando los posibles descuentos que le ofrezca la comercializadora). En cuanto a las cautelas, Yusta aconseja tener mucho cuidado con contratar servicios adicionales (como seguros de instalación, mantenimiento y similares); estar pendiente de las cláusulas de renovación del contrato; vigilar que en el término de potencia no se esté cobrando un precio más elevado al que se debería y que el precio aplicado al consumo de la energía no sea más alto que el fijado en el mercado regulado.

"El mercado libre –apunta– exige que el consumidor esté muy bien informado, que sepa lo que está eligiendo y que se preocupe cada año por analizar si debe cambiar de compañía o renovar".