Arturo Ripstein, homenajeado en Venecia, cree que "la vida es en blanco y negro"

El director mexicano presentó, fuera de competición, ‘La calle de la amargura’, ejemplo de su cine seco y poético.

Arturo Ripstein, junto a las actrices Patricia Reyns y Nora Velázquez, ayer, en Venecia.
Arturo Ripstein, junto a las actrices Patricia Reyns y Nora Velázquez, ayer, en Venecia.
claudio honorati/Efe

Arturo Ripstein presentó ayer en Venecia, fuera de competición, ‘La calle de la amargura’, un sólido ejemplo de su cine seco y poético, un estilo que se adapta mejor a la ausencia de color, algo que ha intentado mantener en todas sus películas porque cree que "la vida es en blanco y negro".


"Hace 65 años empecé a ver cómo se filmaban las películas y entonces era prácticamente todo en blanco y negro, así que empecé a encontrar el rostro mexicano en el cine en blanco y negro", afirmó ayer en rueda de prensa el veterano realizador mexicano. "No pude hacer todas mis películas en blanco y negro porque no me dejaron los productores", agregó el cineasta, uno de los más prestigiosos de Latinoamérica y con una carrera a sus espaldas de más de 50 años, con títulos como ‘El lugar sin límites’ (1978) o ‘Profundo carmesí’ (1996). El director "más vital, tenaz y original de la generación que hizo su debut a mediados de los años sesenta", el precursor de autores como Carlos Reygadas o Guillermo del Toro y Nicolás Pereda y el constructor de un "inquieto y afligido universo, poblado de personajes patéticamente al borde del abismo en el que están destinados a caer". Son palabras del director del Festival de Venecia, Alberto Barbera, para justificar el premio que Ripstein recibió ayer por sus 50 años de carrera.


Un cine en el que la buscada ausencia de color pretende provocar al espectador y hacerle implicarse en el proceso de finalización de la película, señaló el director, para quien, como decía Picasso, "el color debilita". Un blanco y negro a veces neorrealista y en otras expresionista, que permite la fascinación, y que se complementa a la perfección con el mundo de seres extraños y marginales que Ripstein y su mujer y guionista Paz Alicia Garcíadiego sacan de la picaresca española.


Ejemplo muy claro de su estilo es ‘La calle de la amargura’, una coproducción hispano-mexicana centrada en la vida de dos prostitutas mayores, cansadas de no trabajar, y de dos enanos gemelos que se dedican a la lucha en un ambiente sórdido en el que todos los personajes buscan sacar algún beneficio.


Una película protagonizada por Patricia Reyes Spíndola –en su décimo segunda colaboración con Ripstein y Garciadiego– y Nora Velázquez y que cierra la participación latinoamericana en una edición de Venecia con gran presencia latina: ocho largometrajes y tres cortometrajes.

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