El precio

El Banco Mundial –de actualidad por la obligadamente fallida candidatura del exministro Soria– ha calculado que los sobornos pagados cada año en el mundo alcanzan la cifra astronómica de más de un billón de dólares. La corrupción tiene un precio altísimo, que afecta directamente a la vida de los ciudadanos, ya que ese dinero deja de utilizarse en infraestructuras, enseñanza o sanidad. A ello hay que añadir el coste de los macroprocesos judiciales o el gravoso mantenimiento de los proyectos acometidos a mayor gloria del comisionista. Nada sale gratis, también en términos políticos, porque sin duda el bloqueo político, que va a cumplir un año, tiene bastante que ver con la confusión y el desencanto causado por los escándalos. Y también con la exigencia de ejemplaridad y la transparencia, como se ha visto con el espectáculo que han dado los mentores del exministro Soria, defendiendo lo indefendible hasta que la lógica se ha impuesto y el Gobierno en funciones de Mariano Rajoy le ha obligado a renunciar. Es una perniciosa espiral, que afecta a la vida pública y que se estrella contra la imparable exigencia de regeneración.