Los mastines buscan trabajo en Guadalaviar

La localidad turolense, capital de la trashumancia, celebró un concurso canino en un intento de devolver a estos grandes perros del Pirineo su funcionalidad como pastores.

Algunos de los mastines que acudieron al concurso, con sus dueños en Guadalaviar
Algunos de los mastines que acudieron al concurso, con sus dueños en Guadalaviar
Heraldo

Guadalaviar, una localidad turolense enclavada en el corazón de la Sierra de Albarracín y convertida en un referente de la ganadería trashumante, se llenó ayer de ladridos y vida canina. Una treintena de criadores de mastines del Pirineo venidos de toda España participaron con sus mascotas en un concurso que, más allá de valorar la estética perruna, persiguió devolver a estos grandes canes de largo pelaje la funcionalidad que tuvieron antaño como ayudantes de los pastores de ovejas.


Como explicó el veterinario Emilio Boved, colaborador en la organización del evento, los mastines del Pirineo fueron muy utilizados en la ganadería extensiva hasta los años 70. Sin embargo, más allá de esa década, la estabulación de las ovejas y, en gran medida, la introducción de otras razas de perros pastores más ágiles –como el border collie o el perro de aguas–, han dejado a los mastines sin trabajo.


"Se trata de recuperar para el ganado esta raza autóctona aragonesa cuyos ejemplares se han convertido en unos urbanitas y son utilizados solo como perros de compañía", explicó Boved. "Los mastines –destacó– son muy buenos para proteger al ganado de los depredadores; las ovejas se sienten muy protegidas con ellos y no se mueven de su sitio".


Llegaron criadores de las comunidades de Galicia, Madrid, Valencia y, sobre todo, de Aragón. Su pasión por estos grandes perros hace que no den importancia al considerable esfuerzo que supone viajar con mascotas de hasta 80 kilos de peso. "Es complicado; necesitan su espacio y tenemos que trasladarlos en un remolque", aclaraba Andrés Pastor, presidente del Club del Mastín del Pirineo de España, una entidad con sede en Zaragoza que cuenta con socios en Italia, Francia y Finlandia.


Pastor destacó que el viaje a Guadalaviar permitió a los mastines encontrarse con su hábitat natural. La localidad, que queda medio vacía cada otoño al marchar al sur los ganaderos trashumantes en busca de pastos, ofrece en esta época del año frescas dehesas en las que el calor sofocante no existe. Los propietarios de los perros pudieron conocer asimismo el pueblo y su entorno, donde nace el río homónimo. Además del concurso, en el que actuaron como jueces Francisco Benito y Antonio Mingod, hubo una conferencia sobre el manejo de los cachorros en el Museo de la Trashumancia a cargo de Ana Peña, de la Universidad de Lugo.

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