Finaliza la restauración de un nuevo tramo de la muralla de Albarracín

La Fundación Santa María ha llevado a cabo las tareas, financiadas por el Gobierno de Aragón con 24.000 euros.

El tramo de muralla reconstruido es el de la Torre Blanca.
El tramo de muralla reconstruido es el de la Torre Blanca.
Fundación Sta María de Albarracín

Las obras de restauración de un nuevo tramo de la muralla de Albarracín acaban de finalizar. Los trabajos, que han afectado a once metros lineales del recinto perimetral del meandro del río, han tenido un coste de 24.000 euros, financiados por la Dirección General de Patrimonio del Gobierno de Aragón.


La Fundación Santa María de Albarracín ha sido la entidad encargada de dirigir las tareas, que han afectado al entorno de la Torre Blanca. Principalmente, se han centrado en completar los muros primitivos, deteriorados con el paso de los años, hasta alcanzar los ocho metros de altura.


Tras las labores, y según explican desde la Fundación, “se empieza a constatar con claridad el recorrido de esta muralla que sólo se conservaba parcialmente, como muro de contención de tierras de relleno bajo una densa maraña vegetal”.


Aunque la parte del muro que abraza Albarracín por el norte es la más famosa y la que mejor se ha conservado, la muralla se prolonga por el escarpado meandro del río. Es en esta zona, donde se sitúa el castillo y la catedral, en la que se está actuando desde hace unos años.

Las intervenciones comenzaron en 2010 y, desde entonces, se han recuperado 500 metros de esta construcción. Por tramos, se ha ido afianzando la muralla que discurre desde detrás de la Catedral, por todo el escarpe oeste del río, siguiendo el paseo y la zona de aparcamiento del Castillo y de San Juan. Con esta última actuación, se han abordado los once metros lineales al pie de la Torre Blanca.



Un proceso de trabajo “cuidadoso”

En las últimas semanas, técnicos en restauración han trabajado para reconstruir la muralla y ganar en altura. Respetando los tres metros de lienzo original, se han creado sobre ellos cinco más, para completar el parapeto de seguridad.


Según los expertos, la construcción se encontraba muy deteriorada, dada su función de muro de contención de tierras. “En la mayoría de los tramos, se ha perdido el lado más visible que cae hacia el río, constituyendo incluso un peligro por posibles desprendimientos hacia el paseo fluvial”, afirman.

En cuanto al proceso de trabajo, lo califican de “especialmente cuidadoso”. El primer paso es analizar los rellenos arqueológicos, hasta descubrir por completo los restos de la muralla semioculta. “Después de afianzar estas viejas estructuras, se garantiza la conservación preferente de los restos y se recrece en altura para lograr su estabilidad y perfil adecuado”, explican.

Esta construcción en altura sirve, además, como medida de seguridad de paso, dado el riesgo existente por el pronunciado desnivel topográfico de las laderas sobre las que se asienta la muralla.

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