Un maño senegalés

La gente abarrotaba cada rincón de la capital durante las Fiestas del Pilar y a Mamadou le era difícil anunciar su mercancía.

? ¡Pon cashirulo, cashirulo!

Entre el gentío, las pachangas, el Forano y la Forana, vio a una pequeña baturra llorando desconsolada en una esquina. Su llanto destacaba lo mismo que sus reclamos para vender los pañuelos, es decir, nada. Se acercó a ella.

? ¡Hola, no llores niña guapa! ¿Te has perdido?

Pero ella seguía asustada. Mamadou pensó que mejor buscaba a la policía. Sabía que eso le costaría perder toda su mercancía, e incluso podría a ser detenido por lo irregular de su negocio y papeles. Pronto vio a una pareja de municipales y armándose de valor decidió ir hacia ellos con la nena.

? ¡Paula, Paula!

Una pareja de baturros corrió hacia ellos entre la multitud.

? ¡Gracias a Dios! ¿Estás bien?

? Sí ? dijo la peque. ? Él me ha cuidado.

Mamadou sonrió al ver a la nena en brazos de su madre. El padre le estrechó afectuosamente la mano:

? ¡Gracias, muchas gracias maño!

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