Cómo prevenir los aludes

Triunfan los vídeos del ‘paquetón’ de nieve, pero los expertos recomiendan prudencia y sobre todo consultar los boletines de peligro.

Medición de nieve.
Medición de nieve.
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En la novela ‘La señorita Smila y su especial percepción de la nieve’, del danés Peter Hoeg, la protagonista resuelve un misterioso asesinato gracias a sus conocimientos sobre esa materia. Sin tener que llegar a ser un experto, estos días se recomienda “saber leer la nieve” para las escapadas a la montaña, siempre que se hagan fuera de las pistas balizadas de las estaciones de esquí.


En esa lectura, son de gran ayuda los boletines de predicción de aludes emitidos por la Aemet y por el centro Alurte de Canfranc. La nivóloga, Rocío Hurtado, responsable de este último, se muestra optimista respecto a la evolución de la nieve. “Esperaba peores resultados”, señala tras su último examen del manto, el pasado miércoles. Pese a que el riesgo es importante, ve mucha gente esquiando fuera de pistas y con raquetas que ni siquiera llevan el equipo mínimo para el rescate. Les pregunta si llevan Arva (aparato de localización), pala y sonda, pero “no saben qué es o para qué sirve. Incluso nos han dicho que ‘total, con peligro 3 no hace falta’ o que ‘es solo una vuelta cortita por zona conocida’. ¿Cuándo conseguiremos cambiar esa mentalidad?”


Según esta experta, el martes hubo bastante actividad de aludes en general en todo el Pirineo pero el miércoles “parece que la cosa estaba más tranquila”. Pese a que el peligro baja, advierte sobre algunas zonas muy proclives, umbrías o sotaventos, con placas de nieve. “Los aludes de placa son difíciles de identificar porque cuando pasas por encima no lo sabes. En los de nieve húmeda te das cuenta de que te hundes hasta la rodilla”. El último boletín sitúa el peligro en considerable (3 sobre 5) para hoy, pero cree que la situación se está estabilizando y para el viernes y sábado “estamos dando un peligro moderado, 2”.

Ocho avalanchas con personas arrastradas el invierno pasado

El 90% de las víctimas de un alud son por la rotura de una placa desencadenada por ellos mismos o por algunos de sus compañeros. El pasado invierno, se registraron en Aragón ocho avalanchas con personas arrastradas y una víctima mortal, en distintas actividades (esquí de travesía, escalada en hielo, raquetas…). Curiosamente, el único fallecido hacía senderismo por el valle de Pineta y se vio sorprendido por un alud de nieve húmeda a finales de marzo.

Nieve viral

Las redes sociales echan humo estos días con imágenes de la nieve fresca de este temporal. Los vídeos de gente saltando sobre espesores de más de un metro, como si se arrojaran a una piscina, se han hecho virales. “Había muchas ganas, vemos toda semana el paquetón de nieve, existe mucha expectación y ahora queremos ir a pisarla”, comenta Marta Ferrer, la responsable de la campaña Montaña Segura, el plan de prevención de accidentes de la DGA, Aramón y la Federación Aragonesa, quien recuerda la necesidad de consultar los boletines de aludes antes de hacer salidas. “Todo esquiador de montaña debe convertirse, mejor antes que después, en un experto en nivología y aludes, pues de estos conocimientos y de la adecuada toma de decisiones sobre el terreno puede depender su vida”, recuerda su página web.


“La mayor parte del tiempo estamos en el nivel de peligro notable (3 sobre 5) y es el periodo que más accidentes concentra, porque es una seguridad intermedia y es cuando se desencadenan los aludes que provoca el mismo grupo”, señala Marta Ferrer, quien recomienda precaución, una buena elección del itinerario, hacer una adecuada lectura del terreno, consultar a la gente de la zona y sobre todo llevar el equipo de pala, sonda y Arva.


“Y ya no solo los esquiadores de montaña, que son el colectivo más sensibilizado y que más lo utilizan, sino cualquiera que vaya a la montaña en esta época. En un accidente de este tipo, el rescatador es el mismo grupo, porque el tiempo de supervivencia bajo una avalancha, si no te mata, es de 10 o 15 minutos”, recuerda la responsable de Montaña Segura.


También desde los refugios de montaña, cuyos guardas conviven de cerca con la nieve y que colaboran en las mediciones para determinar los boletines de predicción, piden “precaución y sentido común”.

¿Cómo se mide el peligro?

Los boletines se realizan entre los meses de diciembre y mayo. Pero ¿cómo se mide el nivel? Las previsiones de A Lurte y la Aemet, los dos organismos que los elaboran en Aragón, no siempre coinciden, en parte porque la Agencia Estatal de Meteorología tiene un área más amplia de observación mientras que la primera hace una previsión local, referida al valle del Aragón.


A Lurte emite boletines a través de su página web del grado de peligro, siempre fuera de pistas y en zonas no controladas, para las siguientes 24 horas, así como una tendencia para 48 y 72 horas. Se difunden lunes, miércoles y viernes a las 14.00 del 1 de diciembre al 30 mayo.

Para determinar el nivel realiza observaciones sobre el terreno, perfiles estratigráficos del manto y tests de estabilidad. Su red está localizada entre 1.100 y 2.200 metros y apoyada en estaciones de esquí, guías, agentes forestales, guardias civiles de montaña, guardas de refugios, nivólogos y aficionados. A la vez recibe datos de las estaciones meteorológicas automáticas de Aemet, SAIH Ebro, Nieve y Meteo Pirineos y de particulares.

Los muestreos sobre el terreno se realizan en diferentes cotas y distintas orientaciones, sobre todo donde suelen darse aludes de placa o de nieve húmeda, que controlan periódicamente.


Por su parte, la Aemet cuenta con una red de 19 puntos de observación en los refugios de montaña y en las estaciones de esquí (Formigal, Cerler, Panticosa, Candanchú, Astún y Llanos del Hospital). Los colaboradores realizan sondeos de los diferentes estratos de la nieve que luego los expertos de la Agencia de Meteorología interpretan.


Las alertas se clasifican según el nivel de peligro en función de una escala europea estándar. Lo mismo ocurre a la hora de definir el tamaño de una avalancha, determinada en función del potencial destructivo y de la zona de llegada de la lengua de nieve.


De los cinco niveles establecidos, el más bajo (1) es el de peligro débil. Así se considera cuando el manto nivoso está estabilizado, los aludes se desencadenan en laderas muy inclinadas (de más de 40 grados) por sobrecargas fuertes (dos o más esquiadores, máquinas pisanieves...), y espontáneamente solo se producen coladas o aludes pequeños (puede enterrar a una persona). Luego viene el limitado (2), notable (3), fuerte (4) y por último el muy fuerte (5). En este se pueden dar avalanchas grandes o muy grandes (capaces de enterrar un edificio o alterar el paisaje) incluso en laderas no muy inclinadas (menor de 30º).

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