La apicultura vive una saturación al ser vista como sector refugio en Aragón

La Comunidad ha ganado casi 20.000 colmenas a lo largo de los últimos tres años.

La apicultura aragonesa vive un 'boom' desde 2012
La apicultura aragonesa vive un 'boom' desde 2012
Heraldo

La producción de miel en Aragón atraviesa, a priori, un momento dulce. Al menos si se atiende al número de colmenas que al cierre del pasado año se agrupaban en la Comunidad (106.350), una cifra que no ha dejado de crecer desde 2012, cuando se contabilizaban 86.655. Un auge que los productores observan con cierto recelo en vista de la "saturación" del mercado y las trabas medioambientales.


Adentrarse en la apicultura requiere una "inversión baja", según apunta Pedro Loscertales, uno de los responsables del área en el sindicato UAGA. "Es un sector en el que personas en paro han encontrado una salida, una oportunidad de emprendimiento accesible para la que además se conceden ayudas a los jóvenes productores", añade. Cada colmena supone un desembolso de unos 120 euros.


Sin embargo, la querencia por la producción de miel está dando lugar a "una superpoblación en ciertas zonas, que hace bajar el rendimiento de las abejas, lo cual minimiza la rentabilidad de cada explotación", indica Loscertales. Una opinión que comparte Alfredo Sanz, presidente de la asociación apicultora aragonesa Arna, quien considera que se está dando una "saturación del territorio", con algunos "conflictos entre los viejos y los nuevos productores". La variación del precio de la miel, que ha crecido en los últimos años, ha colaborado en esta tendencia.


En este sentido, Loscertales exigiría "más formación específica a la gente que se está introduciendo en el sector", una "falta de profesionalización" que el apicultor ve en muchos de los 'novatos'. Este oscense, que en estos momentos tiene 400 cajas, se considera un apicultor trashumante: "Este martes iré de madrugada al Pirineo a buscar las colmenas que he llevado durante el verano. Las traslado de Los Monegros al Somontano y de ahí a alturas que superan los 1.500 metros, las tengo que mover para evitar las altas temperaturas".


Porque el cambio climático es uno de los grandes enemigos de este sector. "Han cambiado los cultivos y las floraciones. Estas son cada vez más repentinas y se acaban más rápido", lo que dificulta en gran medida el trabajo de insectos y profesionales. "Este verano, las abejas no podido hacer casi nada", lamenta el responsable de UAGA. Desde el sindicato se estima que la producción de miel de secano se ha reducido entre un 60 y un 65% en el pasado estío.


Otro factor que lastra el día a día en el interior de las colmenas es la aparición de la varroa, un ácaro parásito que diezma las colonias de abejas. "Se desarrollan pocos medicamentos y los que se comercializan no son del todo eficaces", señala Alfredo Sanz. Una tesis a la que se apunta Pedro Loscertales: "Las técnicas que se aplican son insuficientes. Hace falta más investigación para combatir este parásito y el camino para que estas se hagan es conseguir que la Unión Europea se dé cuenta de la importancia del papel de la abeja en los ecosistemas".


El abejaruco, una especie de ave protegida, es el otro gran enemigo. "Su incidencia ha sido grave, especialmente en el valle del Ebro y en la provincia de Huesca", apunta Loscertales.


Ayudas públicas


El sector recibe varias pequeñas ayudas cada año. El Gobierno de Aragón aporta alrededor de 420.000 euros anuales y también se reparten subvenciones para las nuevas incorporaciones de jóvenes productores -unas ayudas que en este curso todavía no se han publicado-.


Estas convocatorias, señalan los productores, las copan "los grandes, que ponen más colmenas", así como los 'nuevos', que encuentran más sencillo el acceso a este dinero. En estos momentos, el 20% de las colmenas concentran casi toda la producción de miel aragonesa.

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