Solos frente al resto. Mientras el resto ve la vida municipal a cámara lenta, Zaragoza en Común (ZEC) niega la mayor. Han pasado dos meses desde que esta formación ofreciese a PSOE y CHA, los dos partidos que le apoyaron en la investidura, un acuerdo de gobernabilidad en el que plasmó sus principales objetivos, entre ellos remunicipalizar o una nueva política urbanística. El caso es que tanto socialistas como nacionalistas han sopesado la idea, la han consultado a sus bases y... aún no han dado una mínima respuesta. Se prevé que el PSOE lo haga estos días en forma de otro texto, pero fuentes socialistas descartan acercamientos en asuntos de calado como los grandes proyectos que juzgan, como el resto de grupos salvo el que gobierna, paralizados.

La propia ZEC reconoció que el ofrecimiento trataba de paliar la soledad en la que se ha visto inmerso este heterogéneo grupo con menos de un año de gobierno. Sin embargo, algunos munícipes observan que las elecciones de junio, en las que actuará la formación municipalista en colaboración con Podemos e IU, actúan de nuevo freno a una actividad diaria que casi todos consideran una gestión de mínimos.

Entretanto, los otros cuatro grupos se han hecho varias veces la foto. Sucedió con la elección de los alcaldes de barrios rurales, también con la huelga y con la forma de atajarla, con el debate de los gastos institucionales ?y los que no lo son y, también, con algunos grandes proyectos que tanto PP como PSOE, especialmente, trataron de desbloquear de forma conjunta, con apoyos parciales de Ciudadanos y de CHA.

Ninguno de los acuerdos de aquel pleno monográfico sobre Torre Village, Lestonnac, Averly y La Romareda ha sido respetado por el Gobierno: en los dos primeros casos, se aprobó instar a que se agilizasen los trámites y se llevasen los proyectos a comisión y pleno del mes de abril; sobre Averly, se pidió la licencia de derribo en paralelo a un pronunciamiento de la Fiscalía que ha llegado y, por el momento, no hay novedad; y sobre el estadio de La Romareda, aquel pleno pidió un informe municipal que está a expensas de un estudio de estructura externalizado, además de una tasación de la manzana que podría servir para construir un hospital que, por decisión del Gobierno, no hace falta.

La sensación de parálisis ha sido señalada por el resto de los partidos en innumerables comisiones y plenos, si bien el Gobierno rechaza esta idea. Quizá esta tensión de gobernabilidad no resuelta tenga la clave, ya que ZEC aspira algún día a no caminar tan solo. Pero, salvo en caso de acuerdos puntuales y si no hay un giro de 180 grados, parece harto improbable que los socialistas le presten sus votos para remunicipalizar contratas o para proteger el extrarradio de centros comerciales, por ejemplo.

El viernes, no obstante, los dos partidos que auparon a Santisteve a la alcaldía apoyaron al Gobierno en su proyecto de ayudas cuestionado por el PP. Lo hicieron por separado, eso sí, con mucha más química entre ZEC y CHA que con el PSOE. Los socialistas no olvidan la querella de Somos, de la que han salido airosos, que consideraron auspiciada por el edil Alberto Cubero. Tampoco los ceses, entre otros, del exjefe de la Asesoría Jurídica, Luis García-Mercadal, o las polémicas declaraciones del propio Cubero sobre altos funcionarios bajo sospecha.

Tampoco hay palabras amables para ZEC entre los colegios profesionales, que aseguran padecer un parón en los trámites de las licencias de obras y de actividad, las de signo más cotidiano, debido a quién sabe qué forma de organizarse en Urbanismo.

Muchos se preguntan si cambiará algo el panorama en la plaza del Pilar tras el 26-J.