Solo se preocupan de salvaguardar el tráfico de la autopista autonómica, pero los del pueblo seguiremos sufriendo el riesgo de una infraestructura que funciona como un dique". Con estas palabras, el alcalde de Villafranca de Ebro, Roberto González, critica el empeño de la DGA en reponer la ARA-A1 a su estado original, sin tener en cuenta las exigencias de los vecinos de hacer más permeable el talud de una autopista que, a su juicio, ejerce de mota en caso de avenida. "Hemos enviado varias cartas, pero no nos hacen caso. Ya vale", lamenta.

El hartazgo ha llegado hasta el punto de que el alcalde ha encargado al letrado municipal que estudie posibles acciones legales contra el Gobierno de Aragón como titular de la autopista, ya que no se ha tenido en cuenta su reclamación de ampliar los pasos inferiores que se hundieron en la riada del año pasado. "No tienen capacidad para evacuar, por lo que el agua se represó, anegando todos los campos y una explotación de cerdos a la que no llegó el agua con la gran crecida del año 60", critica.

Roberto González sostiene que los nuevos pasos reconstruidos bajo la autopista están, como antes, rehundidos respecto a los campos situados en los extremos. "Hay un diferencia de cota superior a un metro, por lo que será imposible de nuevo que tengan posibilidad para desaguar en la próxima avenida. Están mal diseñados y lo pagaremos los vecinos", relata.

El alcalde de Villafranca de Ebro recuerda que el agua llegó a alcanzar los dos metros de altura en el talud de la autopista antes de romperse y, por la fuerza de la corriente, abrió en un campo vecino un gigantesco socavón . "Para su relleno hizo falta echar 30.000 metros cúbicos de tierra", detalla antes de incidir en que el agua se condujo por los pasos inferiores a presión, por lo que todo lo que pilló, "lo rompió".

Este agricultor no oculta su indignación cuando recorre el tramo de la autopista que discurre elevado sobre las fincas cultivadas de su término municipal. "Los perjudicados siempre somos los mismos y no nos preguntaron qué se podía hacer para evitar de nuevo los daños. Nos van a obligar a llevarlos a juicio", lamenta mientras critica con especial dureza la solución técnica empleada en la construcción del viaducto sobre el río Ebro: "Retienen todo el sedimento y los árboles que arrastra la corriente y hacen cambiar la dirección de las aguas hacia Villafranca de Ebro".

Por ello, el Ayuntamiento reclama a la Administración que adopte medidas correctoras, como reforzar la escollera de la margen izquierda. Recuerda que toda la madera acumulada en los pilares ni siquiera se ha limpiado más de un año después de la riada, pese a que la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) le confirmó que había permiso para actuar.

El alcalde se lamenta especialmente por el futuro que espera a Villafranca, que carece de industria y cuya población, que ronda los 480 vecinos, vive de las explotaciones agrícolas amenazadas por el "dique de la autopista". Yañade: "¿Qué joven se va a quedar en el pueblo si los campos se pueden inundar cada dos por tres?"

Roberto González también critica el propio diseño de la red de desagües del talud de la autopista autonómica, que van a parar a los caminos de tierra que discurren en paralelo. Hasta se han ejecutado rebajes para que el agua acabe en los campos. "Se hicieron sin preguntarnos. Es una tomadura de pelo", se queja, al mismo tiempo que aparta su todoterreno ante el paso de los camiones de las obras que trabajan en la reparación de la autopista autonómica. Transitar por ellos es una aventura por la cantidad de balsas que se han generado por el tráfico pesado y que han deshecho la reparación que ejecutó la Diputación Provincial.