66 pueblos logran la tasa cero de paro, aunque muchos no tienen cotizantes

Estas excepciones tienen una población envejecida. Los que trabajan suelen ser autónomos.

Calcena, uno de los pueblos aragoneses con pleno empleo
Calcena, uno de los pueblos aragoneses con pleno empleo
Heraldo

Todavía recorre las redes sociales el cartel que utilizó el equipo de Zapatero para los comicios generales de 2008. Lo hace en forma de 'meme' (un tipo de burla ligera muy extendida en internet), claro, ya que el eslogan elegido por la maquinaria electoral socialista fue "Por el pleno empleo". Una auténtica utopía siete años después... aunque no en todos los rincones del país.


Hasta 66 alcaldes aragoneses pueden presumir de tasa cero de paro en los municipios que gobiernan. No tienen vecinos desempleados... aunque en muchos tampoco hay quien cotice a la Seguridad Social, ya que el envejecimiento de la población rural provoca que en estas localidades haya una amplia concentración de jubilados que no guardan el más mínimo interés en volver a empuñar la azada o en vestirse un delantal.


Pero en este puñado de rara avis también hay pueblos con trabajadores en activo. Es el caso de Calcena, ubicado en lo que sus moradores llaman "la cara oculta del Moncayo". Con 75 habitantes y una media de edad que su alcalde, Mariano Miguel, resume en "de 65 para arriba", esta villa tiene empleados a sus dos integrantes menos talluditos.


"Uno de ellos es albañil y tiene contratadas a otras tres personas, aunque éstas viven en Illueca y Brea", comenta el edil. "El chico -añade el gobernante- hace todo tipo de trabajos para el Ayuntamiento, desde arreglar tapias hasta la obra nueva, como los cinco apartamentos que estamos arreglando y que vamos a poner en alquiler en cuanto estén listos". El otro muchacho es electricista.


Calcena es un claro ejemplo del Aragón rural que ha ido perdiendo población y capacidad de generar empleo de manera progresiva. "En su día hubo 14.000 cabezas de ganado, una industria textil lanera muy potente y hasta el año 1912 estuvieron activas las minas de Valdeplata (de las que se extraía plata y cobre)", recuerda Miguel.


El Ayuntamiento lleva dos décadas tratando de dar vida al pueblo a través de actividades turísticas y deportivas como la famosa Calcenada (una dura vuelta al Moncayo a pie o dando pedaladas), las más de 200 vías de escalada abiertas en las paredes de roca del término municipal o las típicas jornadas micológicas. Además, recientemente se reformó el antiguo cuartel de la Guardia Civil para convertirlo en un albergue municipal de 60 plazas.


Un pueblo de autónomos


Otro pueblo sin parados es Almochuel. Tiene 33 vecinos censados, de los que cuatro madrugan a diario para ganarse el sustento. "Todos los que ahora trabajamos aquí somos autónomos", concreta Ángel Gascón, corregidor de esta villa zaragozana fronteriza con la provincia de Teruel.


En Almochuel se cuentan un total de cuatro sueldos. Tres corresponden a agricultores "de secano, de cereal", mientras el dispar lleva el nombre de "un chaval que se dedica a la construcción y que antes estaba en paro, pero que ahora ha logrado encadenar varios encargos con varias empresas".


Este núcleo urbano del Campo de Belchite no tiene tienda, carnicería, ni farmacia. Ni siquiera un bar que dé café y cobijo a los parroquianos los 365 días del año. "Sólo se abre en verano, cuando funciona la piscina". Los suministros se importan desde Vinaceite, a poco más de cuatro kilómetros, aunque en otra delimitación provincial.


Porque crear puestos de trabajo en un lugar como Almochuel no es tarea sencilla. "Mucha gente se ha marchado y no es fácil lograr que vengan familias. En su día intentamos traer un matrimonio con niños, pero hay que asegurarles empleo estable. Y en un pueblo de secano y envejecido como éste, es muy difícil crear trabajo". ¿Cómo intentarlo? "Esa es la pregunta del millón", lamenta Gascón.

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