Nuevos pobladores y censos dudosos: la doble realidad de los pueblos más jóvenes

En Allueva, su censo se sustenta gracias a la llegada de una quincena pakistaníes. Solo 3 pueblos de menos de 200 habitantes tienen una población 'joven' en Aragón.

Parejas jóvenes en Castelnou
Parejas jóvenes en Castelnou
JOSÉ MIGUEL MARCO

Allueva es un municipio del Jiloca que hasta hace pocos años estaba encaminado a estar prácticamente abandonado. Su censo era de solo 11 personas en 2005, de las que solo dos habitaban el pueblo durante todo el año. Una historia que cambió en 2015 después de que una familia de pakistaníes se empadronara para criar ganado.

La llegada de estos nuevos pobladores ha permitido a Allueva ser uno de los municipios que se ha anotado un mayo crecimiento en su censo en los últimos dos años. Sus vecinos, sobre el papel, han crecido un 80%. Pero el ejemplo de este pequeño pueblo también sirve para ilustrar la difícil situación por la que pasan incluso los municipios aragoneses que mejores datos demográficos guardan a los ojos de las estadísticas.

En concreto, solo 3 municipios de menos de 200 vecinos en Aragón cumplen con los criterios que se estipulan para establecer que una población tiene un ritmo de crecimiento importante: Cuevas de Almudén, Villanova, y Fuentes de Rubielos. Estos son que su censo haya crecido en la última década, que tenga una población de 65 o más años inferior al 20%, y que su número de niños entre 0-15 años supere la media de su entorno, en este caso, a la del conjunto de Aragón.

“Tenemos actualmente 7 niños que pueden ir a la escuela, lo cual no está nada mal para un pueblo de 120 habitantes, pero hace solo un año teníamos a 11. Eran los hijos de varios matrimonios marroquíes que se instalaron en el pueblo en la época en la que hubo cierto movimiento de trabajo con la construcción de segundas residencias. Ahora no están, y el problema que tenemos es que si seguimos así en poco tiempo quizá tengamos que cerrar la escuela”, cuenta Francisco Javier Floris, alcalde de Fuentes de Rubielos, en Gúdar-Javalambre, uno de estos municipios pequeños pero jóvenes.

Fuentes de Rubielos, con una población actual de 127 habitantes, contaba hasta la marcha de estas familias con una de las medias de niños entre 0 y 15 años más notable de Aragón. Hasta el 22% de sus vecinos censados contaban con esta edad, muy por encima del 14,9% que se da en todo Aragón.

Sin embargo, el pueblo más pequeño que tiene la mayor tasa de jóvenes en edad escolar en Villanova, en la Ribagorza. Este este pequeño pueblo de 157 habitantes uno de cada cuatro vecinos censados es un menor de menos de 15 años. Su juventud se basa en el crecimiento que ha tenido el municipio en puestos de trabajo gracias a la estación de esquí de Cerler y el crecimiento turístico que ha tenido Benasque.

“El pueblo ha crecido considerablemente desde la apertura de la estación. De hecho, tenemos la zona antigua y la zona nueva, donde se han construido muchas segundas viviendas”, cuenta su alcalde, José María Campo.

A diferencia de otros valles del Pirineo aragonés donde la población ha decrecido, esta zona ha visto aumentar su población en un 15% en la última década. Unas buenas cifras que sin embargo también tienen una doble lectura. “Mucha gente se empadronó cuando se ofrecía esquiar gratis a los vecinos de los valles. Algunos siguen estando, y otros se han dado de baja en el padrón”, señala el edil en referencia a la promoción que lanzó Aramón hasta 2012 y que permitía esquiar de forma gratuita a los habitantes de las zonas de sus estaciones.

Pueblos en los que no queda casi nadie en invierno

De vuelta a Allueva, uno de los pueblos que más ha crecido, en el Jiloca, su alcaldesa María Dolores Molina cuenta la dificultades que tiene un pueblo de este tipo. “Traer gente joven es muy complicado porque no hay ninguna opción de empleo en el pueblo más allá del campo. Y además tenemos un problema muy importante con internet, que funciona muy mal”, señala.

En Allueva de hecho más allá de la familia de pakistaníes que llegó al pueblo para criar ganado no queda nadie durante el invierno. “Yo me he propuesto trasladarme al pueblo de forma fija para intentar reflotarlo un poco”, señala la alcaldesa, que tampoco reside en el municipio todo el año.

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