​La falta de mujeres asfixia a las localidades de ocho comarcas de Aragón

La Sierra de Albarracín tiene la tasa de feminidad más baja de la Comunidad.

Fortanete, con 118 hombres y 85 mujeres, tiene una tasa de feminidad de 72.
Fortanete, con 118 hombres y 85 mujeres, tiene una tasa de feminidad de 72.
Rúbén Villén

En Aragón viven más mujeres que hombres. De hecho, casi 12.500 más. A quien viva en Zaragoza capital o uno de los grandes núcleos de las tres provincias no le costará creer esta afirmación pero seguro que los vecinos de las zonas rurales son más difíciles de convencer, especialmente los jóvenes, ya que en 29 comarcas aragonesas hay más hombres que mujeres. Para su desgracia, el 'exceso' de población femenina se concentra sólo en cuatro zonas: la Comunidad de Teruel, la Hoya de Huesca, la comarca de Somontano Barbastro y, por supuesto, la delimitación comarcal de Zaragoza.


En la naturaleza el número de varones y mujeres tiende a compensarse y la tasa de feminidad (relación de la población femenina respecto a la masculina) roza por norma general el 100 (cifra similar de mujeres y hombres), cosa que no ocurre en esas 29 comarcas. Además, en ocho comarcas aragonesas la tasa de feminidad está por debajo del 90 y refleja anomalías en los estratos juveniles que podrían considerarse preocupantes y toboganes hacia la despoblación. Esas ocho comarcas con mayor escasez de mujeres jóvenes son Campo de Belchite, Campo de Cariñena, Campo de Daroca, Cuencas Mineras, Gúdar Javalambre, Maestrazgo, Sobrarbe y la Sierra de Albarracín.

Sierra de Albarracín

Con un 82,4, la Sierra de Albarracín tiene la tasa de feminidad más baja de todo Aragón y la pirámide de población en esta zona tiene forma de cualquier cosa menos de pirámide. Hasta los 25 años la proporción es más o menos similar pero entre los 25 y los 65 años las mujeres desaparecen y su peso en la estructura de población es mucho menos representativo que el de los hombres.


A partir de los 70 la cosa se equilibra: los varones fallecen antes, las mujeres viven más y la tabla vuelve a descompensarse a partir de los 80, aunque esta vez hacia el lado femenino. Vuelco que no evita que en una comarca de 4.600 habitantes vivan a día de hoy 450 personas más del sexo masculino que del femenino.

La huida ilustrada

¿A qué se debe esta escasez de mujeres jóvenes? A un fenómeno que los estudiosos calificaron ya hace tiempo como 'la huida ilustrada' y que Luis Antonio Sáez, presidente de Rolde de Estudios Aragoneses y profesor de Economía Aplicada en la Universidad de Zaragoza, explica de forma muy clara: "La proporción de jóvenes que salen del mundo rural para ir a la universidad es mucho mayor en el caso de las mujeres. Las familias hacen una inversión en capital humano porque los trabajos en las zonas rurales siguen siendo muy físicos y no quieren que sus hijas queden relegadas a un segundo plano o supeditadas al trabajo del marido como ocurría con las abuelas", expone Sáez.


Luego, una vez formadas, resulta difícil rentabilizar esa formación en su lugar de origen porque muchas tipologías de empleo solo se encuentran en el ámbito urbano. "Los factores género, edad y formación hacen una mezcla determinante a la hora de elegir dónde residir".


Según explica Sáez, a este fenómeno se suma la escasa reputación que tienen en España los empleos tradicionales y una concepción de la ciudad como el lugar de triunfo y de éxito. "El pueblo tiene más un aire bucólico al que volver los fines de semana, pero no donde te labras un futuro. ¿Cuántos maestros de escuela o médicos deciden quedarse en un pueblo?", se pregunta el profesor investigador especializado en temas como la lucha contra la despoblación y el desarrollo rural.


La atracción que ejerce la ciudad sobre la mujer queda latente en la tasa de feminidad de la ciudad de Zaragoza. En la capital aragonesa la tasa alcanza el 107,9 porque viven en ella 25.363 mujeres más que hombres.

¿Soluciones?

La falta de mujeres jóvenes provoca la marcha de hombres del mundo rural y precipita la despoblación. Tendencia que podría constrarrestarse, según los estudiosos del tema en Aragón, con políticas activas de vivienda y empleo en zonas rurales y el impulso de iniciativas asociativas que fomenten la participación de la sociedad civil y sirvan como abono para el emprendimiento.

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