Fallece un vecino de Azanuy al caer del tejado que reparaba con un amigo

Enrique Radigales, de 65 años, al parecer murió en el acto al precipitarse desde una altura de 4 o 5 metros tras ceder la techumbre de un almacén agrícola.

Un vecino de Azanuy, de 65 años, falleció ayer al hundirse bajo sus pies el tejado de un almacén en el que estaba subido, ayudando a un amigo a reparar los desperfectos causados por la tormenta de la pasada semana. La consternación era general en la pequeña localidad literana, de 180 habitantes, ya que Enrique Radigales se había jubilado recientemente de su profesión de albañil y, según cuentan sus conocidos, estaba aún celebrando su nuevo estado laboral, que esperaba disfrutar con su familia.


El accidente se produjo pasadas las 12.00, cuando el hombre se encontraba en el tejado de un almacén agrícola que se halla en las afueras del pueblo, ayudando a un amigo a arreglar las tejas que había movido la tormenta de aire huracanado que batió la localidad la pasada semana. Por motivos que se desconocen, el tejado cedió al peso del hombre y este se precipitó desde una altura de 4 o 5 metros al interior del almacén. La caída fue fatal pues, aunque el médico que atiende el pueblo se encontraba en la consulta y acudió al lugar del accidente de inmediato, nada pudo hacer por el accidentado, que al parecer falleció en el acto. Al lugar del suceso acudieron, además de las asistencias sanitarias, la Guardia Civil y el juez, que procedió al levantamiento del cadáver.


El pueblo estaba sumido ayer en una incrédula consternación, ya que el fallecido era muy conocido por todos los vecinos por su profesión y, quien más, quien menos, había demandado sus servicios para algún arreglo u obra. Enrique Radigales estaba casado y era padre de dos hijos que residen fuera de la localidad, así como abuelo de varios nietos. Esta circunstancia le había hecho comentar con sus conocidos que aprovechando la jubilación y su buen estado de forma podría desplazarse con más asiduidad a visitar a la familia y disfrutar de su compañía.


El alcalde de la localidad literana de Azanuy, Enrique Blanch, también se mostró apesadumbrado por el accidente y lo calificó como "una calamidad". Blanch comentó que el hecho de no tener señal de telefonía móvil en la zona del siniestro había entorpecido la coordinación de las asistencias, aunque en este caso ya poco podían hacer. Anoche, al cierre de esta edición, todavía se desconocía si podría ser enterrado hoy o habría que retrasar la celebración del funeral hasta el miércoles, debido a los trámites que hay que superar en estos casos de accidente.

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