Los albores de las marcas y logos registrados en Aragón

Hasta finales del XIX no se empezaron a registrar los nombres y enseñas comerciales.

Oficina de Patentes y Marcas
Oficina de Patentes y Marcas
El logo de sal de la marca de sal Flor del Gallo Blanco se registró en 1889, siendo uno de los primeros

Que la imagen es un elemento fundamental a la hora de hacer negocios no se le escapa a (casi) ningún empresario. Por eso las firmas se esmeran en ofrecer una impronta propia que transmita los valores enraizados en su modelo y a su vez sea reconocida sin excesivo esfuerzo. Un objetivo que se consigue a través del diseño de marca y, con importancia capital, mediante el logotipo, una herramienta ineludible en el arranque del tercer milenio, pero poco explorada a finales del siglo XIX.


No hay más que acudir a los primeros enseñas industriales de Aragón, a los emblemas de aquellos pioneros de la Comunidad que se dieron cuenta del peso de una marca en la elección de los compradores. Fueron los precursores del márketing, mientras las bebidas espirituosas que se comercializaban se convertían en las protagonistas en los registros.


En los archivos del Ministerio de Industria sobreviven los logos aragoneses más veteranos. El 22 de septiembre de 1879 se salvaguardaba en la Oficina de Patentes y Marcas el nombre de Anís del Toro, brebaje elaborado en la calle de Hernán Cortés de Zaragoza bajo la supervisión de Pedro Dupons. El licor se destilaba desde 1850, pero su nombre comercial tardó casi tres décadas en convertirse en propiedad de su legítimo dueño. No se conserva el dibujo primigenio de la firma, aunque cabe destacar que nació 20 años antes que el archiconocido Anís del Mono.


El primer logotipo aragonés con copyright que se custodia está fechado el 4 de enero de 1884. Corresponde a la fábrica de harinas de Villarroya y Castellano, en Zaragoza. Es un diseño muy sencillo, en el que un círculo contiene la dedicación, el nombre de la sociedad y la ubicación, amén de recordar que el empresario gozaba del privilegio para producir.



El primer logo aragonés registrado. Fuente: Oficina de Patentes y Marcas


De la primera enseña con cierta complejidad se dio constancia tres años más tarde, en 1887. Se registró a nombre de Antonio Palacio Palacio, cuyo anisete se obtenía en el número 55 de la extinta calle de Escuelas Pías, en Zaragoza. En el dibujo, coloreado a posteriori, se puede encontrar un escudo de Aragón y una panorámica de la fachada de la basílica del Pilar, entre otros detalles.



Anisete de Palacio tuvo el primer logo complejo en la Comunidad (1887). Fuente: Oficina de Patentes y Marcas


El industrial barbastrense Constancio Artero Lorda le dio cierto misterio al emblema que inauguró el diseño comercial en Huesca en 1891. Se dedicaba al comercio de paquetería, pasamanería y quincalla. Inscribió su nombre y origen en la imagen, aunque no se detecta a la primera, pues el apunte se rubricó del revés. Su sociedad, El Loro, tuvo el honor de abrir el camino altoaragonés en este particular mundillo.



Fuente: Oficina de Patentes y Marcas


Años después, el grausino Fernando Cereza le daba una vuelta de tuerca al diseño en la provincia. Lo hizo en agosto de 1911, cuando anotó a su nombre el selecto anís de Joaquín Costa, en la línea del momento, ya que los licores capitalizaban los registros. El diseño de la pegatina presentaba un retrato de Joaquín Costa rodeado de cuatro ideales: altruismo, ciencia, amor y patriotismo. Un león rampante abrazaba la efigie y, tras él, emergía una estampa rural.



Fuente: Oficina de Patentes y Marcas


La imagen de marca dentro de la iniciativa privada turolense amaneció en 1888. Lo hizo desde Rubielos de Mora, donde tenía su fábrica y taller Antonio Vicent Vilaplana. Se desconoce en qué sector desempeñaba su labor, aunque esbozó un dibujo que anotó bajo el nombre de Sierra de Mariola (ubicada en Alicante) y el de su propia empresa. Un año después repitió el concepto con la línea de ferrocarril Calatayud-Teruel-Sagunto, que representó con un boceto muy detallado.



Fuente: Oficina de Patentes y Marcas


Tuvieron que pasar unos meses para que la fábrica de aceites finos de oliva Antonio Soler, en Alcañiz, registrara la primera marca de fábrica, propiamente dicha, de Teruel. Nació en la cincomarzada de 1900. La estampa no es la más moderna, aunque debe reconocerse la importancia de aquellas primeras incursiones para el diseño actual.



Fuente: Oficina de Patentes y Marcas

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