Francisco Pizarro: "Los notarios somos el termómetro de la sociedad"

Francisco Pizarro es el decano del Colegio Notarial de Aragón, una institución que acoge a un centenar de profesionales en la Comunidad.

Francisco Pizarro, decano de los notarios de Aragón.
Francisco Pizarro, decano de los notarios de Aragón.
Oliver Duch

Ir al notario impone, ¿sabe usted?

Quizá por la naturaleza de las cuestiones que se gestionan en una notaría. Los asuntos que los ciudadanos nos confían suelen ser duros, importantes y afectan a la vida de las personas: un testamento, unos poderes, la compra o venta de una vivienda... Son documentos muy serios y de una gran trascendencia.


Pero la imagen que los ciudadanos tienen de ustedes es la de unos profesionales competentes, pero adustos, distantes...

Yo creo que es una idea preestablecida, un prejuicio. Sí que es verdad que, en general, la imagen del notario es distante, pero le aseguro que en el día a día somos cercanos, estamos a diario en la vida de las personas. Esa sensación de lejanía no es tal; estamos en contacto permanente con los clientes. Para todas las cosas importantes de la vida, los ciudadanos acuden al notario.


¿Por eso organizaron ayer una jornada de puertas abiertas? ¿Para mostrarse cercanos?

Sí. Aprovechando que se celebraba el Día Europeo de la Justicia abrimos el Colegio a todos los ciudadanos que quisieron visitarlo. Se organizó también una conferencia para explicar en qué consiste nuestra labor profesional, la función notarial, y contestar a las preguntas y consultas. La de ayer fue la primera jornada de puertas abiertas que hacemos con el objetivo de facilitar que los ciudadanos nos conozcan más y mejor; de acercar el notario a la sociedad. Queremos romper la barrera que pueda existir entre notario y ciudadano, demostrar que somos accesibles, alguien a quien se puede consultar muchas cosas, independientemente de que luego se haga o no el documento notarial preceptivo.


Pero son ustedes profesionales caros. ¿Son conscientes de que eso quizá disuada a muchos ciudadanos de acercarse a una notaría?

Bueno, el arancel lo marca el Estado. Y hay muchos documentos notariales que no cubren el coste que tienen. Por ejemplo hacer testamento vale alrededor de 40 euros. Pero es cierto que hay documentos más caros y otros más baratos. Y a veces ocurre, en según qué gestiones, que una persona se queda con la idea de que lo cobrado por un notario es mucho dinero, pero no se da cuenta de que no todo va al despacho notarial: hay impuestos o tasas, una gestoría, el registro...


En el decálogo que han hecho público con motivo del Día Europeo de la Justicia recuerdan que parte de su labor es gratuita.

Sí; siempre que tenga que ver con la actividad notarial, la información y el asesoramiento que una persona solicite es gratis. El ciudadano puede consultar sobre el negocio o acuerdo que va a realizar, de modo que pueda decidir qué solución es la más adecuada a sus intereses.


¿Ha afectado la crisis económica a los notarios?

Sí, claro. Nos afecta en la medida en que la gestión de unos documentos, que tienen un mayor importe económico, ayudan a financiar otros, los más baratos. Con la crisis hemos visto decaer una parte importante de nuestra actividad (la adquisición y venta de viviendas ha caído desde el 2007) y esto nos ha afectado.


Por su actividad, ustedes son un buen observatorio.

Los notarios somos el termómetro de la sociedad. Desde nuestros despachos vemos si la gente está más preocupada por unos asuntos que por otros; si compran o venden; si se pide más financiación para las empresas; si se crean más sociedades o se destruyen... El notario deja constancia de lo que ocurre en la sociedad. Por eso, somos termómetros de cómo va la vida económica y social.


¿Y cómo va la temperatura de Aragón?

Nuestra percepción es que va con altibajos. En 2016 ha habido una ligera recuperación de la actividad económica, pero no acaba de consolidarse. Las estadísticas pueden engañar porque la bajada del 2007 al 2014 fue brutal y la recuperación actual no ha logrado aún absorber lo perdido. En este sentido, los notarios vamos como el país: con altibajos.

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